Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Hoy en día, Norteamérica tiene muchas culturas inmigrantes diferentes que están en proceso de mezclarse y fusionarse. Empecé a preguntarme: ¿cuáles deberíamos pensar que son los valores culturales «americanos»? ¿Qué valores destacan como la base del proceso de integración cultural?
Necesitamos desesperadamente que los valores de Dios nos guíen y nos permitan comprender mejor nuestra realidad, y que faculten a los diferentes grupos de personas de nuestra sociedad para unirse y desarrollar una nueva cultura, una cultura rica, justa y espiritual.
Como alguien que creció en Taiwán, disfruto mirando las antiguas enseñanzas e historia de la cultura china. Allí, la familia y el sistema educativo se basan en tres fuentes principales de enseñanzas: Confucionismo, Taoísmo y Budismo.
Los valores morales, descubrí que juegan un papel importante en el sostenimiento y enriquecimiento de la cultura. Su influencia aparece en el lenguaje, la literatura y la historia, incluso en programas de televisión populares. Han sostenido los valores culturales en todos los niveles y mantienen el orden social.
Por ejemplo, Confucio es el mejor maestro de la historia china. Hizo que las antiguas enseñanzas chinas fueran sistemáticas y puso la educación al alcance de todos a través de las escuelas o mediante la narración de cuentos. Describió cinco relaciones clave: entre el gobierno y los ciudadanos, entre padres e hijos, entre marido y mujer, entre hermanos y entre amigos. También señaló ciertas responsabilidades y éticas para que ambas partes las sigan y enseñó que no es la posición social de un hombre lo que lo hace noble o humillado, sino más bien sus virtudes.
Estas enseñanzas se siguieron enseñando, incluso cuando el país estaba gobernado por diferentes dinastías, como los Han, los mongoles o los manchurianos. Todos encontraron estos valores aplicables y se dejaron influenciar por ellos, y fueron la base del proceso de integración que se produjo en China. Para mí, cuando los valores se alinean con la voluntad de Dios – aunque no alcancen la divinidad en la creación de Dios – siguen siendo bendecidos y proporcionan valores que fortalecen un espíritu en el mundo. Ese espíritu realza la cultura a lo largo del tiempo, y los diversos orígenes y razas que interactúan en este espíritu hacen que la cultura sea aún más rica.
Se han dado enseñanzas éticas o espirituales a todas las sociedades. Por supuesto, las enseñanzas de Dios no son solo morales – nos ayudan a alcanzar un reino que la mente humana no puede comprender. Pero con los dones de Dios, como el poder del intelecto, el hombre puede descubrir los misterios del reino de Dios.
Bahá’u’lláh, quien los bahá’is creen que es el maestro divino de esta era, trajo muchas de estas enseñanzas sagradas. Enseñó que la humanidad necesita buscar a Dios y tener una relación con Él, «Pues en [la humanidad] se hallan revelados potencialmente todos los atributos y nombres de Dios en un grado que no ha sido superado ni excedido por otro ser creado«. Bahá’u’lláh enseñó que hemos sido dotados de la capacidad de adquirir virtudes que pueden ayudarnos a unir el mundo; que la educación espiritual es más necesaria que nunca, para que la humanidad descubra cuántos dones nos han sido dados y cuán elevada es la estación a la que podemos llegar.
Las enseñanzas bahá’ís nos dicen que si un hombre actúa o no noblemente se debe a las virtudes espirituales que ha adquirido y a la responsabilidad que ha asumido por el mundo. Dios desea que veamos el mundo como un país y que cuidemos de nuestros hermanos y hermanas como una familia.
Pero cuando las enseñanzas de Dios han sido olvidadas, nuestros valores se debilitan. Entonces, como Lao Tzu escribió en Dao De Jing, «Cuando el gran Dao es abandonado, la caridad y la justicia son solo en apariencia. Cuando el intelectualismo surge, la hipocresía está cerca. Cuando hay conflictos en la unidad familiar, la gente habla del amor fraternal. Cuando el país cae en el caos, los políticos hablan de patriotismo«.
Cuando el valor material se impone a nuestros valores espirituales, rentabilizamos el conocimiento en lugar de tratarlo como la gracia de Dios destinado a ser compartido. El beneficio se convierte en codicia, injusticia y robo. Perdemos la sensación de seguridad. El trabajo de caridad está conectado al nombre y la fama. La gente se glorifica a sí misma en lugar de a Dios, la fuente de todo. La competencia y la discordia surgen. Lejos de las enseñanzas de Dios, malinterpretamos el verdadero valor de la vida.
Los escritos bahá’ís explican que para superar este período de oscuridad, “debemos levantarnos para servir en el mundo de la moral, pues la moral humana necesita una reforma. También debemos prestar servicios al mundo de la intelectualidad para que las mentes de los hombres puedan aumentar su poder y lleguen a ser de percepción más aguda, ayudando al intelecto humano a lograr su supremacía para que las virtudes ideales aparezcan”.
Cuando miramos la historia humana podemos ver cómo, con los valores correctos como base del individuo, el cuerpo de la humanidad se convierte en un espíritu vivo.
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