Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Abdu’l-Bahá, el hijo mayor de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, fue el primer bahá’í. Aquí, en un extracto del diario de su secretario Ahmad Sohrab, el propio Abdu’l-Bahá explicó:
En Baghdád yo era un niño. Allí Él me anunció la Palabra y en Él creí. Tan pronto como me proclamó la Palabra, caí ante Sus benditos pies y le supliqué e imploré que aceptara mi sangre como un sacrificio en Su camino. – Bahá’u’lláh y la nueva era.
RELACIONADO: Abdu’l-Bahá: La personificación perfecta del amor universal
Bahá’u’lláh recibió su primera revelación durante los cuatro meses que pasó encarcelado en el Pozo Negro de Teherán a finales de 1852. Encarcelado y encadenado en ese terrible lugar, aprendió que él era el redentor prometido que su predecesor el Báb y todas las sagradas escrituras habían predicho. En diciembre de 1852, cuando el gobierno persa decidió que Bahá’u’lláh no había cometido ningún crimen, lo liberaron de la prisión y luego, temiendo la influencia que ejercía sobre el pueblo de Persia, lo exiliaron a Bagdad a principios de 1853.
Bahá’u’lláh se abstuvo de revelar públicamente su posición o de comenzar a establecer formalmente su nueva Fe durante una década – pero Abdu’l-Bahá lo supo, y se convirtió en el primero en creer en la misión de Bahá’u’lláh.
No todos los hijos de Bahá’u’lláh lograron seguir los principios espirituales de la religión que su padre reveló, pero Abdu’l-Bahá permaneció fiel durante toda su vida, dedicando cada momento de la misma a los principios bahá’ís de paz, unidad y amor por toda la humanidad. Sufrió por esa elección, confinado en prisión durante 40 años por ser bahá’í. Después de ser liberado en 1908, Abdu’l-Bahá pasó sus últimos 13 años promoviendo diligentemente la causa bahá’í y sus conceptos, viajando por todo el mundo como un renombrado y poderoso defensor de la justicia racial y contra la guerra, y construyendo el orden administrativo bahá’í que hoy funciona en todo el mundo.
¿Explica todo esto por qué tanta gente ama a Abdu’l-Bahá, o por qué millones de personas de todas las culturas, credos y clases imaginables lo consideran su modelo a seguir? Solo parcialmente. Su gran amor por Abdu’l-Bahá proviene no solo de la admiración por su papel, sino de la admiración por cómo modeló su vida espiritual interior.
En un discurso que dio en Chicago en 1912, Abdu’l-Bahá encapsuló su enfoque espiritual hacia los demás de esta manera:
Estad en perfecta unidad. Nunca os enojéis el uno con el otro. Que vuestros ojos se dirijan hacia el Reino de la Verdad y no hacia el mundo de la creación. Amad a las criaturas por amor a Dios y no por sí mismas. Jamás estaréis enojados o impacientes si los amáis por amor a Dios. La humanidad no es perfecta. Existen imperfecciones en cada ser humano; seréis siempre desdichados si miráis a la gente. Pero si miráis a Dios, los amareis y seréis amables con ellos, porque el mundo de Dios es el mundo de la perfección y de la completa merced. Por lo tanto, no miréis los defectos de nadie; mirad con la vista del perdón. El ojo imperfecto contempla imperfecciones. El ojo que cubre las faltas mira hacia el Creador de las almas. Él las creó, las educa y las provee, las dota con capacidad y vida, vista y oído; por lo tanto, ellas son los signos de Su grandeza. Debéis amar y ser amables con todos, interesaos por el pobre, proteged al débil, curad al enfermo, enseñad y educad al ignorante.
Este enfoque bahá’í hacia la vida, ejemplificado por Abdu’l-Bahá en su forma de vivir y en todas sus interacciones con todas las personas con las que se encontraba, eleva nuestra visión a un nivel más alto, a una meta más elevada y a un propósito más noble. Y debido a que realmente vivió esos principios en lugar de simplemente proclamarlos, sigue influyendo en millones de personas.
RELACIONADO: El verdadero ejemplo de cómo vivir una vida espiritual
Como el primer bahá’í, y como el líder de los bahá’ís del mundo desde la fecha del fallecimiento de Bahá’u’lláh en 1892 hasta el suyo propio casi treinta años después, y como el verdadero ejemplo de la Fe, Abdu’l-Bahá cumplió un papel completamente único en los anales de la historia religiosa, como lo explica aquí Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe bahá’í y su líder después del fallecimiento de Abdu’l-Bahá:
Él es y debe ser considerado por siempre, ante todo, como el Centro y Eje de la Alianza de Bahá’u’lláh, incomparable, que todo lo abarca, como Su más exaltada obra, el Espejo inmaculado de Su luz, el perfecto Ejemplo de Sus enseñanzas, el infalible Intérprete de Su Palabra, la personificación de todos los ideales bahá’ís, la encarnación de todas las virtudes bahá’ís, la Más Grande Rama brotada de la Antigua Raíz, el Agente de la Ley de Dios, el Ser «alrededor de Quien giran todos los nombres», el Tronco principal de la Unicidad del Género Humano, la Enseña de la Más Grande Paz, la Luna del Astro Central de esta santísima Dispensación: nombres y títulos que están implícitos y hallan su más real, alta y hermosa expresión en el mágico nombre de ‘Abdu’l-Bahá. Él es, por encima y más allá de estos títulos, el «Misterio de Dios», expresión con la que el mismo Bahá’u’lláh ha optado por designarle y que, si bien no nos da motivo para asignarle la posición de Profeta, indica cómo en la persona de ‘Abdu’l-Bahá se han unido y armonizado completamente las incompatibles características de una naturaleza humana y de una sabiduría y perfección sobrehumanas.
En esta época, en la que los bahá’ís del mundo conmemoran el legado legendario de Abdu’l-Bahá durante el centenario de su fallecimiento, personas de todos los colores, naciones y condiciones sociales han rendido homenaje al que llaman «el Maestro». En uno de esos homenajes* -que se encuentra aquí en YouTube- sus creadores han combinado música, fotografía e historias narradas de la vida de Abdu’l-Baha en un registro conmovedor de su amor sacrificado y altruista por toda la humanidad.
*Extractos de: «Abdu’l-Bahá, llamado ’El Maestro’», por Jonathan Menon; The Oriental Rose, por Mary Hanford Ford, pp. 164-165; The Chosen Highway, por Lady Blomfield, pp. 162-163; Abdu’l-Bahá en Londres, p. 91; Relatos de la vida de Abdu’l-Bahá, por Annamarie Honnold, p. 69; Una oración por Abdu’l-Bahá, disponible en https://www.bahai.ca/ascension-centenary/visit-a-generous-heart/. Lectores: Marielle Audet y Mead Simon. Flauta: István Matuz. Piano: Nancy Lee Harper. Música: Suite modale de Ernest Bloch. Producido por Marielle Audet. Música grabada en los estudios de radio Hungaroton en Budapest, Hungría, «Flutastic», Numérica Multimedia Productions, 2010.
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo