Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Cuando le preguntan un amigo mío cuál es su religión, generalmente responde: «Bueno, estoy intentando ser bahá’í».
Me encanta su respuesta, porque así es como entiendo lo que significa ser bahá’í, significa que estamos esforzándonos.
Estamos tratando de seguir las enseñanzas y las leyes de Bahá’u’lláh, quien creemos que es el mensajero de Dios para esta época. Sus enseñanzas son poderosas, hermosas y voluminosas, compuestas por más de cien libros y tablas, además de miles de cartas. Él estableció una sucesión y administración para su fe después de su muerte, que todos los bahá’ís respetan y honran. Dejó un sistema democráticamente elegido para ordenar los asuntos de la sociedad, uno que todos los bahá’ís se esfuerzan por construir, con la creencia que este será plenamente establecido en los próximos años y décadas. Él escribió:
«No penséis que os hemos revelado un mero código de leyes. Antes bien, hemos roto el sello del Vino selecto con los dedos de la fuerza y del poder. De ello da testimonio lo que ha sido revelado por la Pluma de la Revelación. ¡Meditad sobre esto, hombres de discernimiento!». – Bahá’u’lláh, El Libro Más Sagrado, p. 21.
Los bahá’ís creen que vivimos en un momento en el que este nuevo mensaje de nuestro Creador ha comenzado a revolucionar el mundo. Es mucho para asimilar, abrumador en su alcance y previsión, majestuoso en sus líneas generales y un enorme reto con respecto a sus logros globales.
Sin embargo, con su aparición, las enseñanzas bahá’ís dicen que Bahá’u’lláh inspiró una nueva vida de energía y frescura sobre toda la creación:
“Por orden del Ordenador omnipotente, mediante el movimiento de nuestra Pluma de gloria, hemos inspirado una nueva vida en toda estructura humana y hemos infundido una potencia nueva en cada palabra. Todas las cosas creadas manifiestan las pruebas de esta regeneración mundial”. – Bahá’u’lláh, Tablas de Bahá’u’lláh, p. 55.
“Una nueva vida se agita, en esta época, dentro de todos los pueblos de la tierra; y sin embargo, nadie ha descubierto su causa ni comprendido su motivo”. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, p. 103.
“Aquel que es el Incondicionado ya ha llegado, en las nubes de la luz, para vivificar todas las cosas creadas con las brisas de Su Nombre, el Más Misericordioso, unificar al mundo y reunir a todos los hombres alrededor de esta Mesa que ha sido enviada desde el cielo”. – Bahá’u’lláh, Epístola al hijo del lobo, p. 45.
Si usted cree en el poder de Dios, sabe que todas las cosas son posibles a la medida de su voluntad. En este día, las enseñanzas Bahá’ís dicen que es la voluntad de Dios que la humanidad sea unificada como una sola familia.
Esto requerirá esfuerzo, y los logros alcanzados son logros gozosos, con pequeños movimientos positivos que se suman a grandes logros colectivos. Como individuos, hacemos nuestra parte tratando de vivir de acuerdo con las enseñanzas de Bahá’u’lláh, que nos traen no solo un sentido de logro y crecimiento espiritual, sino también alegría y felicidad:
«Mientras que la felicidad espiritual, es la verdadera base de la vida del hombre, porque la vida está creada para la felicidad, no para la tristeza; para el placer, no para el dolor. La felicidad es vida; la tristeza es muerte. La felicidad espiritual es la vida eterna. Es una luz que no es seguida por la oscuridad. Es un honor que no es seguido por la deshonra. Es una vida que no es seguida por la muerte. Es una existencia que no es seguida por la aniquilación. Esta gran bendición y preciosa dádiva, es obtenida por el hombre solo a través de la Guía de Dios…». – Abdu’l-Bahá, El divino arte de vivir, p. 14.
A nivel individual, Bahá’u’lláh nos invitó a cada uno de nosotros a ser felices y perfeccionar nuestras virtudes espirituales. Esto tendrá el mayor impacto en quienes nos rodean, y alrededor de ellos:
«En resumen, que cada uno de vosotros sea una lámpara brillando con las virtudes del mundo de la humanidad… Sed iluminados, sed espirituales, sed divinos, sed gloriosos, estad animados por Dios, sed bahá’ís”. – Abdu’l-Bahá, La promulgación a la paz universal, p. 441.
Los bahá’ís no cambian el mundo solos. Trabajamos con grupos y organizaciones afines, gobiernos y otros para promover la educación y el desarrollo comunitario en todo el mundo. Trabajamos en esfuerzos inclusivos de desarrollo comunitario para eliminar los extremos de riqueza y pobreza, traer justicia social y brindar servicios a los demás. Nos preocupamos por nuestro entorno y por eliminar la violencia y la guerra. Tratamos a los demás con respeto e igualdad, aceptamos a todas las personas en nuestra comunidad y somos pacientes con nosotros mismos y con los demás.
Intentamos diseminar las soluciones de Bahá’u’lláh a los males que afectan a la humanidad. Nosotros, como muchos otros, deseamos que todas las guerras se detengan y que los medios que impulsan las guerras se reduzcan en gran medida y eventualmente se eliminen completamente. Somos comprensivos con las necesidades de miles de millones de personas, como los niños que viven sin ropa, comida y refugio, y creemos que a través de la aplicación de las enseñanzas de Bahá’u’lláh podemos acabar con el sufrimiento humano.
Podría seguir. El punto es que los bahá’ís son activos en los eventos de sus comunidades, intentando, con la fuerza del ejemplo y compartiendo valores universales, generar respuestas y reconocimientos que la raza humana no puede seguir en la misma dirección. Los cambios drásticos son necesarios en los corazones, pensamientos y acciones de todos, especialmente aquellos en posiciones de liderazgo, especialmente ahora.
Esta podría ser una era de cooperación de todos los pueblos y naciones, de fidelidad mutua y confiabilidad, de protección mutua y ayuda.
Esa es nuestra esperanza. Ese es nuestro objetivo
Nuestra invitación a unirse a nosotros siempre está abierta.
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