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Religión

Una vara y un tronco: El verdadero advenimiento de la paz universal

Eileen Maddocks | Abr 6, 2022

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Eileen Maddocks | Abr 6, 2022

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Sorprendentemente, Isaías predijo, en unos escasos doce versículos del Libro de Isaías en el Antiguo Testamento, acontecimientos que comenzarían en el siglo XIX y que llegarían muchos cientos e incluso miles de años después:

Saldrá una vara del tronco de Isaí, y un vástago retoñará de sus raíces.

Y reposará sobre él el Espíritu del Señor; espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de poder, espíritu de conocimiento y de temor del Señor.

Y le hará entender diligente en el temor del Señor. No juzgará según la vista de sus ojos, ni argüirá por lo que oigan sus oídos;

sino que juzgará con justicia a los pobres, y argüirá con equidad por los mansos de la tierra; y herirá la tierra con la vara de su boca, y con el espíritu de sus labios matará al impío.

Y será la justicia cinto de sus lomos, y la fidelidad ceñidor de su cintura.

Morará el lobo con el cordero, y el leopardo con el cabrito se acostará; el becerro y el león y la bestia doméstica andarán juntos, y un niño los pastoreará.

La vaca y la osa pacerán, sus crías se echarán juntas; y el león como el buey comerá paja.

Y el niño de pecho jugará sobre la cueva del áspid, y el recién destetado extenderá su mano sobre la caverna de la víbora.

No harán mal ni dañarán en todo mi santo monte; porque la tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar.

Acontecerá en aquel tiempo que la raíz de Isaí, la cual estará puesta por pendón a los pueblos, será buscada por las gentes; y su habitación será gloriosa.

Asimismo acontecerá en aquel tiempo, que el Señor alzará otra vez su mano para recobrar el remanente de su pueblo que aún quede en Asiria, Egipto, Patros, Etiopía, Elam, Sinar y Hamat, y en las costas del mar.

Y levantará pendón a las naciones, y juntará los desterrados de Israel, y reunirá los esparcidos de Judá de los cuatro confines de la tierra.

Abdu’l-Bahá ofreció un extraordinario discurso explicativo sobre estos conocidos versos en el libro Algunas preguntas con respuesta:

Ese retoño nacido del tronco de Isaí podría en efecto referirse a Cristo, pues José era uno de los descendientes de Isaí. Sin embargo, dado que Cristo fue concebido por obra del Espíritu de Dios, Él mismo se designó con el título de Hijo de Dios. De no ser por esta circunstancia, la descripción podría serle atribuida igualmente. Por otra parte y según se indicó, los acontecimientos ocurridos en tiempos de Cristo se cumplieron simbólicamente en parte; pero no todos. Si la interpretación no es simbólica, entonces ninguno de los signos anunciados llegó a observarse. Por ejemplo, el leopardo y el cabrito, el león y el becerro, el niño y el áspid son metáforas que vienen a simbolizar a las naciones, pueblos, sectas antagónicas y razas hostiles, todos ellos caracterizados como enemigos (como lo son el lobo y el cordero). Decimos pues que mediante el hálito del espíritu de Cristo esas naciones, pueblos y sectas fueron vivificados, y que encontraron la armonía y la concordia en la asociación mutua.

Pero «no harán mal ni daño en todo mi monte santo; porque la tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar». Estas condiciones no prevalecieron en tiempos de Cristo.

Hasta el día de hoy persisten los antagonismos entre las diversas naciones del mundo; muy pocas son las que reconocen al Dios de Israel, y la mayor parte de ellas carece del conocimiento de Dios. De igual modo, la paz universal no se estableció: ni hubo paz ni concordia entre las naciones enemigas y hostiles, ni las disputas y desacuerdos cesaron, ni la reconciliación y la sinceridad se hicieron realidad. Aún hoy en día perdura entre las naciones y sectas cristianas la enemistad, el rencor y la más violenta animadversión.

Mas estos versículos son aplicables, palabra por palabra, a Bahá’u’lláh. En este ciclo portentoso la tierra será transformada y la humanidad engalanada con tranquilidad y belleza. Las contiendas, disputas y matanzas cederán su puesto a la paz, la veracidad y la concordia. Entre las naciones, pueblos, razas y países se harán manifiestos el amor y la amistad. La colaboración y la unión echarán raíces, y la guerra será finalmente abolida. Cuando se impongan las leyes del Libro Más Sagrado, las contiendas serán sometidas al veredicto final y absolutamente justo de un tribunal general, representativo de todas las naciones y reinos. Las dificultades surgidas recibirán así su tratamiento. Los cinco continentes del globo formarán uno solo; las diversas naciones se convertirán en una sola; la superficie de la tierra llegará a ser un solo país, y la humanidad constituirá una única comunidad. Las relaciones entre los países, la asociación, unión y amistad de los pueblos serán de una naturaleza tal que la raza humana será como una familia de un mismo linaje. Resplandecerá la luz del amor celestial, y desaparecerá del mundo la oscuridad de la enemistad y del odio. La paz universal plantará su tienda en el centro de la tierra, y el Bendito Árbol de la Vida crecerá frondoso hasta abrazar con su sombra a Oriente y Occidente. Fuertes y débiles, ricos y pobres, sectas irreconciliables y naciones enfrentadas al igual que el lobo y el cordero, el leopardo y el cabrito, el león y el becerro, se conducirán entre sí con el mayor amor, amistad, justicia y equidad. El mundo se llenará de ciencia, de conocimientos sobre la realidad de los seres y sus misterios, y del conocimiento de Dios.

Ahora pondera, en este gran siglo inscrito en el ciclo de Bahá’u’lláh ¡cuántos no han sido los progresos obrados por la ciencia y el conocimiento, cuántos no han sido los secretos descubiertos, cuántas no han sido las grandes invenciones que han surgido a la luz y que hoy se multiplican a diario! A corto plazo, la ciencia material y la ilustración, así como el conocimiento de Dios progresarán en tal medida y evidenciarán tales maravillas que quienes lo presencien quedarán atónitos. Entonces se hará del todo evidente el misterio contenido en el versículo de Isaías: «porque la tierra será llena del conocimiento de Yahvéh». Reflexiona además que en el breve lapso transcurrido desde la aparición de Bahá’u’lláh, ha habido gentes de todos los países y razas que han logrado cobijo a la sombra de esta Causa. Tanto cristianos como judíos, zoroastrianos, budistas, hindúes y persas, se asocian con la mayor amistad y amor, como si hubieran sido parientes ellos y los suyos desde cientos de años; como si fueran padre e hijo, madre e hija, hermana y hermano. Este es uno de los significados de la amistad entre el lobo y el cordero, el leopardo y el cabrito, el león y el becerro. Uno de los grandes acontecimientos que habrán de sobrevenir en el Día de la Manifestación de esa Rama Incomparable (Bahá’u’lláh) es el izamiento del Estandarte de Dios entre todas las naciones. Con esto se quiere decir que todas las naciones y razas estarán reunidas bajo la sombra de la Bandera Divina, que no es otra que la Rama Señorial misma, y se convertirán en una sola nación. El antagonismo religioso y sectario, la hostilidad entre razas y pueblos, y las diferencias entre las naciones serán eliminadas. Todos los hombres se adherirán a una sola religión, compartirán una misma fe, se fundirán en una sola raza y se transformarán en un único pueblo. Todos habitarán una patria común, el planeta mismo. La paz y la concordia entre todas las naciones prevalecerán, y aquella Rama Incomparable reunirá a toda Israel, lo que quiere decir que Israel se reunirá en la Tierra Santa, y que el pueblo judío que se halla disperso en Oriente y Occidente, en el Sur y en el Norte será reunido.

Observa ahora: los acontecimientos referidos no ocurrieron durante el ciclo cristiano, pues las naciones no se reunieron bajo el Único Estandarte, es decir, la Rama Divina. Pero en este ciclo de Yahvéh de los Ejércitos, todas las naciones y pueblos se cobijarán bajo la sombra de este Pabellón. Del mismo modo, durante el ciclo cristiano Israel, antes dispersa por todo el mundo, no fue congregada. Pero en el comienzo del ciclo de Bahá’u’lláh, esa promesa divina ha comenzado a cumplirse tal como se halla claramente expresada en los Libros de los Profetas. Puedes ver hoy cómo las tribus judías acuden a la Tierra Santa de todas partes del mundo. Viven en villas y tierras que hacen suyas. Día a día están creciendo, hasta que Palestina llegue a ser su morada.

En Isaías 11:1-12, la Rama es Bahá’u’lláh, cuya familia desciende de Abraham y David. Uno podría preguntarse: ¿Por qué se ha retrasado tanto esta era de paz universal?

En primer lugar, la humanidad necesitaba alcanzar la suficiente madurez para aceptar la paz global como la voluntad de Dios, y luego comprometerse a conseguirla. En los días de los anteriores profetas de Dios, la gente desconocía por completo a otras poblaciones que vivían más allá de sus pequeñas áreas geográficas. Los individuos que escuchaban a Jesús conocían Roma, pero no sabían nada de las tribus y grupos culturales que vivían en Europa, América y el Lejano Oriente. Los árabes de la época de Muhammad solo conocían a las otras tribus árabes con las que se enfrentaban. Solo cuando se conoció que la Tierra era un vasto globo con muchos continentes, reinos y ciudades, y la alfabetización universal comenzó a imponerse, la gente pudo comprender el concepto de conexión humana y la verdadera paz universal.

En el mundo actual de Internet y otras formas de comunicación global instantánea, la frase «porque la tierra será llena del conocimiento del Señor, como las aguas cubren el mar» tiene más significado que nunca.

Eileen Maddocks es autora de la trilogía The Coming of the Glory: How the Hebrew Bible Reveals the Plan of God. El volumen 1 se publicó en 2020. El volumen 2 se publicará en abril de 2022, y el volumen 3 uno o dos años después. Se puede acceder a sus blogs y presentaciones de vídeo en su sitio web (eileenmaddocks.com).

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