Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Cómo podemos avanzar hacia una realidad más inclusiva más allá de las trampas de la política partidista de la confrontación? Podríamos probar con estos cinco principios constructores de unidad extraídos de las enseñanzas bahá’ís.
Estos nuevos principios sugieren una forma completamente diferente de ver el mundo que puede permitir que personas diversas contribuyan a un proceso dinámico de transformación de la comunidad.
1. La unidad de la humanidad es una verdad universal
Nosotros, como raza humana, reconocemos cada vez más nuestra unidad. Somos una familia humana interconectada en el sentido más literal: los estudios genéticos demuestran que cada uno de nosotros es primo lejano de todos los demás seres humanos de la Tierra. Vivimos en una patria planetaria común y compartimos una biosfera común, y ahora estamos viviendo un momento de intensificación de la interdependencia global.
La contaminación y la guerra en una parte del mundo causan ondas que afectan a todas las demás partes del planeta, ya sea contaminando una fuente de agua compartida o desplazando a millones de personas a través de las fronteras. Estamos tan profundamente conectados que es como si fuéramos las células de un cuerpo, y si una parte del cuerpo humano está enferma o angustiada, el resto del cuerpo también sufrirá. Necesitamos un nuevo modelo de organización social, por lo que es primordial reconocer la verdad fundamental de la unidad de la humanidad.
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2. El ser humano tiene capacidad de cooperación
La idea de que los seres humanos son esencialmente egoístas y deben luchar por el poder sobre los demás forma parte del tejido de la vida política mundial. Pero los humanos no somos intrínsecamente corruptos, egoístas y agresivos; también tenemos capacidad de cooperación, reciprocidad y servicio mutuo. Lo que necesitamos, ahora más que nunca, son foros de desarrollo comunitario que giren en torno a la consulta y el respeto mutuo. Debemos buscar nuevos modelos de gobierno que reflejen la capacidad humana de altruismo.
Las enseñanzas bahá’ís afirman que la diversidad es necesaria para la unidad, por lo que unidad no significa uniformidad; al contrario, todos necesitamos diversidad para aportar nuevas perspectivas e innovación a la resolución de nuestros complejos problemas.
3. El cambio social exige la participación universal
Hoy en día, la gente de todo el mundo está inmersa en una cultura de esperar que los «expertos» resuelvan nuestros problemas: esperar a que los políticos electos u otros líderes comunitarios arreglen las cosas. ¿Cómo podemos empoderarnos mutuamente para vernos a nosotros mismos como agentes del cambio dentro de nuestras comunidades locales y centrarnos en el cambio positivo al que cada uno puede contribuir? ¿Cómo podemos liberarnos de las falsas dicotomías de «los avanzados» y «los atrasados», los «desarrollados» y los «subdesarrollados»? Todas las personas deben tener un sitio en la mesa porque cada persona es la verdadera experta de su propia vida.
4. La historia puede reformularse
Al igual que el desarrollo de un individuo a través de las etapas de la infancia, la niñez y la adolescencia, la humanidad ha evolucionado desde una «niñez» colectiva de sociedades tribales independientes hasta una «adolescencia» de comunidades nacionales más complejas e integradas. Ahora nos encontramos en la cúspide de una mayoría de edad universal: la emergencia de una civilización verdaderamente global.
Cada vez más, podemos ver la aparición de visiones del mundo que hacen hincapié en la unidad y la unicidad de la humanidad. Algunas personas todavía se aferran a las viejas narrativas que dicen: «siempre ha sido y siempre será así», pero estamos viviendo una época de interdependencia global que avanza como nunca antes se había visto. Ahora, todos los habitantes de la Tierra tienen la opción de aprender a aceptar la responsabilidad por el bienestar de toda la familia humana.
5. Los seres humanos tienen dimensiones espirituales y materiales
Nuestra dimensión espiritual es tan importante como nuestra dimensión material, y necesitamos desesperadamente estructuras sociales que permitan el desarrollo de ambas. Esto no es una afirmación de una ideología religiosa concreta. Más bien expresa la idea de que muchas personas sienten amor y conexión con la Tierra, con otros seres humanos y con esa esencia incognoscible que algunos llaman Dios. Más allá de tener las necesidades materiales básicas para sobrevivir, la gente necesita sanación espiritual. La gente necesita sentirse amada. El desarrollo de cualidades espirituales, como el amor, la justicia, la confianza, la paciencia y la gratitud, nos ayudan a conectar auténticamente con los demás y a contribuir al progreso social.
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Más allá de la división política
Las soluciones a los complejos problemas a los que nos enfrentamos no llegarán fácilmente, y no pueden reducirse a simples eslóganes. La realización de la unidad solo surgirá orgánicamente en función de lo bien que nosotros, como ciudadanos, construyamos auténticos lazos de confianza, venzamos nuestros prejuicios y establezcamos nuevos foros para una verdadera colaboración.
Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, nos advirtió:
¿Hasta cuándo persistirá la humanidad en su rebeldía? ¿Hasta cuándo continuará la injusticia? ¿Hasta cuándo reinarán el caos y la confusión entre los hombres? ¿Hasta cuándo agitará la discordia la faz de la sociedad?…
… Los vientos de la desesperación, ay, soplan desde todas direcciones, y la contienda que divide y aflige a la raza humana crece día a día. Ahora pueden percibirse los signos de convulsiones y caos inminentes, por cuanto el orden predominante resulta ser deplorablemente defectuoso.
Podemos consumir nuestro tiempo movilizándonos contra los continuos asaltos de un modelo de gobierno defectuoso, o podemos dedicar nuestras energías a promover un nuevo conjunto de valores y una nueva forma de relacionarnos.
Más que nunca, necesitamos sustituir los modos de pensamiento y comportamiento anticuados por una visión del mundo que reconozca la unidad de la humanidad.
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