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Vida

Sustituyendo el miedo por el amor

Susan Gammage | Ene 15, 2025

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Susan Gammage | Ene 15, 2025

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Todas las personas que me pudieron haber amado parecen haber sido sistemáticamente apartadas de mi vida.

Perdí a mis padres y hermanos por el distanciamiento que me causó hablar de los abusos que sufrí en mi infancia; a mi cónyuge por un divorcio causado por mi incapacidad para tratar mis problemas y los suyos al mismo tiempo; a posibles parejas debido al exceso de equipaje de la infancia por ambas partes; y a mi hijo, que estaba demasiado ocupado con su vida como para incluirme en ella. 

Con cada pérdida, no he tenido otro recurso que el amor de Dios. Ha sido la única fuente de amor constante, segura, fiable y gratuita de mi vida. (Por supuesto, mis gatos se acercan bastante, pero su amor no es «gratuito» en el sentido de que son caros de mantener y mueren demasiado pronto…).

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A lo largo de este proceso, me di cuenta de que no tenía ni idea de lo que significaba amar. 

El amor de mis padres por mí era violento y abusivo; el amor de mi marido por mí estaba condicionado a que yo cuidara de él; el amor de una posible pareja por mí estaba condicionado a mantener relaciones sexuales fuera del matrimonio; y el amor de mi hijo por mí cambió cuando se hizo mayor y ya no me necesitaba. Mi corazón se ha roto muchas veces, así que se volvió bastante cerrado tanto a dar como a recibir amor. 

Después de que mi último potencial cónyuge se marchara, le dije a alguien que mi corazón estaba rodeado por un muro de ladrillos. En cuanto pronuncié esas palabras, me di cuenta de que no quería pasar el resto de mi vida atrapada tras ese muro, especialmente como bahá’í, cuyo trabajo es amar a todo el mundo e intentar servirlo. Las enseñanzas bahá’ís dicen:

Nuestros mayores esfuerzos deben estar dirigidos hacia el desprendimiento de las cosas del mundo; debemos luchar por ser más espirituales, más luminosos, por seguir el consejo de las Enseñanzas Divinas, por servir a la causa de la unidad y de la verdadera igualdad, por ser generosos, por reflejar el amor del Altísimo sobre todos los seres hu – manos, para que la luz del Espíritu se manifieste en todos nuestros actos, con el fin de que toda la humanidad se una… – La sabiduría de Abdu’l-Bahá, p. 109.

Lo maravilloso de esta historia es que todas esas pérdidas me han ayudado a alcanzar el propósito de mi vida, que es conocer y amar a Dios, porque he tenido que enseñarme a amar desde cero.

¿Por qué es tan importante el amor de Dios?

En la recopilación de sus discursos en Francia, titulada «La sabiduría de Abdu’l-Bahá», Abdu’l-Bahá, hijo del fundador de la Fe bahá’í, nos dice algunas cosas importantes: que con el amor de Dios recibimos la vida eterna y nos convertimos en la imagen viva de Dios:

A través de este amor [que fluye de Dios hacia el ser humano], el ser humano es dotado de existencia física, hasta que, por medio del hálito del Espíritu Santo -este mismo amor- recibe la vida eterna y se convierte en la imagen del Dios Viviente. – Ibid, p. 218.

Y lo que es quizá más importante, Abdu’l-Bahá explicó que el amor de Dios origina todo el amor del mundo: «Este amor [que fluye de Dios hacia el ser humano] es el origen de todo el amor del mundo de la creación.» 

Así que si quería aprender a amar a los demás, primero tenía que aprender a amar a Dios.

En «La sabiduría de Abdu’l-Bahá», Abdu’l-Bahá nos enseña que el amor también cura a los enfermos, proporciona un bálsamo a los heridos y ofrece alegría y consuelo al mundo entero. Sin duda, yo necesitaba todo esto:

¡No hay nada más grande ni más sagrado que el Amor de Dios! Da salud al enfermo, bálsamo al herido, alegría y consuelo al mundo entero, y sólo a través de él puede el ser humano alcanzar la Vida Sempiterna. – Ibid, p. 103.

En caso de que te resulte difícil, si no imposible, entender el amor de Dios por ti, como me ocurrió a mí, Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, declaró lo mucho que somos amados cuando escribió: “Tu nombre se menciona con frecuencia en presencia de este Agraviado, y las miradas de nuestra amorosa bondad y nuestra compasión se dirigen hacia ti”. – Las tablas de Bahá’u’lláh, p. 206.

Dios nos conoce, ve nuestros esfuerzos y nos ama incondicionalmente, como Bahá’u’lláh reveló:

Regocíjate con gran alegría porque te hemos recordado tanto ahora como en el pasado. En verdad, los dulces aromas de este recuerdo perdurarán y no cambiarán en toda la eternidad de los Nombres de Dios, el Señor de la humanidad. Benévolamente hemos aceptado tus oraciones, tus alabanzas, tu trabajo de enseñanza y los servicios que has prestado por amor a este poderoso Anuncio. También hemos escuchado lo que tu lengua ha manifestado en las reuniones y asambleas. Verdaderamente, tu Señor escucha y observa todas las cosas.  – Ibid, p. 283.

Dios nos ha dado a Bahá’u’lláh y a Abdul-Bahá, que también nos aman a cada uno de nosotros y oran continuamente por nosotros. Abdu’l-Bahá dijo:

En todo momento hablo de vosotros y os recuerdo. Ruego al Señor y con lágrimas Le imploro que haga descender todas estas bendiciones sobre vosotros y alegre vuestros corazones, y haga dichosas vuestras almas, y os conceda gran gozo y delicias celestiales […] – Selecciones de los escritos de Abdu’l-Bahá, p. 58.

Como veo pruebas del amor que Abdu’l-Bahá sentía por mí en estas poderosas citas, quiero amarle y volverme hacia él como mi héroe, mi ejemplo y mi modelo a seguir.

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Cómo aprendí a amar

¿Cómo aprendí a amar?  Comenzó con este hermoso pasaje del libro de Bahá’u’lláh, Las Palabras Ocultas: «Ámame, para que Yo te ame. Si tú no Me amas, Mi amor jamás llegará a ti».

Me pareció un consejo excelente, no sólo para mi relación con Dios, sino también con los demás. Empecé a experimentarlo diciendo y haciendo cosas cariñosas por la gente y observando cómo sus corazones se ablandaban hacia mí.

Luego tuve que analizar el vínculo entre el amor y la fe, mientras trabajaba con estas preguntas. Quizá te sientas identificado con algunas de ellas:

¿Cómo sabemos que Dios está ahí para que podamos amarlo cuando estamos enfermos, solos, alejados de nuestra familia, en bancarrota, sin hogar, y acabamos de ser asaltados, violados o maltratados? Por la fe.

¿Cómo podemos creer en un Dios amoroso si nunca nos hemos sentido amados por nuestras familias; si hemos crecido abandonados y maltratados y no tenemos ninguna base o formación de padres amorosos? Por la fe.

¿Y si todas estas calamidades ocurrieron después de que reconociéramos a Bahá’u’lláh e hiciéramos todo lo correcto, y seguimos marginados de la sociedad que nos rodea? Por la fe.

¿Cómo podemos tener fe cuando no hay amor? ¿Cuando nos sentimos abandonados por Dios, o peor aún, tal vez maldecidos o castigados? ¿Pero por qué crimen? Aun así, por la fe.

Estas son preguntas que muchos de nosotros nos hemos hecho alguna vez. ¿Cómo empezamos a construir la fe desde un lugar en el que no nos sentimos amados? 

No hay respuestas rápidas ni fáciles a esta pregunta. Tuve que volver a las razones fundamentales por las que me hice bahá’í: creía que Bahá’u’lláh era quien decía ser y que tenía el plan para que la humanidad saliera del lío en el que se encuentra. Por lo tanto, seguramente hallaría las respuestas que necesitaba en los escritos bahá’ís. Y así fue, ¡y estoy muy, muy agradecida! 

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