Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
En la vibrante historia cultural de México, se forjó un nuevo camino a principios del siglo XX: la aparición de la primera comunidad Bahá’í en América Latina.
Arraigado en la fe y unidos por una visión compartida de la paz mundial, este grupo pionero emprendió un notable viaje, dejando una marca indeleble en el paisaje espiritual de México. Conozca a estas personas históricas que sembraron las semillas de la Fe bahá’í en esta nación diversa, probablemente inspirando un efecto dominó en el resto de América Latina.
Una Breve Descripción de la Fe bahá’í
Para aquellos que no estén familiarizados con la Fe bahá’í, aquí les dejo una breve descripción. Los bahá’ís creen que Dios prometió a la humanidad que nunca nos dejaría sin guía. Así que, desde tiempos inmemoriales, Dios ha enviado mensajeros, o Manifestaciones de Dios, incluyendo a Abraham, Zoroastro, Moisés, Buda, Krishna, Jesucristo, Muhammad, el Báb y el fundador de la Fe bahá’í, Bahá‘u’lláh.
En español, Bahá’u’lláh se traduce como «la Gloria de Dios», y los bahá’ís creen que su venida fue profetizada en muchas de las religiones del mundo. Los escritos bahá’ís dicen:
Para Israel, Él era ni más ni menos que la encarnación del «Padre Eterno», el «Señor de las Huestes» que ha descendido «con diez mil santos»; para la cristiandad, Jesucristo retornado «en la gloria del Padre»; para el islam Shí‘í, el retorno del Imam Husayn; para el islam sunní representa el descenso del «Espíritu de Dios» (Jesucristo); para los zoroastrianos, el prometido Sháh-Bahrám; para los hindúes, la reencarnación de Krishna; para los budistas, el quinto Buda.
En 1863, Bahá’u’lláh anunció que era el último educador divino para iniciar una nueva era en la historia humana y despertar mayores capacidades para contribuir al mejoramiento del mundo. Bahá’u’lláh escribió:
Yo no era más que un hombre como los demás; dormía en Mi lecho cuando, he aquí, las brisas del Todoglorioso soplaron sobre Mí y Me enseñaron el conocimiento de todo lo que ha sido. Esto no es de Mí, sino de Uno que es Todopoderoso y Omnisciente. Y Él Me ordenó elevar Mi voz entre la tierra y el cielo, y por eso Me aconteció lo que ha hecho correr las lágrimas de todo hombre de entendimiento.
Bahá’u’lláh estuvo preso durante 40 años por anunciar una nueva revelación divina. Aunque falleció en 1892, los bahá’ís poseen miles de cartas, tablas y libros originales que Bahá’u’lláh escribió, así como los escritos de Abdu’l-Bahá, su hijo e intérprete autorizado de los escritos bahá’ís, Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe bahá’í, y la Casa Universal de Justicia, el consejo de gobierno global elegido de la Fe bahá’í. Los bahá’ís también cuentan con el estímulo, la guía y el apoyo de la Asamblea Espiritual Nacional de su país y la Asamblea Espiritual Local de su comunidad.
La primera comunidad bahá’í mexicana y latinoamericana
Entre 1916 y 1917, Abdu’l-Bahá reveló las «Tablas del Plan Divino», cartas que escribió a la comunidad bahá’í de Norteamerica para alentarlos a compartir los mensajes unificadores de la Fe bahá’í en todo el mundo. En la «Tabla a los Bahá’ís de los Estados Unidos y Canadá», escribió:
Del mismo modo, la república de México es muy importante. … Si un soplo de vida sopla sobre ellos, grandes resultados se derivarán de ello. [Traducción Provisional de Oriana Vento]
Esto inspiró a bahá’ís estadounidenses como Martha Root, Leonora Holsapple Armstrong, Orcella Rexford, Loulie Mathews y Beatrice Irwin a viajar a América Latina y compartir los principios revolucionarios de la Fe bahá’í, incluyendo la erradicación de todas las formas de prejuicio, la eliminación de las extremas desigualdades de riqueza y pobreza, la igualdad de mujeres y hombres, el acuerdo entre ciencia y religión, la verdad y unidad de todas las religiones, la investigación independiente de la verdad y la importancia de un lenguaje y educación universales.
Pedro Espinosa fue uno de los primeros bahá’ís mexicanos. Después de que una mujer bahá’í visitara la Ciudad de México en 1936 y hablara con el grupo de discusión espiritual de Pedro, él y varios otros miembros de su grupo declararon su creencia en Bahá’u’lláh y Sus enseñanzas. El grupo de Pedro se convirtió en un grupo de estudio bahá’í, que él lideró después de que los bahá’ís se marcharon en 1937. También fue nombrado miembro del Comité Interamericano, un comité que apoyaba las actividades bahá’ís en Centroamérica y Sudamérica, ese año. En 1938, Shoghi Effendi escribió:
El Comité Inter-Americano debe en dicha etapa – no, aún antes de que ésta se inicie – elevarse al nivel de sus oportunidades y demostrar un vigor, una consagración y empeño que serán proporcionados a las responsabilidades que éste ha asumido. No debe olvidarse ni por un momento, que Centro y Sur América abarcan no menos de veinte naciones independientes, constituyendo aproximadamente un tercio del número total de estados soberanos del mundo y que están destinados a desempeñar un papel de creciente importancia en la formación del futuro destino del mundo.
En 1938, México tenía nueve bahá’ís que formaron la primera Asamblea Espiritual de los Bahá’ís de la Ciudad de México. Pedro Espinosa, María del Refugio Ochoa, Zenaida Jurado, María Luisa B. de Jurado, Aurora Gutiérrez, Andrés Basurto, Isabel López, M. Guadalupe López y E. Castillo representaron la primera comunidad bahá’í de América Latina. Pedro Espinosa fue el presidente, María del Refugio Ochoa fue la vicepresidenta, Andrés Basurto fue el secretario, Zenaida Jurado fue la tesorera, y María Luisa B. de Jurado fue la secretaria correspondiente de esta Asamblea Espiritual Local. Abrieron un centro bahá’í y una sala de lectura en la ciudad.
Cuando una persona deseaba inscribirse como miembro de la Fe bahá’í en México, firmaba una tarjeta que decía:
La creencia de los bahá’ís es que este es el Día en el que Dios ha establecido la prometida unión de todas las religiones, y esta también es mi creencia. La Causa de Dios se manifestó a través de la Manifestación del Báb; y a través de la Manifestación de Bahá’u’lláh, las leyes de Dios fueron reveladas para toda la humanidad. Las instituciones administrativas del Nuevo Orden Mundial fueron dadas a conocer por ‘Abdu’l-Bahá, el Centro de la Alianza hecha por Bahá’u’lláh e Intérprete de Su Palabra. Según el sagrado Testamento de ‘Abdu’l-Bahá, el Guardián guía el establecimiento de la Comunidad Mundial. Y yo, de todo corazón, deseo vivir bajo este Nuevo Orden Mundial.
En una carta a la pionera bahá’í, Loulie Mathews, Shoghi Effendi escribió que colocó «la foto de la Asamblea Mexicana y la traducción al español… cerca de la habitación donde Bahá’u’lláh falleció”.
Esta primera comunidad bahá’í latinoamericana fue invitada más tarde a la convención nacional de Estados Unidos y Canadá. Pedro Espinosa, María del Refugio Ochoa, Zenaida Jurado y María Luisa B. de Jurado vinieron a representar a la asamblea. En el informe suplementario de 1938-1939 de la Asamblea Espiritual Nacional de los Bahá’ís de los Estados Unidos y Canadá, el secretario Horace Holley describió a estos invitados como «radiantes en su entusiasmo y fervientes en su servicio a la Fe«. Él escribió:
Esta visita es un gran evento histórico, ya que marca el verdadero comienzo de esa nueva tarea de enseñanza intercontinental que el Guardián nos ha expuesto en El Advenimiento de la Justicia Divina. Unimos nuestras manos y corazones con estos colaboradores…
En 1939, Pedro Espinosa ayudó a traducir muchos libros y oraciones bahá’ís al español, incluyendo «Contestación a unas preguntas» y «Fundamentos de la Unidad Mundial». También comenzó a compartir las enseñanzas bahá’ís en Puebla, México, lo que llevó a la primera comunidad bahá’í en esa ciudad en 1942. La primera Asamblea Espiritual Nacional de México sería elegida en 1961.
Hoy en día, hay bahá’ís en más de 200 localidades en México. La Fe bahá’í es una de las religiones de más rápido crecimiento con más de ocho millones de bahá’ís en todo el mundo. Los bahá’ís están en todos los países y los escritos bahá’ís se han traducido a más de 800 idiomas.
Cuando seguimos las travesías de los pioneros y los primeros bahá’ís mexicanos, recordamos la capacidad de las personas para generar un profundo efecto dominó en todo el mundo. Al conmemorar la primera comunidad bahá’í latinoamericana, también debemos inspirarnos para desempeñar nuestro papel en la construcción de un mundo que refleje los principios de unidad, justicia y paz en cada región donde residimos.
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