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¿Se sacrifican todos los profetas por nuestra redención?

Steve McLean | Ene 5, 2022

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Steve McLean | Ene 5, 2022

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Si Cristo dio su vida para redimir al mundo, me pregunté de adolescente, ¿hicieron lo mismo otros mensajeros de Dios?

Las enseñanzas bahá’ís responden a esa pregunta con un rotundo sí. Este ejemplo de sacrificio está presente en las revelaciones de Abraham y Muhammad:

Aquello que has escuchado referente a Abraham, el Amigo del Todomisericordioso, es la verdad y no hay duda de ello. La Voz de Dios Le ordenó ofrendar en sacrificio a Ismael, para que se demostrara a los hombres Su firmeza en la Fe de Dios y Su desprendimiento de todo salvo de Él. El propósito de Dios fue, además, sacrificarle en redención por los pecados e iniquidades de todos los pueblos de la tierra. Jesús, el Hijo de María, suplicó al único Dios verdadero, ensalzados sean Su nombre y gloria, Le confiriera a Él este mismo honor. Por la misma razón Muhammad, el Apóstol de Dios, ofrendó en sacrificio a Husayn.

Aquí los pecados del mundo son eximidos por el sacrificio supremo de los mensajeros de Dios, quienes enfrentaron el rechazo y el sufrimiento por las acciones de los hombres.

Este mismo tipo de sufrimiento, según el testimonio de Bahá’u’lláh, ocurrió a través de los sacrificios de Abraham, Cristo y Muhammad. Al estudiar este patrón histórico consistente, se hace evidente que un misterioso proceso divino de purificación espiritual se apoya en las acciones de sacrificio de una secuencia de mensajeros de Dios, no solo en uno de esos mensajeros, sino en todos ellos.

Según la declaración de Bahá’u’lláh, los hombres mortales no pueden comprender el secreto del misterio de esta ofrenda suprema:

Ningún hombre podrá jamás pretender haber comprendido la naturaleza de la oculta y múltiple gracia de Dios; nadie puede entender Su misericordia que todo lo abarca. Tales han sido la perversidad de los hombres y sus transgresiones, tan penosas han sido las pruebas que han afligido a los Profetas de Dios y Sus escogidos, que toda la humanidad merece ser atormentada y perecer. No obstante, la oculta y muy amorosa providencia de Dios la ha protegido por medios tanto visibles como invisibles, y continuará protegiéndola del castigo merecido por su iniquidad. Reflexiona sobre esto en tu corazón para que te sea revelada la verdad, y mantente firme en Su camino.

La evidencia proporcionada por los escritos de Bahá’u’lláh verifica la realidad de la redención divina para los pueblos del mundo. Este plan para eximir los pecados del mundo ha ocurrido a lo largo de todas las épocas a medida que Dios revela a Sus profetas y mensajeros:

Cada uno de ellos es el Camino de Dios que conecta este mundo con los dominios de lo alto y el Estandarte de Su Verdad para todos los que están en los reinos de la tierra y del cielo.

Fijad vuestra mirada en Aquel que es el Templo de Dios entre los hombres. Él, en verdad, ha ofrendado Su vida como un rescate para la redención del mundo.

Así que la naturaleza de cada sacrificio es única según las circunstancias de cada revelación particular, aunque el principio general sigue siendo el mismo: demostrar la inmortalidad del espíritu humano.

Si el espíritu no fuese inmortal, ¿cómo podrían las Manifestaciones de Dios soportar pruebas tan terribles?

¿Por qué Jesucristo sufrió la horrible muerte en la cruz?

¿Por qué Muhammad soportó las persecuciones?

¿Por qué el Báb consumó el supremo sacrificio, y por qué Bahá’u’lláh pasó tantos años de Su vida en prisión?

¿Por qué habrían de existir todos estos sufrimientos sino para probar la vida sempiterna del espíritu?

Cristo sufrió; Él aceptó todas las pruebas por la inmortalidad de Su espíritu.

¿Qué hay del papel de los sacrificios en las vidas del Báb y de Bahá’u’lláh? El Báb hizo un llamamiento único para su brevísima revelación, que liberó poderosas fuerzas para la edad venidera al tiempo que predijo su propia muerte:

«¡Oh tú Remanente de Dios! Me he sacrificado enteramente por Ti, he soportado imprecaciones sólo por amor a Ti, y no he anhelado más que el martirio en el sendero de Tu amor… ¿Sacrificas lo que más amas, en el sendero de Dios…? – El Báb, citado por Bahá’u’lláh en El libro de la certeza.

Bahá’u’lláh verificó el papel del martirio de su precursor y habló de la redención humana a través de las tribulaciones de su propio ministerio y de su papel activo en este plan divino para la redención universal de los pecados:

La Antigua Belleza [Bahá’u’lláh] ha consentido ser encadenada para que la humanidad sea liberada de su cautiverio, y ha aceptado ser encarcelada en esta muy poderosa Fortaleza para que todo el mundo logre la verdadera libertad.

Nosotros, ciertamente, hemos venido por amor a vosotros y hemos soportado los infortunios del mundo por vuestra salvación. – Las tablas de Bahá’u’lláh.

Intentar comprender este misterio espiritual me lleva a recordar a mi padre inclinando la cabeza junto a la cama y juntando las manos con humildad hacia Dios en la oración.

Hasta el día de hoy, ninguno de los hijos de nuestra familia sabe con certeza por qué nuestro padre, que no iba a la iglesia, se dirigía a Dios en oración todas las noches. A nadie se le ocurrió preguntárselo. ¿Alguna persona dulce y cariñosa le dio un consejo inspirador para que su vida tuviera más sentido? De la misma manera, Bahá’u’lláh describió a todos los mensajeros de Dios como un salvador amoroso para todos nosotros:

Soy aquel, oh mi Señor, quien ha abrazado Tu amor y aceptado todas las adversidades que el mundo puede infligir, quien se ha ofrecido a sí mismo en redención por Tus amados, para que puedan ascender a los cielos de Tu conocimiento y sean acercados a Ti, y puedan elevarse hacia la atmósfera de Tu amor y complacencia.

Los profetas se someten trágica y voluntariamente al rechazo, el sufrimiento e incluso la muerte para darnos un camino libre hacia nuestro propio despertar, nuestra propia conciencia, nuestra propia salvación. Esta misteriosa recompensa llega hasta el propósito mismo de la creación de Dios para la humanidad, y en última instancia llega hasta cada uno de nosotros que ora sinceramente a nuestro Creador.

Con el tiempo, me complace contar que nuestro noble padre también abrazó la Fe bahá’í. Al igual que sus hijos antes que él, no vio ninguna contradicción con el Dios con el que habló junto a su cama y con el que envió a los mensajeros divinos. Nunca podré olvidar que nuestro querido padre se unió a su familia en la firme creencia de las enseñanzas de la Fe bahá’í. Enriqueció nuestras vidas, así como la suya propia. Papá encontró un gran consuelo hasta el final de sus días con la lectura diaria de las hermosas palabras de las oraciones bahá’ís, oraciones dadas por los mensajeros de Dios que sacrificaron sus vidas por nosotros y limpiaron los pecados del mundo.

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