Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Cuando Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, hizo declaraciones sobre principios espirituales que se harían realidad en el futuro, ¿se trataba de predicciones o de profecías reales?
En sus escritos, Bahá’u’lláh proclamó que los principios bahá’ís –la unicidad de la humanidad, la igualdad de los sexos, el establecimiento de una lengua universal, una paz universal duradera y la erradicación de los prejuicios, entre varios otros– se cumplirían y realizarían plenamente en el futuro:
Incumbe a los Soberanos del mundo –que Dios los asista– unirse para … alcanzar lo que será conducente al bienestar de la humanidad. … Deben dejar a un lado las armas de la guerra y recurrir a los instrumentos de la reconstrucción universal. [Traducción Provisional de Oriana Vento].
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Estas profecías bahá’ís son tanto generales como específicas. Comencemos, pues, con las profecías generales de Bahá’u’lláh, antes de examinar algunas de sus profecías específicas y su cumplimiento en los ensayos que siguen.
En primer lugar, debemos intentar comprender cómo se desarrolló la revelación de Bahá’u’lláh a lo largo del tiempo. Antes de que Bahá’u’lláh hablara del futuro –en parte mediante profecías– se centró primero en proclamar su misión como mensajero divino, lo que los bahá’ís denominan una «manifestación de Dios». El propósito de los profetas es principalmente proclamar y profetizar un mensaje, es decir, contar y luego predecir.
La proclamación de Bahá’u’lláh de su misión a los líderes religiosos y políticos del mundo (y, en menor medida, también a estadistas y eruditos), sentó precedentes históricos y trascendentales. Esa proclamación tuvo lugar en tres etapas sucesivas, como el propio Bahá’u’lláh afirma en esta traducción provisional de Nader Saiedi:
¡Mirad y observad! Este es el dedo de la fuerza por el que el cielo de las vanas imaginaciones fue hendido. ¡Inclina tu oído y escucha! Esta es la voz de Mi pluma que se alzó entre los místicos, luego entre los adivinos y después entre los reyes y gobernantes. [Traducción Provisional de Oriana Vento al Español].
Según Saiedi en su libro «Logos and Civilization», las tres etapas de proclamación de Bahá’u’lláh tuvieron lugar como sigue (1) primera etapa, 1852-1860; segunda etapa, 1860-1867; y (3) tercera etapa, 1867-1892. Como escribí en mi libro «Baha’i Faith: The Basics», mi propia comprensión de esas etapas difiere ligeramente: «Así pues, en términos generales, Bahá’u’lláh escribió exteriormente como místico (1852-1863), profeta (1863-1867) y legislador (1867-1892)».
Encontramos profecías relativas al estado futuro de la humanidad –tanto de acontecimientos generales como específicos– principalmente en la tercera etapa final de la proclamación de Bahá’u’lláh. En su última obra importante, la Epístola al Hijo del Lobo, Bahá’u’lláh reveló algunas profecías generales que podemos citar como ejemplos:
¡Oh concurso de imparciales! Observad y reflexionad sobre las olas del océano de la expresión y el conocimiento de Dios para que podáis testificar con vuestras lenguas interior y exterior, que en Él se haya el conocimiento de todo lo que está en el Libro. Nada escapa a Su conocimiento. Él, verdaderamente, ha manifestado lo que estaba oculto … Todo cuanto ha sido revelado, ha sucedido y sucederá sobre la tierra, palabra por palabra.
Aquí, “Todo cuanto ha sido revelado, ha sucedido y sucederá sobre la tierra, palabra por palabra”, aparentemente se refiere no sólo a profecías específicas que «han… llegado a cumplirse», sino también a otras profecías, tanto específicas como generales, que «llegarán a cumplirse» en algún momento en el futuro.
Consideremos ahora el título de este ensayo, «Los Principios de Bahá’u’lláh como Profecías». (Aclaración: esta idea no ha sido desarrollada sino hasta ahora, hasta donde tengo conocimiento –lo que significa que, entre los bahá’ís, aún no es una idea generalmente aceptada). Aquí, me gustaría proponer que la palabra, traducida al español como «puede», también significa «deberá» o «sucederá» eventualmente en el futuro. Permítanme ofrecerles un par de ejemplos, de nuevo extraídos de la Epístola al Hijo del Lobo:
La expresión de Dios es una lámpara cuya luz son estas palabras: Sois los frutos de un solo árbol y las hojas de una misma rama. Trataos unos a otros con el mayor amor y armonía, con amistad y compañerismo. ¡Aquel que es el Sol de la Verdad es Mi testigo! Tan potente es la luz de la unidad que puede iluminar a la tierra entera. El único Dios verdadero, Quien conoce todas las cosas, atestigua Él Mismo la verdad de estas palabras. Esforzaos para que podáis alcanzar esta trascendente y muy sublime posición, la posición que puede asegurar la protección y seguridad de toda la humanidad. Esta meta supera a todas las demás metas y esta aspiración es la reina de todas las aspiraciones. Sin embargo, mientras las espesas nubes de la opresión que oscurecen el sol de la justicia no sean disipadas, será difícil que la gloria de esta posición sea develada a los ojos de los hombres. Estas nubes espesas son los exponentes de las ociosas fantasías y las vanas imaginaciones que no son otras que los teólogos de Persia. En un tiempo hablamos en el lenguaje del legislador; en otro, en el del buscador de la verdad y el místico, y aun así Nuestro propósito supremo y Nuestro más elevado anhelo ha sido siempre el de revelar la gloria y sublimidad de esta posición. ¡Dios, verdaderamente, es testigo suficiente!
Con sólo convertir la palabra «puede» en «deberá», este principio general se transforma en una profecía, que puede entenderse como sigue: «Tan potente es la luz de la unidad que puede iluminar [deberá iluminar o iluminará] toda la tierra».
Los principios de Bahá’u’lláh se convierten en profecías en el sentido de que el propósito de dichos principios implica la transformación del mundo en una sociedad ideal. Tales mandatos sociales tienen cualidades predictivas en la medida en que su cumplimiento está predestinado porque son necesarios. Un ejemplo perfecto de un principio bahá’í que se duplica como profecía general es la igualdad de mujeres y hombres. El 7 de mayo de 1912, Abdu’l-Bahá, en un discurso pronunciado en el Hotel Schenley de Pittsburgh, Pennsylvania, proclamó este principio, culminando en una profecía:
El sexto principio o Enseñanza de Bahá’u’lláh concierne a la igualdad del hombre y la mujer. Él ha declarado que en la estimación de Dios no existe distinción de sexo… ¿Por qué debería el hombre, que está dotado con sentido de justicia y las sensibilidades de conciencia, tolerar que uno de los miembros de la familia humana sea considerado y catalogado como inferior? Tal diferenciación no es inteligente ni concienzuda; por lo tanto, Bahá’u’lláh ha revelado el principio religioso de que la mujer debe recibir el mismo privilegio en la educación que recibe el hombre y pleno derecho a sus prerrogativas. Es decir, no debe existir diferencia en la educación del varón y la mujer para que las mujeres puedan desarrollar igual capacidad e importancia que el hombre en la ecuación económico-social. Entonces el mundo alcanzará la unidad y la armonía.
Así pues, la unidad mundial constituye una profecía derivada del principio de igualdad de mujeres y hombres de Bahá’u’lláh. Sin embargo, otra profecía bahá’í, también del discurso de Abdu’l-Bahá en Pittsburgh, también está relacionada con este principio de igualdad:
En épocas pasadas la humanidad fue defectuosa e ineficiente porque estaba incompleta. La guerra y su desolación agotaron al mundo. La educación de la mujer será un paso gigantesco hacia su abolición y fin, ya que la mujer ejercerá toda su influencia contra la guerra. La mujer cría al niño y educa al joven hasta la madurez. Ella rehusará ofrecer sus hijos en sacrifico sobre el campo de batalla. Ciertamente, ella será el factor más importante en el establecimiento de la paz universal y el arbitraje internacional. Es seguro que la mujer abolirá las guerras entre los seres humanos. Por cuanto, la sociedad humana consiste de dos partes, machos y hembras, cada uno el complemento del otro, la felicidad y estabilidad de la humanidad no pueden asegurarse a menos que ambos sean perfectos. Por tanto, la norma y posición del hombre y la mujer deben equipararse.
Ahí lo tienen. Los principios de Bahá’u’lláh son también profecías. Esto se debe a que los principios de Bahá’u’lláh son necesarios y progresivos, lo que significa que su influencia acabará asegurando su inevitable resultado. Es sólo cuestión de tiempo –y esfuerzo.
En un futuro artículo de esta serie «Descifrando la Profecía», exploraremos el principio de «acelerar» el cumplimiento de las profecías, que sólo puede producirse cuando las circunstancias son maduras y adecuadas. Ahí es donde entramos tú y yo, cuando cumplimos consciente y concienzudamente nuestro destino.
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