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Espiritualidad

El sacrificio: el principio básico de la naturaleza y la espiritualidad

V. M. Gopaul | Dic 6, 2022

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V. M. Gopaul | Dic 6, 2022

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Cuando examinamos la vida en la naturaleza y la comparamos con el periplo de un profeta en este planeta, descubrimos que tienen al menos una cosa en común: el sacrificio desempeña un papel importante en sus destinos.

¿Qué es el sacrificio? El diccionario lo define como la «entrega o destrucción de algo preciado o deseable en aras de algo que se considera que tiene un valor superior o más apremiante».

En la naturaleza, el sacrificio desempeña un papel fundamental en el mantenimiento del ciclo de la vida en la Tierra. Sin él, nuestro planeta se volvería estéril como Marte. De hecho, la propia naturaleza es intrínsecamente sacrificada: el mineral renuncia a su identidad para asimilarse a la naturaleza de la planta; la planta se sacrifica por la existencia superior de los animales y los humanos, en un ciclo interminable de mantenimiento de la vida.

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En el reino animal, algunas especies se aprovechan de otras para sobrevivir. La naturaleza se nutre de este círculo de sacrificios, manteniendo una jerarquía en la que las formas inferiores de existencia renuncian a su identidad y a su propia vida en beneficio de las formas superiores. Cualquier cambio en esta jerarquía alteraría el equilibrio de la naturaleza. Por ejemplo, algunas aves necesitan insectos, semillas y gusanos para vivir. Si estas fuentes de alimento desaparecen, las aves que dependen de ellas se extinguirían rápidamente.

Como señalan las enseñanzas bahá’ís en este extracto de los escritos de Abdu’l-Bahá, todas las criaturas que viven en la Tierra están interconectadas de forma compleja a través de este principio del sacrificio:

Reflexiona acerca de las realidades intrínsecas del universo, las secretas sabidurías que encierra, los enigmas, las interrelaciones, las reglas que todo lo gobiernan. Pues cada parte del universo se vincula con todas las demás partes con lazos que son muy poderosos y que no admiten ningún desequilibrio ni aflojamiento alguno. En el dominio físico de la creación, todas las cosas se alimentan y sirven de alimento: la planta absorbe al mineral; el animal, al pacer, ingiere la planta; el hombre se alimenta del animal, y el mineral consume el cuerpo del hombre. Los cuerpos físicos son transferidos cruzando una barrera tras otra, de una vida a otra, y todas las cosas están sujetas a transformación y cambio, salvo únicamente la esencia de la existencia misma, ya que es constante e inmutable, y en ella se basa la vida de toda especie y género, de toda realidad contingente por la extensión de la totalidad de la creación.

En nuestra vida humana, el sacrificio adopta varias formas. Las personas pueden hacer sacrificios con fines humanitarios donando dinero o tiempo a organizaciones de caridad o de servicio, o pueden prescindir de cosas que desean para ayudar a sus hijos u otros miembros de la familia. Ofrecer algo de valor a los poderes divinos puede ser una forma de mostrar devoción, agradecimiento o compromiso. Muchos consideran el sacrificio de tiempo o de cosas materiales como una forma de adoración.

El sacrificio de uno mismo

El sacrificio de la riqueza material o del tiempo puede ser un objetivo noble, pero de mayor importancia es el sacrificio de uno mismo, que proporciona una puerta de entrada al Reino de Dios. Veamos algunas formas de este noble acto.

Pensemos, por ejemplo, en la crianza de los hijos. Criar a un niño desde la infancia hasta la madurez no es una tarea fácil, ya que requiere de un amor incondicional, así como un cuidado considerable, valentía, paciencia y otras virtudes. Los padres responsables dejan de lado sus propios deseos para construir familias fuertes. Su principal esperanza es el bienestar de sus hijos. Asumen este sacrificio sin esperar una recompensa, ya sea económica o de otro tipo. Aunque la crianza de los hijos no es glamurosa ni suele ser muy alabada, el Creador la considera un acto muy meritorio, según las enseñanzas bahá’ís:

Entre los más grandes de todos los servicios que el hombre tiene posibilidad de ofrecer a Dios Todopoderoso está la educación e instrucción de los niños… para que estos niños, criados por la gracia en el camino de la salvación, creciendo como perlas de divina munificencia en la concha de la educación, algún día adornen, cual joyas, la corona de gloria perdurable.

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De hecho, una civilización mundial próspera depende de una buena crianza, y una buena crianza requiere sacrificio. Hay una paradoja en este tipo de sacrificio. Dar a menudo significa dolor, que nuestro lado animal evita instintivamente. Sin embargo, hay un sabor dulce en esta amarga experiencia.

Un ejemplo reciente es el de un niño de cuatro años llamado Jason Mackintosh, al que le diagnosticaron un cáncer de huesos y los médicos le dieron solo seis meses de vida. Sus padres estaban decididos a encontrar una cura para su enfermedad a cualquier precio. Con el tiempo, perdieron su casa y acumularon una montaña de deudas. La madre de Jason tuvo que dejar su trabajo y ambos padres agonizaron por el destino de su hijo, pero nunca se rindieron.

Cuando Jason falleció después de 11 meses, la madre dijo: «Por Jason, lo haríamos todo de nuevo» mientras se secaba las lágrimas que rodaban por sus mejillas. «Quizá más. Un millón de veces más».

Por el amor a su hijo, el sacrificio de estos padres no tuvo límites. Creo que lo mismo ocurre con cualquiera que haya empezado a renunciar al yo por una causa superior. Si se hace por Dios, el sabor del sacrificio es aún más dulce.

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