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Religión

El profeta Adán y el pecado original

Christopher Buck | Dic 17, 2022

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Christopher Buck | Dic 17, 2022

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En la historia de las ideas, la mayoría pueden rastrearse en el tiempo hasta llegar a sus orígenes, lo que significa que una idea suele tener una trayectoria, arqueándose a través de la historia como un cometa.

O, para mezclar metáforas, a veces esas ideas acumulan capas como una bola de nieve, que va ganando más nieve a medida que rueda cuesta abajo.

Lo mismo ocurre con las ideas en teología; de ahí el término «teología histórica», que sigue el curso de la teología cristiana y sus diversas ideas y conceptos a través del tiempo.

La teología histórica también puede sservir para encontrar análogos a las ideas bahá’ís dentro de la historia del pensamiento cristiano. Más allá de identificar los obvios precursores islámicos de la ideología bahá’í –teniendo en cuenta que, históricamente, la Fe bahá’í surgió de una matriz islámica en Oriente Medio en el siglo XIX, del mismo modo que la Fe cristiana surgió de una matriz judía hace dos mil años–, también pueden encontrarse ciertos precursores cristianos.

He aquí un ejemplo interesante y que invita a la reflexión, que forma parte de un largo debate entre la figura de Pedro –el principal apóstol de Cristo– y Simón el Mago. El siguiente pasaje, de Las Homilías Clementinas, explica que el patriarca prebrahámico Adán no pecó:

Capítulo XVII. Si Adán tenía el Espíritu

«Pero comenzaré ahora la explicación. Habiendo hecho Dios todas las cosas, si alguien no permite que un hombre, formado por Sus manos, haya poseído Su grandioso y santo Espíritu de presciencia, ¡cómo no se equivoca sobremanera quien se lo atribuye a otro nacido de una estirpe espuria! Y no creo que obtenga perdón, aunque sea engañado por escrituras espurias para pensar cosas terribles contra el Padre de todos. Porque quien insulta la imagen y las cosas que pertenecen al Rey eterno, comete el pecado contra Aquel a cuya semejanza fue hecha la imagen. Pero entonces, dice, el Espíritu Divino lo abandonó cuando pecó. En ese caso, el Espíritu pecó con él; y ¿cómo puede escapar del peligro quien dice esto? Pero tal vez recibió el Espíritu después de pecar. En tal caso se da a los injustos; ¿y dónde está la justicia? Pero fue dado a justos e injustos. Estos fueron los más injustos de todos. Así, toda falsedad, aunque se ayude de diez mil razonamientos, debe recibir su refutación, aunque sea después de mucho tiempo.»

Capítulo XVIII. Adán no es ignorante

«No os engañéis. Nuestro padre no ignoraba nada; pues, en efecto, incluso la ley públicamente vigente, aunque le imputa el delito de ignorancia por causa de los indignos, envía a él a los deseosos de saber, diciendo: ’Pregunta a tu padre, y él te lo dirá; a tus ancianos, y ellos te lo declararán’. A este padre, a estos ancianos hay que preguntarles». […] – Homilías Clementinas, Homilía 3, Capítulos 17-18 (Hom. 3.17-18), https://www.newadvent.org/fathers/080803.htm.

Este pasaje cristiano único, de la Antigüedad tardía, es original en su argumento y bastante fascinante, si se lee con atención y detenimiento.

Del mismo modo, los escritos bahá’ís ofrecen una perspectiva distintiva sobre Adán, a quien, en la tradición bíblica, se considera el padre de la humanidad. Este artículo y el siguiente ofrecerán una introducción al punto de vista bahá’í sobre Adán, e incluirán un «precedente paralelo» de los primeros cristianos para su consideración. Esperamos que, sea cual sea su religión o su falta de religión, esta sea una interesante aventura intelectual y espiritual.

Al crecer como cristiano –presbiteriano, luego pentecostal–, en la escuela dominical me dijeron que Adán era el primer patriarca «antediluviano» (es decir, anterior al Diluvio de Noé) de la historia judeocristiana, y que era el padre de toda la humanidad. Nos enseñaron que Adán fue también el primer pecador (o quizá el segundo, después de Eva).

De ese modo, aprendí por primera vez el término «pecado original», que técnicamente es uno de los dogmas infaliblemente declarados de la Iglesia Católica Romana, según el párrafo 404 del Catecismo de la Iglesia Católica (CIC):

¿Cómo se convirtió el pecado de Adán en el pecado de todos sus descendientes? Todo el género humano está en Adán «como el cuerpo de un solo hombre». Por esta «unidad del género humano» todos los hombres están implicados en el pecado de Adán, como todos están implicados en la justicia de Cristo. Sin embargo, la transmisión del pecado original es un misterio que no podemos comprender plenamente. Pero sí sabemos por la Revelación que Adán había recibido la santidad y la justicia originales no solo para sí mismo, sino para toda la naturaleza humana. Al ceder a la tentación, Adán y Eva cometieron un pecado personal, pero este pecado afectó a la naturaleza humana que luego transmitirían en estado caído. Es un pecado que se transmitirá por propagación a toda la humanidad, es decir, por la transmisión de una naturaleza humana privada de la santidad y de la justicia originales. Y por eso el pecado original se llama «pecado» solo en sentido analógico: es un pecado «contraído» y no «cometido», un estado y no un acto.

Imagínese mi sorpresa, años más tarde, a la edad de 22 años, cuando me dijeron que Adán también fue el primer profeta, ¡según las enseñanzas bahá’ís!

Los escritos bahá’ís dicen que Adán fue una «Manifestación de Dios»–es decir, un mensajero y profeta divino– y ocupa un lugar definido en lo que los teólogos cristianos llaman «historia de la salvación», o lo que la doctrina bahá’í denomina «Revelación Progresiva». En su libro Contestaciones a unas preguntas, Abdu’l-Bahá dijo:

Pues la estación de Adán, en cuanto a la exteriorización de las perfecciones divinas, se encontraba en estado embrionario. La estación de Cristo coincidió con el estado de madurez o edad de la razón. El surgimiento de la Luminaria Más Grande [Bahá’u’lláh] marca el estado de perfección de la esencia y de las cualidades.

Según este entendimiento bahá’í único, el profeta Adán representó y guió a la humanidad en su etapa embrionaria de desarrollo espiritual, mientras que Cristo iluminó al mundo durante su etapa de «llegada a la madurez» de la evolución espiritual, mientras que Bahá’u’lláh llevó este proceso a su plena «perfección».

RELACIONADO: Replanteado a Adán y Eva

Interesante, dirán algunos de ustedes, pero ¿qué hay del pecado de Adán, es decir, comer del fruto prohibido del Árbol del Conocimiento del Bien y del Mal? ¿No fue eso un paso espiritual hacia atrás, no hacia adelante? En Contestaciones a unas preguntas, se le preguntó a Abdu’l-Bahá: «¿Cuál es la verdad de la historia de Adán y su acto de comer del árbol?». Él contestó:

En la Biblia está escrito que Dios colocó a Adán en el Jardín del Edén para que lo cultivara y cuidara, y le dijo: «De todo árbol del huerto podrás comer; mas del árbol de la ciencia de bien y del mal no comerás; porque el día que de él comieres, ciertamente morirás».1 El relato prosigue diciendo que Dios hizo dormir a Adán, y tomando una de sus costillas, creó a la mujer para que ella fuera su compañera. A continuación, dice que la serpiente indujo a la mujer a comer del árbol, diciéndole: «Sabe Dios que el día que comáis de él, serán abiertos vuestros ojos, sabiendo el bien y el mal».2 Entonces Eva comió del árbol y le dio a Adán, y Él también comió; los ojos de ambos se abrieron, se dieron cuenta de su desnudez, y cubrieron sus cuerpos con hojas. Como consecuencia de ese acto, recibieron los reproches de Dios. Dios dijo a Adán: «¿Has comido del árbol prohibido?» y Adán respondió: «Eva me tentó y yo comí». Dios entonces reprendió a Eva, quien a su vez dijo: «La serpiente me tentó y yo comí». Por ello, la serpiente fue declarada maldita, y la enemistad quedó establecida entre la serpiente y Eva, y entre sus descendientes. Y Dios dijo: «El hombre es como Nosotros. Puesto que sabe del bien y del mal, quizá comerá del árbol de la vida y vivirá para siempre». Por lo cual Dios resguardó al árbol de la vida.

Como yo lo entiendo, Abdu’l-Bahá dice que la «reprimenda» de Dios fue «dirigida exteriormente» al profeta Adán. Pero luego Abdu’l-Bahá continúa diciendo que las severas palabras de Dios al profeta Adán estaban realmente «dirigidas interiormente a los seguidores y no al Mensajero.» Sobre esta cuestión, Abdu’l-Bahá dio la siguiente respuesta:

De manera que la promesa y la arenga que Dios le dirige están dirigidas a todos. Generalmente, las palabras de reproche y reprimenda, dada su excesiva severidad, resultarían muy dolorosas de ser vertidas crudamente.

Como explicó Abdu’l-Bahá en Contestaciones a unas preguntas, el reproche de Dios a Adán y Eva fue a una misma persona:

Por tanto, estos versículos de la Biblia poseen numerosos significados. Explicaremos uno de ellos, a saber: Adán significa el espíritu celestial de Adán, y Eva su alma humana. En algunos pasajes de los Libros Sagrados donde se hace mención de mujeres, éstas representan el alma del hombre. El árbol del bien y del mal significa el mundo humano; pues el mundo espiritual y divino es enteramente bueno y absolutamente luminoso, pero en el mundo humano, la luz y la oscuridad, el bien y el mal, existen como condiciones opuestas.

Recuerda que la Biblia relata que Jesús fue «tentado» por su «Eva», o su yo inferior, también – ver la «Tentación en el desierto» de Jesús en Lucas 4:1-15, Mateo 4:1-11, y Marcos 1:12-13. Pero entonces Abdu’l-Bahá sigue explicando:

El pecado de Adán es tal sólo con relación a su estación. Aunque de ese apego se obtienen resultados, no obstante ello, el apego al mundo terrenal, comparado con el apego al mundo espiritual recibe la consideración de pecado. Las buenas obras de los rectos son los pecados de los Allegados. Ello es claro.

Así que, tal y como yo lo entiendo, el «pecado» exterior del profeta Adán, relativamente hablando, fue una «buena acción» que «produjo resultados sustanciales». Según este análisis, este pecado fue realmente el de la humanidad, no el del propio profeta Adán. Los «resultados sustanciales» representan el despertar general de la humanidad al conocimiento del «bien y del mal», que es «semejante a Nosotros», como explicó Abdu’l-Bahá: «Y Dios dijo: ’El hombre ha llegado a ser semejante a Nosotros, conociendo el bien y el mal. Quizás coma del árbol de la vida y viva para siempre’».

Esto representa el nacimiento de la conciencia moral y ética humana –y eso tiene perfecto sentido, siendo el profeta Adán la primera «Manifestación de Dios» en el Ciclo Profético, en el cual «la estación de Adán… era la del embrión».

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