Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Tal vez el error más común que los científicos tienen acerca de la religión es que requiere una creencia en la existencia física de Dios. El científico oye, o cree que escucha, algo como lo siguiente de una persona de fe: “La creación es incompleta sin Dios. Dios es lógicamente requerido para que el mundo exista, para que el milagro de la vida haya ocurrido, y para que los fenómenos religiosos tengan lugar. En última instancia, las autoridades religiosas derivan de la obediencia a un Dios Todopoderoso. Cualquier discusión sobre la religión es al final una discusión sobre Dios.”
Esta creencia equivocada, apoyada por varias “pruebas” de la existencia de Dios ofrecida desde la Edad Media hasta el presente, ha dificultado el diálogo. Ejemplos de estas “pruebas” influyen:
“Cada acción tiene una causa, por lo tanto, Dios debe ser la primer causa”,
“El universo es tan maravilloso para que no tenga un creador”,
“El universo fue literalmente creado como se describe en el Génesis”, y así sucesivamente.
Muchos científicos han examinado el significado material de cada una de esas llamadas pruebas, de acuerdo a los estándares de la ciencia, y las han encontrado carentes. Luego, siguiendo la regla del eslabón más débil, han rechazado la religión. Esta tendencia sólo incrementará en el futuro a medida que la ciencia avanza a explorar los primeros milisegundos del universo, clonar y acercarse a crear vida, entender la conciencia humana como una serie de reacciones bioquímicas dentro del cerebro, estimular electrónicamente experiencias cuasi religiosas, utilizar modelos computacionales para explicar el beneficio evolutivo de la compasión, el altruismo y otros rasgos proto-religiosos, y así sucesivamente.
¿Qué causa este aparente predicamento para la gente de fe? ¿Cómo responden a la “desmitificación” de las prácticas y creencias religiosas del pasado? Más fundamentalmente, los aspectos supersticiosos de muchas de nuestras suposiciones sobre la religión están siendo despojados. ¿Cuál debería ser nuestra respuesta?
Antes que nada, y más particularmente, no sabemos nada sobre Dios – nada en absoluto.
Nunca podremos probar, usando los medios materiales o lógicos requeridos por la ciencia, que Dios existe. ¿Cómo podríamos? ¿Cómo podría un Creador Todopoderoso ser algo que nosotros seamos lo suficientemente sabios para entender o describir? Aquí no hay hipótesis científica materialmente comprobable. Nunca podremos ver a Dios, escuchar a Dios, sentir a Dios o tocar a Dios de alguna forma que los científicos acepten.
Las enseñanzas bahá’ís dicen:
Es evidente para todo corazón perspicaz e iluminado que Dios, la Esencia incognoscible, el Ser divino, es inmensamente excelso por encima de todo atributo humano, tal como existencia corpórea, ascenso y descenso, salida y retorno. Lejos está de Su gloria que lengua humana alguna haya de referir apropiadamente Su alabanza, o que algún corazón humano comprenda Su misterio insondable. Él está, y siempre ha estado, velado en la antigua eternidad de Su Esencia, y permanecerá en Su Realidad eternamente oculto a la vista de los hombres. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, página 58
Tampoco la filosofía podría demostrar, utilizando argumentos lógicos, que Dios existe. Decir que algo existe es contenerlo y definirlo. Un dios cuya existencia puede ser lógicamente probado no es esencialmente diferente de un Dios que puede ser visto, y lo que Dios “es” (o no es) debería, por definición, ser mucho más poderoso que eso.
Por lo tanto, parece que estamos perdiendo todos los fundamentos lógicos de un diálogo con un científico sobre Dios y la espiritualidad. Si la religión deriva su autoridad de Dios, y no hay nada que pueda demostrarse o probarse científicamente sobre Dios, ¿en qué base razonable que un científico aceptaría, debería incluso considerarse la religión?
Las enseñanzas bahá’ís sugieren que la mente racional y científicamente renuncia a la idea de un concepto infinito, incomprensible e incognoscible sea probable o demostrable. Considere esto: la ciencia, las matemáticas y la física, todas utilizan la idea del infinito. Los científicos ven el infinito como un concepto abstracto pero muy útil, fácilmente aceptado y aún necesario para su comprensión básica de sus disciplinas.
En cambio, de la misma manera que pensamos sobre el infinito, podría ser científicamente útil sugerir que las preguntas que rodean la idea de Dios son hipótesis no comprobables. Es decir, están fundamentalmente fuera del alcance de la probabilidad de la ciencia. (Nota: una hipótesis no demostrable no sólo significa que esa hipótesis no puede ser probada, sino que tampoco puede ser refutada. Ningún científico ha desmentido la existencia de Dios.) Esta aclaración podría hacer dos cosas: Primero, apagará el interruptor de “duda y refutación” dentro de la cabeza del científico. Segundo, esto podría encender un interruptor igualmente fuerte dentro de la cabeza del científico, etiquetado “curiosidad”.
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