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¿Qué tipo de gobierno recomiendan las enseñanzas bahá’ís?

David Langness | Mar 5, 2025

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David Langness | Mar 5, 2025

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De las formas conocidas de gobernanza humana, como son la aristocracia, la autocracia, la teocracia o la democracia, ¿cuál recomiendan las enseñanzas bahá’ís y por qué?

Las respuestas a estas preguntas reflejan el hecho de que las tres figuras centrales de la fe bahá’í, el Báb, Bahá’u’lláh y Abdu’l-Bahá, sufrieron terriblemente bajo el régimen duro, arbitrario y represivo de gobiernos autoritarios y teocráticos.

La nueva religión del Báb comenzó en Shiraz, Persia, en 1844 y pronto estalló en un movimiento espiritual masivo en toda Persia, gobernada entonces por la dinastía Qajar, un gobierno aristocrático fuertemente influenciado por clérigos teocráticos. Al ser considerados heréticos por el clero y el gobierno de Persia, más de 20.000 bábíes perecieron en una serie de masacres por todo el país. El Báb, por orden del primer ministro del sha, fue ejecutado públicamente por un pelotón de fusilamiento en la ciudad de Tabriz el 9 de julio de 1850.

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Bahá’u’lláh, anunciado por el Báb, proclamó y estableció la fe bahá’í en 1863, lo que provocó su encarcelamiento, tortura y exilio a la colonia penal más lejana del Imperio Otomano, la ciudad-prisión amurallada de Akka, en lo que hoy es Israel. A pesar de no haber cometido ningún delito, Bahá’u’lláh pasó los últimos cuarenta años de su vida como prisionero exiliado del corrupto régimen persa de Nasiri-din Shah y del gobernante otomano Sultán Abdu’l-Aziz.

Abdu’l-Bahá, hijo y sucesor de Bahá’u’lláh, dirigió a los bahá’ís del mundo hasta su fallecimiento en 1921. Exiliado y encarcelado durante 40 años junto con su padre, Abdu’l-Bahá fue finalmente liberado de la opresión de las aristocracias otomana y persa tras la Revolución de los Jóvenes Turcos de 1908, que obligó al gobernante del Imperio Otomano a celebrar elecciones democráticas y restaurar el estado de derecho constitucional.

Los rasgos distintivos de la Revelación bahá’í

Dado el duro e injustificado trato que recibieron por parte de los rígidos regímenes autoritarios, cabría esperar que las figuras centrales de la fe bahá’í recomendaran formas de gobierno alternativas y no autocráticas, y se estaría en lo cierto.

Bahá’u’lláh, en sus Tablas a los gobernantes y líderes religiosos del mundo, recomendaba formas democráticas de gobierno, elogiando las democracias parlamentarias que conservaban una forma leve de aristocracia. En este pasaje de su Tabla del Mundo, Bahá’u’lláh elogiaba las monarquías constitucionales democráticas como la de Inglaterra, por ejemplo:

El sistema de gobierno que el pueblo británico ha adoptado en Londres parece bueno, pues lo adornan tanto la luz de la realeza como [del consenso] del pueblo…

¡Oh, vosotros, que moráis en la tierra! El rasgo distintivo que señala el carácter preeminente de esta Suprema Revelación consiste en que, por una parte, hemos borrado del Libro Sagrado de Dios todo aquello que ha sido causa de lucha, de malicia y de perjuicio entre los hijos de los hombres y, por otra, hemos fijado los requisitos previos esenciales de la concordia, del entendimiento y de la unidad completa y permanente.

En una de sus cartas fundamentales a los gobernantes del mundo, Bahá’u’lláh elogió a la reina Victoria por su apoyo al gobierno democrático:

También hemos oído que has confiado las riendas del consejo en las manos de los representantes del pueblo. Ciertamente, has hecho bien, ya que así serán fortalecidas las bases del edificio de tus asuntos, y serán tranquilizados los corazones de todos los que se hallan bajo tu protección, ya sean encumbrados o humildes.

El Gobierno constitucional y el Estado de Derecho

Los bahá’ís creen en el gobierno constitucional mediante el Estado de Derecho, como dijo Abdu’l-Bahá en las Tablas de Abdu’l-Bahá: «El Gobierno Constitucional, según el texto irrefutable de la Religión de Dios, es la causa de la gloria y prosperidad de la nación y de la civilización y libertad del pueblo» [Traducción provisional de Oriana Vento].

Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í tras el fallecimiento de Abdu’l-Bahá, escribió en su libro Dios pasa que:

[Bahá’u’lláh] Recomienda como logro meritorio el establecimiento de una forma constitucional de gobierno en la que se combinen los ideales del republicanismo y la majestad de la monarquía, caracterizada por Él como «uno de los signos de Dios»…

En sus viajes al hemisferio occidental y a las naciones de Europa y Norteamérica a principios del siglo XX, tras su liberación después de cuatro décadas de injusto encarcelamiento, Abdu’l-Bahá se centró a menudo en estos temas relacionados con la democracia en sus discursos y charlas, como ilustra este discurso pronunciado en Nueva York en 1912:

Considerad la vasta diferencia que existe entre la democracia moderna y las viejas formas de despotismo. Bajo un gobierno autocrático las opiniones de los hombres no son libres y el desarrollo es reprimido, en tanto que en la democracia, debido a que la palabra y el pensamiento no están restringidos, se ve mayor progreso. Es lo mismo que la verdad en el mundo de la religión. Cuando la libertad de conciencia, la libertad de pensamiento y el derecho a expresarse prevalecen, es decir, cuando cada hombre de acuerdo a su propia ideación puede dar expresión a sus creencias; el desarrollo y el crecimiento son inevitables…

Es muy evidente que en el futuro no habrá centralización en los países del mundo, ya sean de gobiernos constitucionales, republicanos o democráticos en su forma. Los Estados Unidos bien pueden exponerse como ejemplo de gobiernos futuros, es decir, cada provincia será independiente en sí misma, pero habrá una unión federal que proteja los intereses de los diferentes estados independientes.

Resistir a la opresión con la justicia

Los escritos bahá’ís alaban las formas democráticas de gobierno y el Estado de derecho, no solo porque los gobiernos tiránicos y autocráticos restringen la libertad y tratan injustamente a su pueblo, sino porque, como escribió Abdu’l-Bahá a los bahá’ís persas hace más de un siglo, debemos «resistir a la opresión con la justicia» mientras promovemos «la civilización para toda la humanidad»:

En pocas palabras, ¡oh amados del Señor! No os fijéis en la tiranía y la iniquidad de los ignorantes. Resistid a la opresión con la justicia, oponeros a la tiranía con la equidad y responded a la sed de sangre con bondad amorosa. Sed los benévolos del avance de Persia y de su pueblo, y esforzaos por promover la civilización para toda la humanidad. [Traducción provisional de Oriana Vento]

A pesar de los continuos ataques a la propia democracia, el número de gobiernos democráticos libres en el mundo ha aumentado rápidamente desde la revelación de Bahá’u’lláh. Hasta el siglo XIX, la mayoría de los líderes de naciones y religiones se oponían en gran medida a la democracia, y muy pocos gobiernos podían describirse como democráticos; pero hoy en día, según el «Foro Mundial sobre la Democracia», existen democracias electorales en 120 de los 192 países existentes, lo que representa casi el 60% de la población mundial.

¿Podría el mundo entero ser una democracia?

La propia fe bahá’í incorpora importantes elementos de democracia en su propio orden administrativo. Los bahá’ís no tienen clero; toda la toma de decisiones administrativas tiene lugar en el seno de grupos de bahá’ís elegidos democráticamente y formados por nueve miembros, denominados Asambleas Espirituales Locales y Nacionales en sus respectivos niveles y Casa Universal de Justicia en el ámbito internacional. En la actualidad, la Casa Universal de Justicia es el único órgano de gobierno global elegido por aquellos a los que representa en todo el mundo, aunque los bahá’ís creen que un día toda la humanidad podrá ser gobernada pacíficamente por una democracia electoral.

En una de sus interacciones con un funcionario del gobierno estadounidense durante su viaje a Estados Unidos en 1912, Abdu’l-Bahá dio este consejo, según recoge Shoghi Effendi en su libro El Orden Mundial de Bahá’u’lláh:

Podrá usted servir mejor a su país —fue la respuesta de ‘Abdu’l-Bahá a un alto funcionario del gobierno federal de los Estados Unidos de Norteamérica, quien Le había hecho preguntas acerca de la mejor manera de favorecer los intereses de su gobierno y de su pueblo— si en su condición de ciudadano del mundo trata Ud. de colaborar en la aplicación futura del principio del federalismo, en que se basa el gobierno de su propio país, a las relaciones ahora existentes entre los pueblos y naciones del mundo.

Las enseñanzas bahá’ís citan a menudo las democracias representativas como modelos de un futuro sistema mundial de gobierno, rechazando la tiranía, proscribiendo la esclavitud y pidiendo repetidamente el establecimiento de una democracia constitucional basada en el estado de derecho, no solo en todas las naciones, sino en un futuro orden mundial federalizado.

Para alcanzar ese objetivo global, Bahá’u’lláh escribió:

No cabe duda alguna de que si el sol de la justicia, que ha oscurecido las nubes de la tiranía, derramara su luz sobre los hombres, la faz de la tierra se transformaría por completo.

El Gran Ser, deseando revelar los requisitos previos para lograr la paz y la tranquilidad del mundo, y el progreso de sus pueblos, ha escrito: Debe llegar el momento en que se reconozca universalmente la imperiosa necesidad de tener una reunión vasta y omnímoda con los hombres. Los gobernantes y reyes de la tierra tienen que concurrir a ella necesariamente y, participando en sus deliberaciones, deben estudiar los modos y recursos para poner los cimientos de la Gran Paz mundial entre los hombres.

Esta convincente visión de un gobierno mundial democrático que apoye y defienda la paz mundial inspira a personas de todo el mundo, lo que explica por qué los bahá’ís trabajan tan diligentemente cada día para hacerla realidad.

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