Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Volvamos al caso de Quetzalcóatl, conocido como la «Serpiente Emplumada», el Mensajero espiritual que enseñó a los pueblos tolteca y maya en lo que ahora es México.
Un escritor y erudito bahá’í incluye a Quetzalcóatl en su lista de posibles Mensajeros Indígenas:
Los bahá’ís indígenas confían en que sus culturas recibieron orientación divina – los textos bahá’ís aseguran que todos los pueblos la han recibido – y especulan sobre si Deganawidah, la Mujer del Búfalo Blanco, Quetzalcóatl, Wiracocha y otros maestros espirituales fueron Manifestaciones [de Dios] o figuras proféticas. – Robert H. Stockman, The Baha’i Faith: A Guide For The Perplexed, p. 38.
Las enseñanzas bahá’ís dicen claramente que Dios no deja a ninguna civilización desprovista de guía espiritual, que el Creador envía a la humanidad un Mensajero divino «en cada época y ciclo», entonces, ¿cuál es la evidencia de que Quetzalcóatl es uno de esos Mensajeros divinos? Abdu’l-Bahá nos dio el criterio:
Es entonces evidente que las pruebas de la validez e inspiración de un Profeta de Dios son las acciones y logros benéficos y la grandeza que emana de Él. Si es el instrumento para la elevación y mejoramiento de la humanidad, sin duda es un Mensajero celestial válido.
La importancia de las contribuciones de Quetzalcóatl a la civilización demuestra que la guía divina era, y es, universal en naturaleza y alcance. Las tradiciones espirituales indígenas, en sus formas más refinadas, pueden – y podría decirse que deberían – ser reconocidas y respetadas como de inspiración divina no solo por los bahá’ís, sino por todas las personas de mente espiritual y abierta.
El histórico «Topiltzin Quetzalcoatl» – que significa «Nuestro joven príncipe, la serpiente emplumada» – era conocido en las culturas tolteca, maya y azteca como el hijo del gran dios Quetzalcoatl, su deidad creadora y de la fertilidad. Topiltzin Quetzalcoatl fundó y gobernó la antigua ciudad de Tollan Xicotitlan (también conocida como Tula), capital del imperio tolteca entre los años 900 y 1100 de nuestra era en México, cerca de la actual ciudad de Tula de Allende.
En su estudio definitivo de las diversas tradiciones que rodean a Quetzalcoatl – Topiltzin Quetzalcoatl: The Once and Future Lord of the Toltecs – Henry B. Nicholson, profesor emérito de antropología en la UCLA y aclamado como el mayor estudioso de la civilización azteca de América, nos informa de los siguientes hechos relativos a la vida de Topiltzin Quetzalcoatl:
(1) Topiltzin Quetzalcoatl fue posiblemente una figura histórica genuina que participó de manera prominente en una etapa temprana de la historia tolteca; (2) si es así, más tarde parece haberse mezclado y, ocasionalmente, confundido hasta cierto punto con ciertas personalidades sobrenaturales, particularmente con una antigua deidad de la fertilidad/lluvia/viento/creador, Ehécatl Quetzalcoatl; (3) posiblemente hijo de un importante conquistador temprano, Mixcoatl/Totepeuh, asumió el liderazgo secular y sacerdotal de un vigoroso grupo de hablantes nahuas establecido en Tollan; (4) mientras estuvo en el poder, parece haber introducido o presidido la introducción de importantes innovaciones culturales, especialmente en la esfera religiosa pero también en otros aspectos de la cultura; (5) debido a circunstancias que son oscuras pero que pueden haber implicado principalmente la oposición a sus doctrinas religiosas, se desarrolló un conflicto en Tollan de tales proporciones que Topiltzin Quetzalcoatl se vio obligado a marcharse, probablemente con un número considerable de seguidores; (6) dirigiéndose generalmente en dirección sureste, con una posible parada en Cholollan, llegó a la costa del Golfo y se trasladó más hacia el este, donde desapareció o murió; (7) se ha hecho a menudo la sugerencia de que «el» Topiltzin Quetzalcoatl de Tollan realmente condujo a un grupo hacia el norte de Yucatán y estableció una nueva capital política allí, Chichen Itza, y es ciertamente concebible, aunque una hipótesis alternativa alega que diferentes líderes llevaban los nombres de Kukulcan, Quetzalcoatl, Nacxit, etc. como títulos parece más probable; (8) además de su papel religioso, que se enfatiza en las fuentes tanto del centro de México como del norte de Yucatán, Topiltzin Quetzalcoatl parece haber funcionado también de manera importante como líder/consolidador político y fue recordado por las dinastías conectadas con los toltecas de las tierras altas de Guatemala como el dispensador de toda autoridad política válida; (9) la evidencia de una creencia generalizada en su eventual regreso para reclamar su poder, que podría haber influido significativamente en Motecuhzoma II de México Tenochtitlan-quien aparentemente se consideraba el sucesor dinástico directo de Topiltzin Quetzalcoatl-durante sus tratos iniciales con Cortés, es bastante fuerte. – p. 291.
Y lo que es más importante, Quetzalcóatl abolió la antigua práctica religiosa de los sacrificios humanos, y en su lugar enseñó a «sacrificar solo serpientes, pájaros y mariposas» (p. 46) -o, en otro relato, «codornices, mariposas, serpientes y grandes saltamontes» (p. 10). Este gran y notable logro distingue a Quetzalcóatl como líder espiritual, a pesar de que la aborrecible práctica fue reinstaurada después de su muerte. A Quetzalcoatl se le opusieron los «demonios» o «hechiceros» (tlatlacatecollo, » hombres-búho»), que intentaron repetidamente, mediante engaños y coacciones, persuadir a Quetzalcoatl para que sacrificara a seres humanos (p. 42).
La figura del histórico Topiltzin Quetzalcoatl ocupa un lugar destacado en la conciencia nacional de México. En Quetzalcoatl y la ironía del imperio: los mitos son profecías en la tradición azteca, el autor David Carrasco llegó a una conclusión similar:
Quetzalcoatl suele ser retratado como un ’ser humano sagrado’, con lo que queremos decir que su vida manifiesta la presencia, una y otra vez, de fuerzas y apariciones divinas y celestiales que determinan e impulsan su destino hacia un modelo arquetípico. – p. 79.
Carrasco también concluyó:
Quetzalcóatl inauguró una edad de oro de la antigua civilización mexicana. De la grandeza y prestigio de Quetzalcóatl se ha dicho: «Verdaderamente con él comenzó -verdaderamente de él brotó, Todo el Arte y el Conocimiento». – Ibídem, p. 85.
Nicholson también señaló la conocida profecía de que Quetzalcóatl regresaría algún día, otro indicio significativo de que su pueblo lo consideraba un Mensajero divino.
De hecho, era tan fuerte la creencia indígena en el regreso de Quetzalcóatl que el conquistador español, Hernán Cortés, fue trágicamente confundido por Motecuhzoma II como el regreso de Quetzalcóatl, cuando se encontraron por primera vez el 8 de noviembre de 1519 en Tenochtitlán, antigua capital del imperio azteca, como señala el profesor Nicholson:
… él [Quetzalcoatl] era esperado aún entonces. Cuando los españoles llegaron, se creía que era él quien regresaba. La revuelta zapoteca de 1550 fue causada por un informe de que su dios, «che haveva da redimerli», había aparecido. Se señala entonces que Topiltzin Quetzalcoatl nació en el signo de la Caña Única (Acatl) y que el año de la llegada de los españoles comenzó en ese signo, de donde surgió la creencia de que estos últimos eran sus dioses, ya que TQ [Topiltzin Quetzalcoatl] había profetizado que una nación barbuda vendría a someterlos. – Henry B. Nicholson, Topiltzin Quetzalcoatl: The Once and Future Lord of the Toltecs, p. 65.
Esta creencia de que Cortés era el regreso de Quetzalcoatl tuvo consecuencias desastrosas, pues Cortés conquistó la capital azteca, Tenochtitlan, el 13 de agosto de 1521. Entonces, ¿por qué debería alguien seguir creyendo en el regreso de Quetzalcóatl?
La creencia de que Bahá’u’lláh era el regreso de Quetzalcóatl fue popularizada en 1971 por Tony Shearer, autor de Lord of the Dawn: Quetzalcoatl y el Árbol de la Vida, y luego de nuevo en 1974 por Vinson Brown, autor de Voices of Earth and Sky: The Vision Life of the Native Americans and Their Culture Heroes (ilustrado por Tony Shearer). Pero para que Bahá’u’lláh sea identificado como el retorno de Quetzalcóatl, lo que más cuenta es la misión, no la persona. Quetzalcóatl es una prueba más de la verdad espiritual indígena, al igual que la nueva revelación de Bahá’u’lláh, que ya ha comenzado a rejuvenecer y revivir a las poblaciones indígenas y a los pueblos de las Primeras Naciones de toda América.
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