Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Creer en Dios puede ser mejor que no creer en nada, pero algunas personas debaten cada una de las pruebas de la existencia de Dios.
He hecho un estudio, tedioso y profundo, de los argumentos de los filósofos más conocidos – el argumento cosmológico, el argumento ontológico, el argumento teleológico, el argumento antropológico y otros. Tengo una lista de 555 «pruebas» de Dios, cada una de tres o cuatro líneas. Esa lista de 555 pruebas, sin embargo, me llegó por medio de una sociedad de ateos, que o bien no las examinaron cuidadosamente o las encontraron poco convincentes, y por lo tanto poco inspiradoras.
En mi estudio de estas pruebas, he llegado a comprender que la lógica y el razonamiento pueden ayudarnos a averiguar por qué existe un Creador – pero también he llegado a esta conclusión: probar que Dios existe sólo a través de la razón a menudo se queda corto. Las enseñanzas bahá’ís me han ayudado en ese sentido:
Es evidente que el entendimiento humano es una propiedad de la existencia humana, y que el hombre es un signo de Dios. ¿Cómo puede la cualidad del signo abarcar al creador de éste? Esto es ¿cómo puede el entendimiento, que es una cualidad de la existencia humana, comprender a Dios? Por tanto, la Realidad de la Deidad está oculta a toda comprensión, y velada a la mente de todos los hombres. Es absolutamente imposible ascender a ese plano.
Comprobamos que todo lo que es inferior se revela impotente para comprender la realidad de lo que es más elevado. Así, la piedra, la tierra y el árbol, por más que evolucionen, no pueden comprender la realidad del hombre, ni entra en ellos el imaginar los poderes de la vista, oído y demás sentidos, si bien todos ellos son igualmente creados. Por tanto ¿cómo puede el hombre, ser creado, comprender la realidad de la Esencia pura del Creador? – Abdu’l-Bahá, Pasajes de los escritos de Abdu’l-Bahá, pág. 182.
Aunque no creo que las pruebas razonadas sean particularmente efectivas, sin embargo, compartiré algunas observaciones que resuenan conmigo. (Estoy seguro de que están en la lista de 555 en algún lugar.) La primera la expondré como poesía y como un acertijo:
El Director de Obras
es la ciencia cuando descubrimos cómo funciona nuestro mundo
y el arte cuando revelamos lo que estamos llamados a manifestar.
Es trabajo cuando nos esforzamos por contribuir a la sociedad
y recreación cuando nos tomamos el tiempo para reparar.
Es amistad cuando nos deleitamos en otro
y procreación cuando nos vemos impelidos a crear otro ser.
Es construcción de comunidad cuando ordenamos nuestras vidas juntos
y civilización cuando difundimos este orden.
¿Pero qué dirige estas actividades y motiva nuestra acción?
Es algo dentro de nosotros, que nos hace querer descubrir,
crear, trabajar, estar con el otro, y construir colectivamente.
Es una fuerza única que nos impulsa a actuar,
convertirnos y mejorar el mundo.
Es más que la supervivencia utilitaria.
Nos reconoce en los demás y se mueve para unirnos.
Es testarudo en declarar la unidad incluso contra obstáculos persistentes.
¿Pero qué es esta cosa que nos mueve y dirige nuestro propio ser?
¿Y qué somos nosotros que nos sentimos tan conmovidos?
Parecemos ser frases.
Sustantivos, verbos, adjetivos y más,
puestos en marcha por un autor invisible,
creados para rimar con otras palabras antes y después de nosotros
en capítulos y libros en una gran historia de evolución y perfeccionamiento.
Somos instrumentos, haciendo sonar una sinfonía
cuando estamos entonados y somos verdaderos.
Siendo tocados en una partitura melódica divina.
¿Pero quién es el autor y compositor?
Debe ser Dios actuando dentro de nosotros,
…conduciéndonos hacia una realización divina.
Cada uno de nosotros formamos parte, al parecer, de un enorme plan divino. No somos autores independientes de nuestro destino, sino que participamos en un sistema físico y social creado para nosotros y guiado por misteriosas y, en última instancia, desconocidas fuerzas espirituales:
No hay manera de que las mentes y la comprensión sean capaces de aproximarse a esa posición…
Las mentes se ven impotentes para comprender a Dios, y las almas se confunden al pretender desentrañarle…
Por consiguiente, con respecto a ese plano del ser toda aseveración y toda elucidación resultan deficientes, toda alabanza y toda descripción son impropias, toda concepción es vana, y toda meditación, inútil. No obstante, esta Esencia de las esencias, esta Verdad de las verdades, este Misterio de los misterios, posee reflejos, auroras, apariencias y esplendores en el mundo de la existencia. – Ibid., pág. 182.
El plan divino se desarrolla lentamente, cometiendo errores y corrigiendo imperfecciones a medida que avanza, en algunos lugares más rápido que en otros. Los signos físicos, bien conocidos por los biólogos evolucionistas, hacen visible la evolución. Pero los signos de la evolución social y espiritual, menos visibles pero igual de reales, nos muestran ese plan divino en acción.
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