Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
La oración no siempre tiene que hacerse con palabras, sino en pensamiento e intención. Si uno carece de este amor y deseo, es inútil tratar de forzarlos. Las palabras sin amor no tienen significado. Si una persona te habla como cumpliendo sólo con una desagradable obligación, sin mostrar amor y placer de estar contigo, ¿deseas conversar con ella? – Abdu’l-Bahá, citado por el Dr. J.E. Esslemont en Bahá’u’lláh y la nueva era.
En pocas palabras, todo esfuerzo y dedicación realizados por una persona con todo su corazón, es adoración, si están inspirados en motivos elevados y el deseo de servir a la humanidad. Esto es adoración: servir a la humanidad y proveer las necesidades de las gentes. El servicio es oración. – Abdu’l-Bahá, La sabiduría de Abdu’l-Bahá.
¿Qué haces después de orar?
Para los bahá’ís, esa pregunta crucial define lo que significa recorrer un camino espiritual.
Yo solía creer que la oración era suficiente. Si empezaba mi día con algo de oración y meditación, me sentía mejor. Me sentaba en silencio con un libro de oraciones, leía algunas de las hermosas y conmovedoras oraciones bahá’ís y luego meditaba en silencio sobre su significado e importancia. Una rutina diaria como ésta, que incluía un intento de conectar con lo divino seguido de un periodo de contemplación silenciosa, me ayudó realmente a sentirme más atento, más centrado y más presente. Durante años seguí esta práctica y me sentí bien con ella.
Pero entonces, en el proceso de intentar aprender más sobre las enseñanzas bahá’ís y sus poderosas recomendaciones para vivir una vida espiritual, empecé a descubrir toda una dimensión de la oración y la meditación. Me di cuenta de que a mi práctica espiritual diaria le faltaban algunos elementos críticos, al punto que había empezado a sentirse lejos de estar completa. Con el tiempo aprendí gradualmente, a medida que leía y estudiaba los escritos bahá’ís y las escrituras sagradas de las otras grandes religiones, que mis apreciadas y familiares prácticas espirituales habían comenzado a parecer egoístas, autoindulgentes e incluso limitantes para mi propio crecimiento espiritual.
¿Has escuchado alguna vez el término «mirarse el ombligo»?
Proviene de la antigua práctica de yoga hindú de contemplar el propio ombligo, que algunos pensaban que podía ayudar a cada persona a centrar sus pensamientos meditativos. En varios sistemas de creencias hindúes, el ombligo representa el Manipura o «segundo» chakra, del que se dice que es el centro del poder personal, el miedo y la introversión. Los griegos llamaban a la contemplación del ombligo «omphaloskepsis», pero en tiempos más modernos, la contemplación del ombligo significa que te has ensimismado por completo, centrado solo en tu propio paisaje interior, felizmente inconsciente de las vidas, luchas y realidades de los demás.
Así es exactamente como empecé a sentirme. Mi práctica espiritual diaria me parecía ahora demasiado interna, demasiado centrada en mí mismo y demasiado insular. Me di cuenta de que tenía que pasar del interior al exterior.
Para tratar de crecer y avanzar más allá de mi propia conciencia, leí un pequeño folleto bahá’í sobre la dinámica de la oración, escrito por una autora bahá’í llamada Ruth Moffett, que escribió su libro después de hablar extensamente sobre la oración con el Guardián de la fe bahá’í, Shoghi Effendi, en 1930. Su útil y práctico libro enumera cinco sencillos pasos que sugieren una forma de transformar la oración en acción:
1. Ore y medite
Ore y medite sobre el punto. Utilice las oraciones de las Manifestaciones ya que ellas poseen poder mayor. Aprenda a permanecer en el silencio de la contemplación durante unos minutos. Durante esta comunión profunda, tome el paso siguiente.
2. Tome una decisión.
Tome una decisión y manténgala. Esta decisión habitualmente nace en un destello hacia el final o durante la contemplación. Puede parecer casi imposible de lograr, pero si parece ser una respuesta a la oración o una forma de resolver el problema, tome de inmediato el paso siguiente.
3. Tenga determinación
Esté resuelto a llevar a cabo la decisión tomada. Muchos fracasan aquí. La decisión, que brota en una resolución se agosta y en lugar de ello se transforma en un deseo o en un vago anhelo. Cuando nace la resolución, tome de inmediato el siguiente paso.
4. Tenga fe y confianza
Tenga fe y confianza. Que fluirá a través suyo el poder, aparecerá el camino correcto, se abrirá la puerta, le será dado el pensamiento correcto, el mensaje correcto, el principio correcto o el libro correcto. Tenga confianza y en verdad vendrá hacia usted la cosa correcta para llenar sus necesidades. Entonces, en el momento de levantarse de la oración, tome inmediatamente el quinto paso.
5. Actúe como si todo hubiera sido respondido
…por último, ACTÚE; Actúe como si se hubiese recibido una respuesta a todo. Entonces proceda con energía incansable e incesante. A medida que actúe, usted se transformará en un imán que atraerá más poder hacia su ser, hasta que llegue a ser un canal sin obstrucciones para que el Poder Divino fluya a través suyo.
Muchos oran, pero no se quedan para la segunda mitad del primer paso. Algunos que meditan llegan a una decisión, pero fracasan en aferrarse a ella. Pocos tienen la resolución para llevar a cabo la decisión y son aún menos los que tienen confianza en que la cosa correcta vendrá a sus manos. ¿Pero cuán-tos son los que se acuerdan de actuar como si todo hubiese sido contestado? Cuánta verdad hay en aquellas palabras – “Más grande que la oración es el espíritu en que se la dice”, pero más grande que la forma en que se dice es el espíritu con que se lleva a efecto. Se refiere a los reveladores de la Palabra de Dios. – Ruth Moffet, Llamado a la oración.
Después de leer este pequeño y útil libro, me di cuenta de que durante años me había limitado a orar y a meditar como fines en sí mismos, y que no había entendido nada.
La fe, más que una creencia pasiva en un concepto o un principio, tiene que expresarse en acción y encontrar su plenitud en lo que la gente hace, más que en lo que piensa o dice.
Así que la próxima vez que te sientes a orar y a meditar, prueba estos sencillos cinco pasos, y comprueba si puedes convertir tu práctica espiritual en una que lleve tu mirada desde el interior hacia el exterior.
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