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Historia

Solo cumplía órdenes

David Langness | Feb 4, 2017

PARTE 2 IN SERIES Bahá'ís y Nazis

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David Langness | Feb 4, 2017

PARTE 2 IN SERIES Bahá'ís y Nazis

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Luego de la Segunda Guerra Mundial, con la ayuda de los aliados, una Alemania derrotada reconstruyó con mucho éxito su infraestructura que había sido mayoritariamente destruida y también reconstruyó sus ciudades bombardeadas y arrasadas

¿Pero que hizo Alemania, en términos sicológicos y espirituales, con su pasado nazi?

Denazification

Retiro del cartel de la calle que llevaba el nombre de Adolfo Hitler

Muchos historiadores, artistas y comentaristas sociales han registrado los esfuerzos alemanes en la posguerra para enfrentar el legado de la era nazi. Después de todo, muchos lo han señalado, un gran porcentaje de la población alemana eligió al Partido Nacional Socialista y a su líder, Adolfo Hitler, a inicios de la década de los 30. Además, continuó apoyando a los nazis hasta bien entrados los años de la guerra. Sin embargo, en la derrota, los juicios de Núremberg y los programas de desnazificación gradualmente ayudaron a establecer un nuevo ambiente en el país, uno que enfatizaba la construcción de una democracia moderna y liberal oficialmente libre del odio racial y religioso que caracterizaron al régimen nazi.

Por ejemplo, la nueva constitución alemana de la posguerra defiende la completa libertad religiosa y considera como delito grave el odio religioso o racial.

Los juicios de Núremberg, 1945-46, donde los líderes nazis fueron juzgados luego del fin de la guerra, fueron testimonio de la primera aplicación verdadera de leyes internacionales que prohíben los crímenes de guerra. Entre los acusados no se encontraban Adolfo Hitler, Heinrich Himmler, ni Joseph Goebbels, los tres principales criminales, pues los tres cometieron suicidio para no ser apresados por las fuerzas aliadas. Varios de los altos mandos militares que fueron juzgados esgrimieron la misma infame defensa: “Solo cumplía órdenes”.

Por supuesto, esta defensa no funcionó. En una victoria de la ética superior que las enseñanzas bahá’ís afirman, la corte concluyó que las órdenes para cometer delitos de guerra o genocidio eran órdenes ilegales y que cumplirlas representaba una violación de la moral humana básica y de la ley internacional.

“La defensa Núremberg”, como fue luego conocida, ha entrado en el léxico del mundo, convirtiéndose en sinónimo de abdicación de la responsabilidad personal. Ahora simboliza la completa falta de límites morales y espirituales.

Los juicios de Núremberg produjeron el desarrollo de múltiples leyes y acuerdos internacionales que reflejan el llamado bahá’í por un sistema internacional de justicia que sirva a un mundo unificado. Estas nuevas leyes globales, sin precedente histórico, incluyeron la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio y la Declaración Universal de Derechos Humanos, ambas aprobadas en 1948; La Convención sobre la Imprescriptibilidad de los Crímenes de Guerra y Crímenes de Lesa Humanidad en 1968.

Geneva Convention Rules of Humane War

Convenio de Ginebra para trato más humano de militares heridos en guerra, 1864

Este resaltante conjunto de recientes desarrollos representan el inicio de una importante tendencia hacia una gobernabilidad y un sistema de justicia internacionales que la Fe Bahá’í promueve desde mediados del siglo XIX. Bahá’u’lláh exigió un tribunal mundial ya a inicios de 1873, cuando el concepto difícilmente cabía en la conciencia de la mayoría de los sistemas legales progresistas. A inicios del siglo XX, en Paris, ‘Abdu’l-Bahá decía:

Un Tribunal Supremo será establecido por los pueblos y gobiernos de todas las naciones, compuesto de miembros elegidos de cada país y gobierno. Los miembros de este Gran Consejo se reunirán en unidad. Todas las disputas de carácter internacional serán sometidas a esta Corte, cuyo trabajo será resolver, por medio del arbitraje, todos los asuntos que de otra forma serían causa de guerra. La misión de este Tribunal sería la de evitar la guerra. – La Sabiduría de ‘Abdu’l-Bahá, página 192.

Tanto la Liga de las Naciones como las Naciones Unidas han intentado cumplir esta poderosa visión de un tribunal mundial democráticamente elegido, pero desde un inicio ninguna de las dos se acercó al ideal bahá’í. Por el contrario, sus cartas constitutivas, producto de guerras mundiales que precedieron su establecimiento, construyeron entidades globales que privilegiaron a algunas naciones sobre otras y de esta manera crearon problemas irremediables para la toma de decisiones.

La perspectiva bahá’í de que el mundo debe en algún momento desarrollar e implementar una entidad de gobierno mundial, es algo que aún está por ocurrir. Sin embrago, como todos estos logros internacionales claramente indican, el mundo se ha movido de manera consistente hacia un gobierno internacional eficaz y hacia la unidad mundial que esto conllevará.

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