Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Si consumes mucho de lo que pasa por noticia hoy en día, puede que te conviertas en un pesimista, convenciéndote de que el mundo no tiene esperanza de un futuro brillante.
Pero aquí hay una buena noticia que probablemente no verás en tu canal local: la comunidad mundial bahá’í es más fuerte que nunca.
Esa fuerza ha sido el resultado de la creciente receptividad de la población del planeta para unirse a los esfuerzos de la comunidad bahá’í hacia lo que solo puede llamarse como la construcción de civilización.
En su charla a mi comunidad bahá’í en Ottawa, el antiguo miembro de la Casa Universal de Justicia, el Dr. Firaydoun Javaheri, hizo un llamamiento a todos los bahá’ís para que sean «llamas de esperanza y tranquilidad» en el apoyo a estas actividades esenciales – actividades de educación y devoción, para la elevación del discurso y la adopción de medidas sociales positivas- que conducen al bien común.
Los bahá’ís tienen una clara orientación sobre qué hacer en estos tiempos difíciles. De hecho, el Dr. Javaheri afirmó que la situación actual de la humanidad está sincronizada con la creciente influencia de los modelos de desarrollo personal y comunitario de los bahá’ís. Incluso calamidades aún mayores pueden visitar a la humanidad, para las cuales parece estar mal preparada, pero el mundo bahá’í continúa, con calma pero con energía, reforzando la resistencia que el mundo necesita para superar las dificultades y el sufrimiento. En los años 30, hace muchas emergencias planetarias, el Guardián de la fe bahá’í, Shoghi Effendi, escribió:
Una crisis tan singular y decisiva en la vida de la humanidad organizada puede, además, ser comparada con la etapa culminante de la evolución política de la gran República norteamericana, la etapa que señaló el surgimiento de una comunidad unificada de estados federados. El despertar de una nueva conciencia nacional y el nacimiento de un nuevo tipo de civilización, infinitamente más rica y más noble de lo que cualquiera de sus elementos constitutivos hubiera esperado lograr por separado, puede decirse que ha proclamado la llegada a la mayoría de edad del pueblo norteamericano.
Tal es la etapa hacia la cual se aproxima colectivamente una humanidad en evolución.
En la opinión del Dr. Javaheri, la comunidad bahá’í, aunque relativamente pequeña en número, tiene una contribución esencial que hacer a esa conciencia mundial que está evolucionando. En la pandemia, los líderes de la humanidad vieron cómo sus sistemas de atención de la salud se quedaron sin suficientes máscaras, equipos de protección personal y ventiladores; en un sentido similar, el trabajo de los bahá’ís es generar el mayor número y vigor posibles de sus actividades y de aquellos quienes puedan facilitarlas, porque son las herramientas del verdadero cambio y desarrollo social. En algún momento, dijo Javaheri, la humanidad tendrá que recurrir a lo que la comunidad bahá’í concibe como su modelo global de trabajo para mejorar nuestra vida personal y colectiva.
Durante las crisis de 2020, que se refuerzan mutuamente, varios mensajes de la Casa Universal de Justicia nos han instado hacia «nobles objetivos, alta resolución y un esfuerzo intenso» en las formas particulares de educación y acción que las comunidades bahá’ís ofrecen a la humanidad en este difícil pero emocionante momento de transformación:
…deben considerar qué medios podrían tener a su alcance para prevenir, aliviar o atenuar el sufrimiento del conjunto de la sociedad de la que son parte integral. Cuando la sociedad se encuentra en semejante dificultad y padecimiento, la responsabilidad de los bahá’ís de hacer una aportación constructiva a los asuntos humanos se hace más acuciante. – La Casa Universal de Justicia, mensaje 09 mayo 2020.
Es un llamado muy elevado. La tentación existe, todo el tiempo, para que todos nos sintamos agobiados por el sufrimiento que vemos, y para anhelar respuestas comunitarias más tangibles e inmediatas. Innumerables males por separado afligen al cuerpo político, y las soluciones parecen distantes y difíciles.
Por otra parte, aunque la humanidad sigue luchando por encaminarse hacia una perspectiva mundial, los escritos de Bahá’u’lláh prometen un glorioso futuro para la civilización humana y brindan brillantes directrices sobre cómo lograr la paz y la prosperidad. Entonces, ¿cuál fue la opinión del Dr. Javaheri sobre este enigma?
Él recurre a la Casa Universal de Justicia por guía, como lo haría cualquier bahá’í. Haber sido miembro de esa institución no disminuye su lealtad y reverencia hacia ella. Al hablar con sus compañeros creyentes y sus aliados, se refirió a tres potentes mensajes emitidos por la Casa de Justicia la pasada primavera. En el Festival de Ridván a finales de abril, que celebra la inauguración de la misión de Bahá’u’lláh, los bahá’ís del mundo han esperado durante mucho tiempo un mensaje anual de la Casa Universal de Justicia. Este año crucial, cuando la pandemia mundial empezaba a trastornar a las sociedades, la Casa Universal de Justicia no podía esperar, y envió un mensaje consolador a los fieles del mundo en Naw-Rúz, el día del año nuevo bahá’í en marzo. Poco después de su mensaje Ridván, el 9 de mayo, enviaron otro conjunto de alentadoras cartas a las más de 180 Asambleas Espirituales Nacionales de la comunidad bahá’í. Basándose en estos mensajes, tenía varios temas que transmitir, pero se redujo a esto: mantener la esperanza. Manténgase enfocado. A pesar de las dificultades y la necesaria precaución, el Dr. Javaheri dijo, los bahá’ís necesitan recordar lo que su misión comunitaria siempre ha sido – y «tenemos que intensificarla». Las tres cartas, aunque cariñosas y comprensivas, subrayan de diversas maneras que el período actual no es solo «un paréntesis que hay que soportar con paciencia» sino también una oportunidad especial para ejercer la paradójica dualidad de la labor bahá’í: proceder con serenidad hacia un destino cierto y glorioso, unificado y pacífico para la raza humana, a la vez que llama a una gran urgencia en el desarrollo de los procesos orgánicos y educativos que pueden preparar mejor nuestras localidades para los desafíos del futuro.
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