Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Todos tenemos sueños y aspiraciones, pero con demasiada frecuencia nos enfrentamos a la decepción. Una vida llena de decepciones no es una buena vida, y por eso es tan importante el contentamiento.
El verdadero contentamiento significa estar satisfecho con lo que tenemos y con lo que nos sucede en la vida.
Los escritos bahá’ís ofrecen una enorme cantidad de sabiduría sobre la importancia del contentamiento. He aquí algunos pasajes. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, escribió estos pasajes en su libro místico Las Palabras Ocultas:
¡OH HIJO DEL HOMBRE! Conténtate conmigo y no busques a otro que te ayude; pues nunca podrá bastarte nadie sino Yo.
¡OH HIJO DEL ESPÍRITU! No Me pidas lo que no deseamos para ti; conténtate, pues, con lo que hemos ordenado para ti, porque esto es lo que te beneficia, si con ello te contentas.
Además, en una de las cartas de Bahá’u’lláh a un médico, le aconsejaba:
En verdad, lo más necesario es el contentamiento en todas las circunstancias; por medio de éste uno se preserva de las condiciones mórbidas y de la lasitud. No cedas a la pena y al dolor: causan la mayor miseria. Los celos consumen el cuerpo y la ira quema el hígado: evita estos dos como a un león. [Traducción provisional de Oriana Vento]
Contentamiento en todas las circunstancias: ¡eso es mucho pedir para cualquiera! Entonces, ¿cómo podemos alcanzar este elevado nivel?
Contentamiento: Aceptar la voluntad de Dios
Según las enseñanzas bahá’ís, alcanzamos el contentamiento aceptando la voluntad de Dios.
En el libro de Bahá’u’lláh Los Siete Valles, Bahá’u’lláh utiliza las etapas sufíes tradicionales de desarrollo espiritual para explicar el viaje del buscador espiritual desde el Valle de la Búsqueda hasta las alturas del conocimiento místico. En la tercera etapa o valle –el Valle del Conocimiento– el buscador alcanza lo que podríamos llamar una satisfacción menor en los mundos de la limitación. En el quinto valle –llamado el Valle del Contentamiento– el buscador alcanza un contentamiento superior más allá de las limitaciones.
En el Valle del Conocimiento, el buscador espiritual alcanza cierto grado de contentamiento, pero no necesariamente un contentamiento absoluto. Puede tener la sabiduría de comprender que todo sucede por una razón, que lo que puede parecer inmediatamente una desgracia, al final resultará ser algo bueno. Por ejemplo, la persona puede perder su trabajo y tener la convicción de que esto le llevará a una vida mejor, ya sea encontrando un trabajo mejor o aprendiendo a vivir de otra manera.
¿Quién puede estar realmente contento?
Todo esto parece implicar que la persona verdaderamente contenta está plenamente presente, desvinculada del mundo material, pero viviendo feliz y espiritualmente en el aquí y ahora. Alguien que está verdaderamente contento acepta y abraza plenamente la voluntad de Dios. Pero, ¿cuál es exactamente la voluntad de Dios? ¿Cómo podemos saberlo?
Las enseñanzas bahá’ís describen varias dimensiones diferentes de la voluntad de Dios, y muchas perplejidades sobre cómo se entrelaza con nuestras propias voluntades.
Ciertamente, Dios ha dado a los seres humanos una medida de libre albedrío, la capacidad de elegir y tener control sobre nuestras vidas. Ejercemos este control decidiendo qué queremos comer, qué carrera queremos seguir, con quién casarnos… y la lista continúa. Pero todos somos imperfectos, lo que significa que nuestros intentos de autonomía son a menudo erróneos, cuando no insensatos, y por eso, al ejercer nuestra voluntad, a menudo corremos el riesgo de hacernos daño a nosotros mismos.
Pero aunque tengamos la capacidad de elegir y ejercer control, en mucha mayor medida estamos a merced del mundo en que vivimos. Aunque tenemos cierta capacidad para moldear y cambiar el entorno, vivimos en él y también sufriremos las consecuencias de nuestro comportamiento. También vivimos entre otras personas, miles de millones aquí en el planeta Tierra, lo que significa que todas nuestras intenciones chocan a menudo, de modo que tu deseo de ser rico puede triunfar sobre el mío.
Podríamos decir que, en cierto sentido, el mundo medioambiental y social que nos rodea también son manifestaciones de la voluntad de Dios, porque escapan en gran medida a nuestro control.
Cuando no nos damos cuenta de ello, experimentamos ira, celos, decepción y cosas por el estilo. Cuando aceptamos plenamente las cosas que no podemos controlar, cuando aceptamos lo que es, alcanzamos el contentamiento. Por supuesto, esto nos deja con algunas preguntas cruciales:
¿Vivir contentos significa renunciar a nuestros sueños y aspiraciones?
¿Significa que nos volvemos completamente pasivos?
¿A la persona que vive en el Valle del Contentamiento ya no le afectan las injusticias que le rodean?, ¿seguirá dedicándose a luchar contra ellas?
Son preguntas importantes. ¿Qué opinas tú? Escribe tu opinión en los comentarios.
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