Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Aparentemente, en los albores de muchas religiones, una señal en el cielo ha precedido a la llegada de un nuevo mensajero de Dios: ¿acaso una señal en los cielos anunció la llegada de los profetas bahá’ís, el Bab y Bahá’u’lláh?
Los bahá’ís creen que el Báb, que significa «la Puerta», no era simplemente un heraldo de la llegada de Bahá’u’lláh, sino un profeta independiente de Dios mismo. Las enseñanzas bahá’ís dicen que estos dos mensajeros divinos -a los que los bahá’ís conocen como «Manifestaciones Gemelas de Dios» debido a su conexión espiritual y a su estrecha proximidad histórica- marcan el final de un importante ciclo religioso y el comienzo de uno nuevo.
El Báb anunció su misión en 1844. Bahá’u’lláh supo por primera vez de su misión como nuevo mensajero de Dios en 1852, y la anunció públicamente en abril de 1863.
En su Libro de la Certeza, Bahá’u’lláh escribió estos dos pasajes, refiriéndose a todos los profetas y mensajeros de Dios como «Espejos que reflejan la Esencia divina»:
…cuando se acerque la hora en que ha de aparecer el Sol del cielo de la justicia y navegue el Arca de la guía divina sobre el mar de la gloria, aparecerá una estrella en el cielo que anunciará a su pueblo el advenimiento de esa máxima luz. De igual modo, en el cielo invisible aparecerá una estrella que actuará ante los pueblos de la Tierra como heraldo del amanecer de esa verdadera y exaltada Mañana. Este doble signo, en el cielo visible e invisible, ha anunciado la Revelación de cada uno de los Profetas de Dios…
… o queda claro y manifiesto que, antes de la revelación de cada uno de los Espejos que reflejan la divina Esencia, los signos que anuncian su advenimiento deben necesariamente revelarse en el cielo visible como también en el invisible …
Entonces, ¿una estrella en los cielos señaló la llegada del Báb, y luego otra predijo el advenimiento de Bahá’u’lláh? Las propias enseñanzas bahá’ís guardan silencio al respecto, pero quizá, puesto que los bahá’ís creen en la armonía de la ciencia y la religión, la ciencia contemporánea pueda arrojar algo de luz sobre el tema.
¿Qué fue la estrella de Belén?
Los astrónomos han buscado durante mucho tiempo la estrella brillante, mencionada en el libro de Mateo, que los tres reyes magos siguieron hasta el lugar de nacimiento de Jesús, el niño Jesús.
Durante siglos, los astrónomos han sugerido que la estrella de Belén pudo producirse debido a una conjunción celestial de planetas brillantes. Una nota en los Anales de la Abadía de Worcester de 1285 d.C. señala una alineación de Júpiter y Saturno que ocurrió en el momento del nacimiento de Jesús.
En el siglo XVII, el propio astrónomo pionero Johannes Kepler abordó la idea de una conjunción planetaria inusualmente brillante cuando nació Jesús, y desde entonces los astrónomos han citado la Estrella de Belén como una conjunción, un cometa o una supernova. De hecho, varios observadores celestes de la época en la que nació Cristo informaron de relatos contemporáneos de objetos estelares inusualmente brillantes. Observadores de Corea y China observaron una «estrella» brillante y estacionaria en los cielos durante 70 días en el año 5 a.C., que probablemente era un cometa; y una supernova, conocida como el púlsar Hulse-Taylor, ocurrió en el año 4 a.C., confirmada por múltiples relatos de China, Corea y Palestina.
Paralaje estelar, estrellas gemelas y nuevos descubrimientos universales
Friedrich Bessel, matemático, físico y astrónomo alemán del siglo XIX, avanzó en la comprensión de la refracción de la luz y de cómo la posición de una estrella con respecto a nuestro horizonte y a la atmósfera terrestre podía ayudar a determinar su distancia a nosotros. Este avance científico, denominado paralaje estelar, le permitió realizar mediciones mucho más precisas de las posiciones de varias estrellas y de las distancias exactas entre ellas, y permitió a los científicos de todo el mundo empezar a comprender la asombrosa magnitud de nuestro vasto e inexplorado universo.
En 1844, el año en que el Bab declaró su misión, Bessel descubrió una variación en la rotación de una estrella que la humanidad ya conocía bien: Sirio, también conocida como la Estrella del Perro, la estrella más brillante del cielo nocturno. Al estudiar a Sirio, a poco menos de nueve años luz de la Tierra, Bessel hizo un descubrimiento que aportó nuevos conocimientos a la humanidad. Utilizando un telescopio, observó que Sirio parecía tambalearse, y dedujo de esa evidencia que debía tener una estrella compañera. El Museo Americano de Historia Natural explica: «En 1844, Bessel tenía un número suficiente de observaciones precisas para anunciar que Sirio debía tener una compañera invisible».
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El astrónomo estadounidense Alvan Graham Clark observó inicialmente esta estrella compañera, ahora llamada Sirio B, en 1862, creando la primera prueba científica de que las estrellas podían venir en pares y orbitar entre sí. ¿Fue esto un presagio del gran anuncio de Bahá’u’lláh cuando estableció la Fe bahá’í en el jardín de Ridvan en 1863? ¿Es solo una coincidencia que estas fechas sean tan importantes para la Fe bahá’í?
Más tarde, en 1914, los astrónomos analizaron el espectro de Sirio B, y descubrieron que era una «enana blanca» -una estrella, densa en materia, en la etapa evolutiva final que pueden alcanzar las estrellas. El libro Cosmic Horizons, editado por Steven Soter y Neil deGrasse Tyson, dice:
Para ser tan caliente y a la vez tan débil, la compañera de Sirio debía ser tan pequeña como la Tierra, pero su masa, calculada a partir de la astrometría de Bessel, era igual a la del Sol. Se trataba de una estrella con la masa del Sol empaquetada en un volumen no mayor que el de la Tierra.
¿Qué mejor anuncio celestial, que el último mensajero de Dios, a menudo referido simbólicamente como el Sol, y profetizado en los escritos musulmanes como el «doble toque de trompeta», ha llegado? Como dijo Abdu’l-Bahá en Contestaciones a unas preguntas:
De igual modo, cuando la Santa Manifestación de Dios, que es el sol de la creación divina, brilla sobre el mundo de los espíritus, pensamientos y corazones, surge una primavera espiritual dadora de nueva vida, se hace visible el poder de la maravillosa primavera, y se es testigo de una bondad portentosa.
Así que la próxima vez que mire al cielo nocturno, busque a Sirio y reconozca su brillo estelar como la luz combinada de dos estrellas gemelas, al igual que el faro brillante de las enseñanzas bahá’ís brilla a través de dos mensajeros.
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