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Conoce a los primeros bahá’ís japoneses: Kanichi Yamamoto y Saichiro Fujita.
Kanichi Yamamoto: El primer bahá’í japonés
Nacido en la prefectura de Yamaguchi, Japón, en 1879, Kanichi Yamamoto se convirtió en el primer bahá’í japonés del mundo tras trasladarse a Hawai y conocer a una mujer bahá’í llamada Elizabeth Muther.
Muther, una de las primeras bahá’ís de Hawai, vivía en la casa donde trabajaba Yamamoto. «Después de convertirme en creyente, sentí que en algún momento podría contárselo (al Sr. Yamamoto)», escribió Muther en una carta a su amiga el 8 de septiembre de 1902. «Recé para que su corazón estuviera preparado para recibir la verdad. Aunque fue un poco difícil darle el Mensaje debido a su imperfecto conocimiento del inglés, sin embargo, Dios me ayudó para que él entienda perfectamente y se regocije en el Conocimiento de Su Verdad».
A pesar de la barrera idiomática que los separaba, el corazón de Yamamoto comprendió y abrazó de inmediato los principios bahá’ís de la unicidad de la humanidad, la unidad y la verdad de todas las religiones, la armonía de la ciencia y la religión, la igualdad de mujeres y hombres, la investigación independiente de la verdad, la eliminación de los extremos de riqueza y pobreza, la erradicación de todas las formas de prejuicio, la importancia de la educación universal y de un idioma universal, y la promoción de la paz mundial.
Le dijo a Muther lo feliz que estaba de conocer la fe bahá’í y escribió una carta a Abdu’l-Bahá, el intérprete autorizado de los escritos bahá’ís e hijo de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, esa misma noche. Yamamoto no se sentía capaz de escribir bien en inglés, así que Muther le animó a hacerlo en japonés y le aseguró que Abdu’l-Bahá «entendería el espíritu de su carta». En aquella época, nadie en las tierras santas bahá’ís, en el actual Israel, donde se encontraba Abdu’l-Bahá, sabía leer japonés. El secretario de Abdu’l-Bahá escribió que Él dijo: «Me dirigiré a Bahá’u’lláh, y Él me dirá qué decir».
Aunque Bahá’u’lláh falleció en 1892, su espíritu claramente le dijo a Abdu’l-Bahá qué decir, porque Yamamoto dijo que Abdu’l-Bahá «le respondió plenamente». Abdu’l-Bahá escribió:
¡Oh tú que eres atraído por la Palabra de Dios al Reino de Dios!
Vuélvete con todo tu ser hacia Dios, olvida todo lo demás salvo a Dios, y ruega a Dios que te convierta en un signo de guía en medio de la gente que está velada de Dios; quizás puedan ser guiados al Orbe de todos los horizontes, entrar en el reino de la armonía, beber de la copa del amor de Dios, regocijarse con la manifestación del Reino de Dios, saborear el deleite de la mención de Dios, y cobijarse a la sombra del Árbol de la Vida en medio del Paraíso de Dios.
Esto corresponde a los creyentes; ésta es la cualificación de los sinceros; éste es el camino de los conocedores; y éste es el máximo objetivo de los fieles. Esfuérzate al máximo para poder compartir esta gran recompensa. [Traducción provisional de Oriana Vento]
Yamamoto continuó escribiendo cartas a Abdu’l-Bahá en japonés a lo largo de los años y Abdu’l-Bahá siempre respondía a sus preguntas. Yamamoto más tarde se mudó a California y organizó que Abdu’l-Bahá hablara en la Iglesia Independiente Japonesa cuando visitó Oakland el 7 de octubre de 1912. En su charla, dijo:
Y vosotros que sois de Oriente, el Oriente que siempre ha sido el punto de amanecer de las luces, desde donde el Sol de la Realidad siempre ha derramado su esplendor sobre Occidente, vosotros, por tanto, debéis convertiros en manifestaciones de las luces. Debéis ser lámparas brillantes. Debéis brillar como las estrellas que irradian la luz del amor sobre la humanidad.
En Oakland se encendió otra lámpara brillante: Saichiro Fujita.
Saichiro Fujita: El segundo bahaí japonés
Saichiro Fujita nació en Yanai, prefectura de Yamaguchi, Japón, en 1886. Emigró a Estados Unidos para asistir a la escuela y conoció la fe bahá’í en Oakland, California, a través de Kathryn Frankland en 1905, cuando tenía 19 años.
En septiembre de 1912, viajó emocionado a Chicago para ver a Abdu’l-Bahá en persona y quería el mejor sitio posible. Mientras Abdu’l-Bahá se dirigía al andén de la estación de LaSalle Street en Chicago, llamó: «Baja Zaqueo porque hoy quiero cenar contigo». Abdu’l-Bahá estaba haciendo referencia al Evangelio de Lucas donde se registra que Jesús había señalado a Zaqueo, un hombre que se había subido a las ramas de un árbol para poder verlo. Todos los que escucharon a Abdu’l-Bahá levantaron la vista para ver a Fujita colgado de un poste de luz sobre sus cabezas.
Abdu’l-Bahá invitó a Fujita a viajar con él mientras daba charlas sobre las enseñanzas bahá’ís por la costa oeste. Tras licenciarse en ingeniería y horticultura, Fujita se trasladó al Centro Mundial Bahá’í de Haifa, en el actual Israel. Allí ayudó y recibió a visitantes, plantó muchos de los jardines de Haifa y sus alrededores, ayudó a instalar instalaciones eléctricas en muchos de los edificios y tradujo cartas de y para los bahá’ís de Japón.
Fujita también se convirtió en un estrecho compañero de Abdu’l-Bahá y sus comidas diarias juntos estaban llenas de alegría y risas. «Abdu’l-Bahá fue muy, muy amable conmigo. Tuvimos muchos viajes, muchas bromas», dijo Fujita.
Fujita falleció en 1976 a los 90 años en Haifa y está enterrado en el cementerio bahá’í al pie del Monte Carmelo.
Tras el fallecimiento de Fujita, la Casa Universal de Justicia, el órgano de gobierno mundial de la fe bahá’í elegido democráticamente, envió el siguiente telegrama:
Querido, incansable y firme Saichiro Fujita partió Reino de Abhá [la otra vida] tras largos años servicio en umbral sagrado. Su rango en vanguardia primeros creyentes japoneses. Su dedicación, humildad, sinceridad y amor serán recordados para siempre y servirán de brillante ejemplo a las nuevas generaciones bahá’ís japoneses, que verán con orgullo distinción que se le ha conferido. Orando Santuarios Sagrados progreso su alma radiante… [Traducción provisional de Oriana Vento]
Yamamoto y Fujita fueron ciertamente brillantes ejemplos para las nuevas generaciones de bahá’ís japoneses. En 1915, un joven estudiante japonés en Tokio escribió el siguiente mensaje a Abdu’l-Bahá en japonés en un pergamino. Fue la «primera súplica de un japonés en Japón a Abdu’l-Bahá». Abajo está la traducción:
…Aunque soy un joven humilde y pobre en este mundo, he sido despertado y bañado en el océano de Tu misericordia y soy tan feliz que compadezco al rey y al príncipe que vagan en el sueño de la varianza temporal. Acepta… mi profundo agradecimiento desde el fondo del corazón. Sin embargo, me siento muy apenado cuando pienso en nuestros semejantes que no piensan en la verdadera felicidad y no confían en la cálida mano de Tu amor. Oh Señor mío, riégame para siempre de la fuente de Tu misericordia; nunca rechazaré Tu mandato sea cual sea. Perdona mis pecados y permíteme despertar a mis semejantes. [Traducción provisional de Oriana Vento]
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