Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Todos pertenecemos a la misma familia humana, y sin embargo todos nuestros idiomas crean barreras entre nosotros. Las enseñanzas bahá’ís piden a la humanidad que elija un idioma auxiliar que todos aprendamos para que el mundo pueda comunicarse.
En un discurso que ofreció en París, Abdu’l-Bahá dijo:
Uno de los grandes pasos hacia la paz universal sería el establecimiento de un idioma universal. Bahá’u ’lláh dispone que los siervos de la humanidad deberían reunirse y escoger, o bien una lengua ya existente, o bien crear una nueva. – La sabiduría de Abdu’l-Bahá, p. 187.
¿Cómo podríamos conseguirlo? Según Ethnologue, la obra de referencia más fiable sobre las ecologías lingüísticas del mundo, hoy en día se hablan aproximadamente 7.111 lenguas, pero esta cifra fluctúa constantemente, y no incluye los dialectos. Incluso si fuéramos capaces de aprender cincuenta lenguas y viajáramos por un país como Papúa Nueva Guinea –donde se hablan un total de 840 lenguas–, seguiríamos estando perdidos, incapaces de comunicarnos con la mayoría de la gente.
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En el cambiante mundo de la tecnología, se producen avances en todos los campos, en todo el mundo, pero sólo una pequeña minoría puede conocerlos si no son accesibles en una lengua universal.
Una lengua universal ayudaría a disipar los malentendidos causados por las barreras inherentes a todas las lenguas diferentes que se hablan en el mundo.
La idea de un idioma auxiliar universal no es nueva, y las lenguas construidas artificialmente no son un fenómeno reciente. La primera lengua construida conocida fue Lingua Ignota, creada en el siglo XII. El concepto no suscitó un interés significativo hasta que se creó la lengua Volapük en 1879.
Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe Bahá’í, escribió en su Libro Más Sagrado:
¡Oh parlamentarios de todo el mundo! Elegid un solo idioma para uso de todos los que están en la tierra y adoptad ası. mismo una escritura común. Dios, de cierto, os expone claramente lo que ha de aprovecharos y permitiros ser independientes de los demás. Él es, en verdad, el Más Generoso, el Omnisci ente, el Informado de todo. Ello será causa de unidad, si pudierais comprenderlo, y el mayor instrumento para promover la armonía y la civilización, ojalá pudierais entenderlo! – El Kitab-i-Agdas, p. 121.
Más tarde, Bahá’u’lláh profundizó en este tema, ordenando que este nuevo idioma secundario se enseñara a los niños en las escuelas de todo el mundo. Cuando eso ocurra, dicen las enseñanzas bahá’ís, todas las generaciones futuras sólo necesitarán aprender dos lenguas: una, su propia lengua materna, y la otra, la lengua auxiliar que todos podrán utilizar.
Cuando adoptemos un idioma auxiliar universal, dicen las enseñanzas bahá’ís, el mundo entero llegará a ser considerado como un solo país, liberando a la gente de la necesidad de adquirir y enseñar muchos idiomas diferentes.
Desde que se desarrollaron las primeras, se inventaron docenas de lenguas nuevas a finales del siglo XIX. El volapük fue popular durante algún tiempo y al parecer tuvo unos cuantos miles de usuarios, pero más tarde fue eclipsado por la popularidad del esperanto, que surgió en 1887.
Abdu’l-Bahá, hijo y sucesor de Bahá’u’lláh, elogió al Dr. Zamenhof, inventor del esperanto. Respecto al Esperanto, Abdu’l-Bahá dijo en una carta publicada en la revista bahá’í Star of the West:
Alabado sea Dios, porque el Dr. Zamenhof ha construido la lengua esperanto. Tiene todas las cualidades potenciales de adopción universal. Todos nosotros debemos estarle agradecidos por su noble esfuerzo, ya que en este asunto ha servido bien a sus semejantes. Ha construido una lengua que otorgará beneficios divinos a todos los pueblos. [Traducción Provisional de Oriana Vento].
Desde su creación, el esperanto ha sido ampliamente utilizado y, en los primeros días de la Fe, se animó a los bahá’ís a aprenderlo y a traducir la literatura bahá’í al esperanto. Muchos bahá’ís aún lo hablan.
Desde entonces, también se han propuesto otras lenguas sintéticas, como «Latino sine Flexione» e «Idiom Neutral». Hacia 1887 se formó una Delegación para la Adopción de una Lengua Auxiliar Internacional, compuesta por 12 miembros, que propuso una nueva lengua basada en el esperanto, llamada Ido, que significa «vástago».
En 1894, el Dr. Zamenhof, tras escuchar varias quejas sobre el esperanto, sugirió una propuesta de esperanto reformado, con varios cambios que también adoptó el Ido. Desgraciadamente, la creación de Ido provocó un cisma entre los que creían que el esperanto debía dejarse como estaba y los que creían que tenía lo que percibían como defectos inherentes. Los que se oponían al cambio sostenían que eran las interminables modificaciones las que habían llevado al declive del volapük. En la actualidad, se calcula que el esperanto tiene entre 100.000 y 2 millones de hablantes fluidos, mientras que los hablantes de iodo oscilan entre 1.000 y 5.000. No obstante, se ha seguido trabajando en el esperanto. En enero de 2022 se aprobó un nuevo conjunto de palabras en esta lengua.
A pesar de todo, no es probable que ninguna de las dos lenguas sea adoptada como lengua universal porque el esperanto fue desarrollado por una sola persona y utiliza el género masculino por defecto, y el ido fue desarrollado por una pequeña delegación de personas. Además, ambas tienen sus raíces en las lenguas romances indoeuropeas, con pocas influencias o inclusiones de lenguas asiáticas o indígenas.
A principios del siglo XX, Abdu’l-Bahá explicó a un auditorio de Londres cómo podría surgir una lengua verdaderamente universal:
El amor y el esfuerzo puestos en el esperanto no se perderán … pero ninguna persona puede construir un idioma universal. Debe lograrse mediante un Consejo que represente a todos los países y debe contener palabras de diferentes idiomas. Se regirá por las normas más simples y no admitirá excepciones; no habrá género, ni letras silentes. Todo lo que se signifique deberá contar con un solo nombre. – Abdu’l-Bahá en Londres, p. 35.
Tras la Primera Guerra Mundial, la búsqueda de una lengua construida ideal perdió fuerza, pero el concepto de un idioma universal es ahora más necesario que nunca en la era de la comunicación de masas mundial. Aunque el inglés ha sido adoptado como lengua universal por la comunidad científica y se ha generalizado su uso en los negocios internacionales, la diplomacia mundial y muchos otros campos, tiene muchos problemas: es muy difícil de aprender y está lleno de contradicciones y excepciones a las normas.
Abdu’l-Bahá enseñó que cuando por fin seamos capaces de comunicarnos libremente con toda la humanidad y comprendamos los puntos de vista de los demás, nos asociaremos en amistad y concordia y sentiremos el mayor amor y compañerismo los unos por los otros.
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Un idioma universal puede contribuir en gran medida a que florezcan la unidad, el amor y el compañerismo. Eliminará los malentendidos religiosos, unirá a Oriente y Occidente en un espíritu de hermandad y amor, hará que este mundo pase de tener muchas familias a ser una sola, y ayudará a eliminar la ignorancia y la superstición. Cuando todas las naciones sean capaces de utilizar los últimos y mejores pensamientos de todas las personas del mundo, se potenciará la colaboración a todos los niveles. Se revelarán nuevos descubrimientos, se multiplicarán los inventos, las ciencias avanzarán a pasos agigantados y la cultura científica del planeta se desarrollará a lo largo de líneas más amplias e inclusivas. Un idioma universal, proclamó Bahá’u’lláh, ayudará incluso a alcanzar la paz mundial:
Los gobernantes y reyes de la tierra … deben considerar los medios y arbitrios para echar los cimientos de la Gran Paz mundial entre los hombres. Esa paz exige que las grandes potencias decidan, para la tranquilidad de los pueblos de la tierra, estar completamente reconciliadas entre sí… Se aproxima el día en que todos los pueblos de la tierra habrán adoptado un idioma universal y una escritura común. Cuando se haya logrado esto, a cualquier ciudad que uno viaje, será como llegar a la suya propia.
Sabiendo que se aproxima el día que adoptaremos un idioma universal, rezo: «¡Por favor, Dios, acelera el día!», y estoy agradecido.
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