Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Los colores cambiantes de las hojas en otoño, la influencia de la luna en las olas, una chispa que se convierte en fuego, el arco iris que aparece después de la lluvia… todo lo que hay en este mundo, incluidos nosotros, nos fue dado por el Creador.
Eso significa que lo que nos rodea y lo que está dentro de nosotros es todo arte.
Como artista, puedo atestiguar que todo tiene un propósito práctico y también divino. Cuando miramos la vida a través de la lente de nuestro Creador, podemos ver la belleza de este mundo y reconocer la maravilla artística de toda la creación.
El diccionario define el arte de forma prosaica, como «el uso consciente de la habilidad y la imaginación creativa, especialmente en la producción de objetos estéticos». Pero el arte es mucho más que eso. El arte no tiene por qué ser algo hecho por el hombre para parecer «estético». El arte puede ser accidental, intencionado e incluso involuntario, porque todo lo que hacemos tiene algún propósito desde que tenemos alma.
En nuestras almas, hemos sido dotados de una capacidad innata para crear, y cada día lo hacemos, nos demos cuenta o no. A lo largo del tiempo, los seres humanos han contribuido a la magnífica obra de arte de Dios que constituye este mundo y todo lo que hay en él. El arte lo habita todo cuando se mira a través de los ojos del Creador.
Isaías 64:8 dice: «Ahora pues, Jehová, tú eres nuestro padre; nosotros barro, y tú el que nos formaste; así que obra de tus manos somos todos nosotros». Somos creación de Dios, lo que significa que somos arte. Entonces, ¿no es también arte todo lo que creamos?
Las obras de arte del Creador incluyen la singularidad de cada individuo, los alimentos que crecen de la tierra, animales únicos originarios de diferentes regiones y la impresionante extensión del universo mismo. Pero quizá la más hermosa de las obras de arte de Dios sea el camino espiritual que Él ha fortificado para nosotros a través de la religión.
A través de las montañas y los océanos, Dios ha dado a conocer su presencia. El Salmo 50:2 dice: «De Sion, perfección de hermosura, Dios ha resplandecido». Los que niegan la existencia de Dios porque no podemos verlo físicamente no han visto sus obras de arte, que existen en todas partes. Todo lo que tenemos que hacer es mirar hacia arriba y reconocer que la belleza que nos rodea es, de hecho, creación de Dios.
Cuanto más agradecidos estemos por esas bendiciones creativas, más felices seremos, ya que empezamos a darnos cuenta de toda la belleza que existe. El arte nos rodea. Eclesiastés 3:11 dice: «Todo lo hizo hermoso en su tiempo; y ha puesto eternidad en el corazón de ellos, sin que alcance el hombre a entender la obra que ha hecho Dios desde el principio hasta el fin».
Esa gran fuerza creativa nos ha dotado de almas, y ellas inspiran nuestro trabajo creativo e imaginativo como artistas. El arte puede significar cosas diferentes para cada persona, pero si elegimos verlo a través de una lente espiritual, entonces todo lo que creamos tiene el potencial de expresar nuestras inspiraciones artísticas. Dios nos ha dotado de la capacidad innata de crear, y ese don en sí mismo es el arte.
Las enseñanzas bahá’ís consideran la creación artística como una forma de adoración. Abdu’l-Bahá, el hijo y sucesor de Bahá’u’lláh, escribió que “la adquisición de las ciencias y la perfección de las artes son considerados actos de adoración”. Como resultado, los bahá’ís mantienen el arte a un elevado nivel espiritual, reconociendo que nuestra capacidad para crear arte nos conecta con Dios. Aunque no todos seamos pintores, músicos, cineastas o artistas en el sentido tradicional, todas las personas están dotadas de algún don para crear. 1 Pedro 4:10 dice: «Cada uno según el don que ha recibido, minístrelo a los otros, como buenos administradores de la multiforme gracia de Dios…».
Por supuesto, el arte es subjetivo, y nadie puede decidir oficialmente qué es y qué no es artístico. En cierto modo, todo puede llegar a ser artístico por la belleza que encierra este mundo. El arte no es más que lo que separa lo ordinario de lo extraordinario, y a nosotros nos corresponde decir qué nos parece extraordinario.
Cuando miramos el mundo a través de los ojos de nuestro Creador, descubrimos que todo lo que nos rodea es extraordinario a su manera. Esto significa que los actos de servicio pueden ser arte, dar un discurso puede ser artístico y atender a los seres queridos puede calificarse de arte, ya que todos vivimos en el marco artístico de la vida que Dios nos ha proporcionado tan generosamente.
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Nuestra capacidad emocional de ser empáticos, generosos y amorosos nos permite traer más arte a este mundo. Nuestra capacidad de crear a través de medios como la música infunde alegría en nosotros mismos y en los demás, e incluso puede aprovechar el poder no solo para fortalecer las comunidades, sino también para crear otras nuevas. Abdu’l-Bahá escribió que «la música, cantada o instrumental, es alimento espiritual para el alma y el corazón». El arte puede tener un impacto profundamente nutritivo en nosotros porque nos ofrece sustento emocional, espiritual y creativo. Abdu’l-Bahá dijo:
Aunque los sonidos son sólo vibraciones del aire que afectan el nervio auditivo del oído, y estas vibraciones no son más que fenómenos accidentales transmitidos por el aire, con todo, ved cómo conmueven el corazón. Una melodía maravillosa da alas al espíritu y hace que el alma se estremezca de alegría.
Cada mañana sale el sol y cada noche la luna se revela en la oscuridad entre todas las estrellas. ¿No es eso arte en sí mismo? Si el hombre hubiera creado este fenómeno, lo consideraríamos la mayor obra de arte de todos los tiempos.
Cuando sentimos la presencia de Dios en el viento, en el fuerte sol que brilla sobre nuestros rostros, en la corriente del mar y en el frescor de la nieve que nos envuelve perfectamente, estamos experimentando el arte. Parte del objetivo de la religión es ayudarnos a reconocer la belleza en nosotros mismos, en los demás y en este mundo. Dios nos la dio libremente, y podemos utilizarla para ver todo el arte que existe y que alguna vez no hemos sabido reconocer. Todo lo que hacemos y creamos está inspirado por el poder del Creador. Cuando lo reconocemos, nos sentimos amados, libres, nobles y realizados. Cuando miramos toda la existencia a través de los ojos de Dios, todo es arte, y nosotros somos arte.
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