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Religión

Porqué necesitamos al Buda

Tom Tai-Seale | Mar 29, 2021

PARTE 9 IN SERIES Un plan ancestral desplegándose

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Tom Tai-Seale | Mar 29, 2021

PARTE 9 IN SERIES Un plan ancestral desplegándose

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Podemos aprender mucho sobre la religión a partir de sus objetos culturales, y las imágenes asociadas al budismo ofrecen una mitología importante y esencial que puede enseñarnos bastante. 

El símbolo dominante en el budismo es claramente el propio Buda en varias poses, normalmente sentado con los ojos parcialmente cerrados, pero en las versiones Hotai japonesas, aparece de pie y riendo. Esta versión risueña, probablemente modelada a partir de un corpulento monje budista chino conocido por su alegría y generosidad, se entiende sin embargo como una representación de Buda. Este tipo de imágenes encierran importantes lecciones para nosotros.

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El sereno Buda meditando muestra, obviamente, la iluminación espiritual como un proceso interior. Efectivamente, las fuerzas sociales pueden promoverla, pero el despertar espiritual es siempre una empresa psicológica individual. Por tanto, cualquiera puede acceder a ella, y la imagen del Buda muestra cómo: simplemente sentándose, desprendiéndose de las distracciones y atendiendo a lo que ya está dentro de nosotros: el reino de Dios, la fuente de todo ser, vacío de cualquier otra cosa que podamos añadirle.  

Esta conciencia budista, tan bellamente capturada en la imagen del Buda meditando, nos muestra nuestro vínculo con una fuerza extremadamente poderosa y una fuente de sabiduría y compasión, si nos volvemos conscientes de ello.

El Buda que ríe también tiene una importante lección que enseñarnos: que hay dicha oculta en todo, esperando a ser revelada. Toda la creación es sagrada y más de lo que parece: solo hace falta nuestra percepción para verlo.

Estas dos imágenes y sus variantes nos modelan lo cerca que está el mundo eterno, lo fácil que es alcanzarlo, lo mucho que tiene que ofrecer y cómo estamos conectados a él. Se trata de reconocimientos profundos, fáciles de aceptar para las personas ecuánimes, y una de las razones por las que las contribuciones del budismo a la civilización espiritual, tanto en Oriente como en Occidente, no pueden desestimarse. 

Necesitamos el mensaje de Buda.

Pero el mensaje de Buda no se opone al mensaje de la cruz, ni al del Corán, ni al de la Biblia hebrea, ni al núcleo de las escrituras hindúes. Todos son intentos de rescatar a los humanos de la destrucción social y de la autodestrucción. Es cierto que no podemos servir a diferentes maestros y permanecer cuerdos, pero si esos maestros reflejan una voluntad común, no hay conflicto.

Los principios de unicidad y unidad de la fe bahá’í dicen que podemos aprender de todas las religiones, aceptar a sus profetas y sus enseñanzas como parte de un único plan divino y, de este modo, disfrutar de una comprensión enriquecida de la obra de Dios participando en la curación del mundo. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, explicó este concepto en estos términos:

Los profetas de Dios deben ser considerados como médicos cuya tarea es fomentar el bienestar del mundo y sus pueblos para que, mediante el espíritu de unidad, puedan curar la dolencia de una humanidad dividida… cada vez que los profetas de Dios han iluminado el mundo con el resplandeciente brillo del Sol de conocimiento divino, invariablemente han emplazado a sus pueblos por los medios que mejor se adaptaran a las exigencias de la época en que aparecieran, a abrazar la luz de Dios. Así fueron capaces de dispersar la oscuridad de la ignorancia y derramar sobre el mundo la gloria de su propio conocimiento. Por consiguiente, es hacia la más íntima esencia de estos profetas que los ojos de todo hombre de discernimiento deben dirigirse, puesto que su único propósito ha sido siempre guiar a los errados y dar paz a los afligidos…

Esta secuencia de profetas y sus religiones encaja en un patrón y un plan más amplio, que los bahá’ís denominan revelación progresiva. Esto significa que la religión evoluciona continuamente a lo largo del tiempo, y también explica el auge y la decadencia de cada Fe individual. Las religiones deben renovarse periódicamente, explican las enseñanzas bahá’ís, y el budismo no es una excepción.

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Por qué el budismo necesita renovarse

Las escrituras budistas contienen una promesa divina: que cuando las cosas fueran mal, un nuevo Buda llamado Maitreya (Metteyya, Pāli) sería enviado para restaurar la moralidad y la longevidad. Los versos continúan explicando cómo cada nuevo vicio que la gente adopte -hablar mal de otro, palabras ásperas y charlas ociosas, opiniones falsas, falta de respeto, adulterio, incesto, codicia excesiva y prácticas desviadas- reduciría la duración de la vida de una fantástica duración de 80.000 años a 10 años. 

Dada la naturaleza obviamente metafórica de estos períodos de vida, el punto claro parece ser que el vicio y las falsedades acortan y ponen en peligro la vida, y se necesita una renovación tanto individual como social para que el progreso humano se reinicie. La humanidad necesita un gran maestro, un elegido de Dios, que proporcione este reinicio. 

Muchas sociedades budistas de todo el mundo necesitan una renovación, pero también todas las sociedades. Nuevos problemas, algunos nunca vistos, están apareciendo a un ritmo alarmante. ¿Dónde está nuestro Maitreya, nuestro nuevo Avatar, nuestro Qa’im, nuestro Jesús con un nuevo nombre y nuestro Mesías?

Las enseñanzas bahá’ís dicen que todas esas profecías han sido cumplidas por Bahá’u’lláh. Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, al resumir sus principales enseñanzas y principios para las Naciones Unidas en 1947, escribió:

El objetivo de Bahá’u’lláh, el Profeta de esta nueva y gran era en la que ha entrado la humanidad -cuyo advenimiento cumple las profecías del Antiguo y del Nuevo Testamento, así como las del Corán, relativas a la venida del Prometido al final de los tiempos, en el Día del Juicio- no es destruir sino cumplir las Revelaciones del pasado, reconciliar en lugar de acentuar las divergencias de los credos conflictivos que perturban la sociedad actual.

Su propósito, lejos de menospreciar la posición de los Profetas que le precedieron o de rebajar sus enseñanzas, es volver a exponer las verdades básicas que estas enseñanzas consagran de una manera que se ajuste a las necesidades, esté en consonancia con la capacidad y sea aplicable a los problemas, los males y las perplejidades de la época en que vivimos. [Traducción provisional Oriana Vento]

Así pues, la renovación está en marcha, pero sigue pasando desapercibida en gran medida. Para ver sus contornos con mayor claridad, en los próximos artículos de esta serie nos centraremos en las religiones que empezaron en Oriente Medio, ya que éstas se basan unas en otras y añaden detalles progresivos que explican cómo el espíritu humano puede responder de forma coherente a las fuerzas y los acontecimientos actuales.

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