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Historia

El Santuario de Bahá’u’lláh: el lugar más sagrado del mundo para los bahá’ís

Michael V Day | Sep 6, 2023

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Michael V Day | Sep 6, 2023

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Los bahá’ís tienen intensos sentimientos emocionales hacia el Santuario de Bahá’u’lláh, el lugar que consideran más sagrado del planeta.

Estos sentimientos aumentan cuando se enteran de lo que ocurrió en el momento del fallecimiento de Bahá’u’lláh, conocido como su «Ascensión», a la edad de 74 años en mayo de 1892. Los bahá’ís consideran a Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de su Fe, como el mensajero divino más reciente, y veneran sus enseñanzas.

En mi nuevo libro, Punto de Adoración, describo el solemne cortejo fúnebre iluminado con lámparas, la llegada del féretro al Santuario interior y el entierro de los sagrados restos de Bahá’u’lláh por Abdu’l-Bahá.

Cuanto más estudiamos los últimos años de la vida de Bahá’u’lláh, más evidente se hace la descripción que de él hizo Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe bahá’í: «… la figura augusta de Bahá’u’lláh, de santidad preeminente, abrumador por la majestad de Su fuerza y poder, inaccesible por el brillo trascendente de Su gloria”.

La afirmación de Shoghi Effendi –de que una comprensión exacta y completa de la «estupenda Revelación» de Bahá’u’lláh está «más allá del alcance y la capacidad de nuestras mentes finitas»– se hace más clara a medida que aumenta la intensidad de nuestro estudio.

Cuando los visitantes bahá’ís contemplan Bahji, el nombre colectivo dado a la zona que incluye el Santuario de Bahá’u’lláh, así como la mansión que fue su último hogar, descubren que se caracteriza por un omnipresente silencio reverente, o un agradecimiento en voz baja. Pero al considerar el mandato de Bahá’u’lláh de «recordar Mis días durante tus días», podemos ampliar nuestra visión del lugar recordando el ajetreado recinto de familias y peregrinos en los últimos doce años de la vida de Bahá’u’lláh allí.

En aquella época, a finales del siglo XIX, jinetes a caballo y burros viajaban desde la cercana ciudad de Akka –algunos con carros que traían provisiones de los mercados– y rebaños de aves de corral y ovejas pastaban cerca del recinto. Las clases de los niños tenían lugar en la planta baja de la mansión. Había un herrero trabajando duro, y los hombres se ocupaban de sus oficios, la agricultura, la artesanía y el arte. Dentro y cerca de las casas que bordeaban el recinto, las mujeres se ocupaban de cocinar, lavar la ropa, coser y tejer.

En 1873, en su Libro Más Sagrado, Bahá’u’lláh ordenó específicamente que su última morada fuera el «Qiblih» –palabra árabe que significa «dirección»– como el punto hacia el que los bahá’ís debían dirigirse al ofrecer sus oraciones obligatorias. Más tarde, Abdu’l-Bahá denominó al Santuario de Bahá’u’lláh lugar de peregrinación.

Antes de fallecer, Bahá’u’lláh reveló su última voluntad y testamento, el Libro de la Alianza, que nombraba a Abdu’l-Bahá como su sucesor, refiriéndose a él como la «Rama Más Poderosa».

Abdu’l-Bahá, conocido por todos los bahá’ís como «el Maestro», sería el centro de una Alianza que, como Shoghi Effendi escribió más tarde, había “…de perpetuar la influencia de esa Fe, asegurar su integridad, resguardarla del cisma y estimular su expansión mundial…”.

Si observamos detenidamente los años transcurridos entre la revelación de esos dos poderosos libros, veremos que Bahá’u’lláh fue metódico en su preparación para el futuro. Por ejemplo, tomó medidas para asegurar la proclamación de la Fe bahá’í en todo el mundo, fiel a su enseñanza central de la unidad de toda la humanidad.

Bahá’u’lláh ya había proclamado sus enseñanzas a la realeza y a líderes políticos y religiosos de todo el mundo, pero en 1890 atrajo a su presencia a Edward Granville Browne, un joven y brillante académico británico de una de las mayores instituciones educativas de la Tierra, la Universidad de Cambridge.

El Dr. Browne tenía la asombrosa capacidad de recordar largas conversaciones palabra por palabra sin tomar notas. Dominaba el persa, el árabe y el turco, y había pasado un año en Persia discutiendo temas espirituales con algunos renombrados eruditos y maestros bahá’ís. Debido a su formación y a sus habilidades únicas, Browne era la persona perfecta para escuchar a Bahá’u’lláh explicar sus enseñanzas y, a continuación, transmitirlas a un público mucho más amplio.

Cuando el Dr. Browne regresó a Inglaterra, proporcionó a través de sus conferencias, escritos y traducciones un trampolín para las proclamaciones de las enseñanzas bahá’ís en las dos grandes potencias mundiales de la época, Gran Bretaña con su imperio, y los emergentes Estados Unidos de América.

Durante sus últimos años, Bahá’u’lláh dio instrucciones y ánimos a los bahá’ís que se congregaban en Bahji. La nueva Fe de Bahá’u’lláh había nacido en Persia y luego se expandió por las regiones del Imperio Otomano que ahora son Irak y Turquía. En el momento de la ascensión de Bahá’u’lláh en 1892, los lugares que se abrieron a la Fe incluían también Georgia, Egipto, Sudán, Pakistán, Birmania (ahora Myanmar), China y las Indias Orientales Holandesas (ahora Indonesia).

Para ayudar a asegurar la difusión de esas enseñanzas divinas, Bahá’u’lláh nombró a cuatro dinámicos maestros de la Fe con el rango de «Manos de la Causa de Dios». No eran clérigos –la Fe bahá’í no tiene clero–, así que esos cuatro hombres celebraron reuniones que evolucionaron hasta convertirse en el primer órgano administrativo bahá’í elegido democráticamente, la Asamblea Espiritual Local de los Bahá’ís de Teherán. Utilizaron el sistema unificador de toma de decisiones por consenso denominado «consulta», enseñado por Bahá’u’lláh.

Bahá’u’lláh estaba tan interesado en que los bahá’ís practicaran la consulta que a menudo se negaba a responder a las preguntas que le planteaban, sino que les animaba a practicar la consulta para encontrar las respuestas por sí mismos.

En las dos últimas décadas de su vida, Bahá’u’lláh reveló tantas cartas y tablas que Shoghi Effendi las describió como «innumerables». Los bahá’ís consideran que los numerosos principios claros y sensatos que contienen son un modelo para resolver los problemas globales y personales de hoy en día.

Entre las escrituras que Bahá’u’lláh reveló durante ese periodo: la Tabla del Carmelo, la carta constitutiva del centro espiritual y administrativo mundial de su Fe en el Monte Carmelo de Haifa, puesto de manifiesto hoy en día por el exquisito Santuario del Báb, con sus terrazas ajardinadas, y los edificios administrativos revestidos de mármol de las inmediaciones, así como las 19 terrazas que ascienden por la montaña.

Hay muchos descubrimientos que hacer mientras estudiamos la historia del Santuario de Bahá’u’lláh, un lugar con una misteriosa emanación de paz. Nuestro viaje para comprender cada vez más a Bahá’u’lláh se parece en cierto modo a la búsqueda evolutiva, aunque interminable, de comprender a Dios. Esa aventura eterna está llena de cimas escaladas y más por llegar, de delicias y maravillas siempre gratificantes.

Michael V. Day es el autor del libro de 2023 Punto de Adoración  – La historia del Santuario de Bahá’u’lláh 1873-1892. Este ensayo se inspira en dicho libro. También ha escrito una trilogía sobre el Santuario del Báb y fue editor del Baha’i World News Service entre 2003 y 2006. www.michaelvday.com

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