¿Quién sostiene el Arca de la Alianza?

La otra arca bíblica famosa, el Arca de la Alianza, aparece en el libro del Éxodo. Moisés ordenó a sus seguidores que construyeran esta arca, siguiendo las instrucciones que le había dado Dios.

Esta arca albergaba las tablas de piedra originales con los Diez Mandamientos escritos en ellas, que la Biblia relata que Dios entregó a Moisés en el Monte Sinaí. Se trataba de un cofre de madera con una elaborada tapa dorada, con asas para transportarla a largas distancias. Aunque esta arca tiene una larga y complicada historia, los israelitas la llevaron originalmente en vanguardia durante sus 40 años de exilio por el desierto, considerándola una fuente inestimable de protección e inspiración de Dios durante generaciones.

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Por supuesto, no podemos saber cuánto de la saga del Arca de la Alianza es literalmente cierto. Sin embargo, el arca como metáfora se ajusta al concepto de revelación progresiva que enseña la Fe bahá’í. Entonces, ¿quién sostiene el Arca de la Alianza hoy en día?

Como se explica en la Biblia, Dios hizo un pacto con el pueblo de Israel a través de su profeta y mensajero, Moisés. Prometió que el bien les llegaría a ellos y a sus hijos durante generaciones si le obedecían a Él y a sus leyes; pero también les advirtió de la desesperación, el castigo y la dispersión si desobedecían sus mandamientos, que eran más amplios que los revelados a Adán o a Noé. El arca representaba este pacto que Dios tenía con los israelitas, y se convirtió en la reliquia más sagrada de la fe judía.

Esta alianza más amplia entre el Creador y la humanidad, a la que se refieren repetidamente las enseñanzas bahá’ís, se repite en cada nueva dispensación religiosa y es renovada por cada nuevo mensajero.

En su libro «Contestaciones a unas preguntas«, Abdu’l-Bahá describió cómo el pueblo judío se elevó a grandes alturas, como resultado de su obediencia a las leyes de Moisés y su fe en la alianza simbolizada por el arca:

De las profundidades de la degradación la nación judía fue elevada a las alturas de gloria. El más ignorante de los pueblos llegó a ser el más sabio. Merced a las instituciones que Moisés les confirió, los judíos alcanzaron una posición que habría de reportarles fama y honor entre todos los países y naciones. Tan es así que cuando se quería alabar a un hombre entre las naciones vecinas solía decirse: «seguro que es un israelí». Moisés estableció la ley de la religión y los mandamientos que habían de dar vida al pueblo de Israel, alzándole a las más elevadas cimas de civilización de la época.

En los escritos bahá’ís, el símbolo del arca también aparece en numerosas ocasiones como una imagen que transmite una sensación de seguridad, guía, protección y salvación, apelando a la adhesión a los preceptos y principios espirituales bahá’ís. He aquí solo tres de los muchos ejemplos:

Abdu’l-Bahá, alentando a los bahá’ís a estudiar algunos conocidos escritos de Bahá’u’lláh, escribió:

Dirige tu atención a las santas Tablas… Entonces verás que estas Enseñanzas celestiales son hoy el remedio para un mundo enfermo y doliente, y un bálsamo curativo para los males del cuerpo de la humanidad. Ellas son el espíritu de vida, el arca de salvación, el imán que atrae la eterna gloria, la fuerza dinámica que motiva el ser interior del hombre.

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En otro tema, Bahá’u’lláh también empleó la imagen de un arca, llamando a sus seguidores «los compañeros del Arca Carmesí”:

Hemos exhortado a Nuestros amados que teman a Dios, un temor que es el manantial de todas las virtudes y las acciones meritorias. Es el comandante de las huestes de la justicia … Dichoso el hombre que se ha puesto a la sombra de su estandarte luminoso y se ha aferrado a él. Él, verdaderamente, es de los Compañeros del Arca Carmesí…

El simbolismo del Arca también aparece en esta oración de Bahá’u’lláh:

Ensalzo Tu Nombre, oh, mi Dios, y Te doy gracias, oh, mi Deseo, por cuanto me has permitido percibir claramente Tu Sendero recto, has desvelado ante mis ojos Tu Más Grande Anuncio y me has ayudado a dirigir mi rostro hacia la Aurora de Tu Revelación y el Manantial de tu Causa, mientras tus siervos y Tu pueblo se han apartado de Ti. Te imploro, oh Señor del Reino de la eternidad, por la estridente voz de la Pluma de Gloria, por el Fuego Ardiente que llama en alta voz desde el Árbol verde y por el Arca que has elegido especialmente para el pueblo de Bahá, que me concedas que permanezca firme en mi amor por Ti, estar complacido con lo que has prescrito para mí en Tu Libro, y que me mantenga constante en Tu servicio y en el servicio a Tus amados…

En las enseñanzas bahá’ís, el símbolo del arca es una metáfora eficaz de la seguridad y la protección de los seguidores de los mensajeros elegidos de Dios en tiempos de agitación espiritual, al igual que la agitación que el mundo está atravesando en estos días.