Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Usted sueña?
Sí, por supuesto que lo hace, nos dicen todos los investigadores del sueño. Ya sea que uno recuerde lo soñado al despertar o no, todo ser humano sueña. Aún los recién nacidos tienen sueños. Todos tenemos esos períodos de sueño con movimiento ocular rápido (REM por sus siglas en inglés) varias veces cada noche, cuando ocurren nuestros sueños más memorables. Sin embargo, los estudios sobre los sueños han descubierto recientemente que también soñamos durante los momentos no REM de nuestro sueño, cuando la actividad del cerebro es menor que durante las fases REM. La mitad de los sueños de los infantes ocurre durante las fases REM, momentos en los que los pediatras especialistas en neurociencias creen que los cerebros de los bebés empiezan a formar las vías para la integración neuronal que son cruciales para el pensamiento.
Soñar resulta ser algo universal y va más allá de la especie humana. Es probable que hayamos visto a perros y gatos “correr” en sus sueños. Los científicos han encontrado que los mamíferos y hasta ciertas aves sueñan con frecuencia. Sabemos que la persona promedio sueña entre 3 y 5 veces durante cada ciclo de sueño, algunos sueñan más, y que el promedio de horas de sueño cada noche es aproximadamente dos. Los sueños pueden durar desde unos pocos segundos hasta 30 minutos. Algunas personas sueñan en blanco y negro, otras en vívidos colores. Durante una vida normal, el adulto promedio habrá pasado más de seis años soñando, casi el 10 porciento de toda su vida.
A pesar de la universalidad de los sueños, hasta el momento la ciencia tiene poco conocimiento respecto de dónde se originan nuestros sueños. Abundan las teorías: es una parte del cerebro la que produce los sueños o son múltiples partes del cerebro que combinadas producen los sueños o se usa todo el cerebro para los sueños. Ningún investigador de neurociencias ha podido determinar que parte del cerebro es la que sueña. Pero, más importante aún, es que nadie sabe porqué soñamos, o qué propósito podrían tener los sueños. El mundo de los sueños, que siempre ha sido un misterio desde el comienzo de la historia, continúa desconcertándonos.
Lo que sabemos es que ningún ser humano puede vivir sin dormir y sin soñar.
De hecho, los científicos recientemente han estudiado la relación entre la privación del sueño y las enfermedades mentales, incluyendo el trastorno bipolar y varios estados sicóticos. En un estudio realizado en 2007 por la Universidad de California de Berkley, los investigadores utilizaron imágenes obtenidas mediante resonancia magnética para examinar los cerebros de personas privadas del sueño y encontraron que la pérdida de sueño “causa que el cerebro sea incapaz de poner un evento emotivo en la perspectiva apropiada y que sea incapaz de dar una respuesta controlada y apropiada de un evento”. El mayor tiempo que una persona ha estado sin dormir, bajo verificación científica, es once días. Luego de lo cual el sujeto experimentó paranoia y alucinaciones.
La privación del sueño y la pérdida de la capacidad para dormir en los hechos imitan la sicosis.
Otro extenso estudio conducido por el Dr. Patrick McNamara de la Facultad de Medicina de la Universidad de Boston, mostró que muchos de los sueños, pero no todos, cuentan con “características formales elaboradas, complejas, involuntarias y altamente estructuradas, que se combinan para crear “simulaciones mentales extraordinariamente complejas”. Los investigadores de este estudio encontraron que los sueños a menudo tienen su propia lógica y cohesión internas, en vez de representar simplemente neuronas que se disparan al azar mientras el cerebro descansa.
En otras palabras, los sueños nos pueden decir la verdad. Las antiguas sociedades conocían de esta sabiduría y, como resultado de esto, muchas culturas nativas y aborígenes le dan la misma importancia que al mundo cotidiano consciente, haciendo poca o ninguna distinción entre el estado del sueño y el de vigilia. En tiempos pasados, los sueños podrían habernos brindado nuestras primeras inclinaciones hacia algo más allá de esta existencia material:
A menudo los sueños aparecen como experiencias de un confuso mundo paralelo. Reflexionando sobre esta experiencia, podríamos especular que durante los sueños viajamos a un ámbito alternativo real. Se ha sugerido que una de las principales fuentes de esta idea, de un mundo espiritual distinto al mundo físico, son los sueños. De ser esta hipótesis correcta, aunque sea de manera parcial, entonces los sueños contribuyen a una de las nociones básicas de la religión. [Traducción de cortesía] James R. Lewis, The Dream Encyclopedia, p. xiv.
Las enseñanzas bahá’ís ven los sueños de manera compleja pero esencialmente espiritual, como el vehículo que el alma humana puede utilizar y a menudo utiliza para realizar sus descubrimientos más profundos:
Cuando el alma del hombre es refinada y purificada, se establecen vínculos espirituales, y de estos lazos se producen sensaciones percibidas por el corazón. El corazón humano se parece a un espejo. Cuando está pulido los corazones humanos están en sintonía y se reflejan unos en otros, y de este modo se generan emociones espirituales. Es como el mundo de los sueños, donde el hombre está desprendido de las cosas tangibles y experimenta aquellas que son del espíritu. ¡Qué asombrosas leyes intervienen y qué notables descubrimientos se realizan! Y puede ser que incluso se produzcan comunicaciones detalladas…- ‘Abdu’l-Bahá, Selecciones de los escritos de ‘Abdu’l-Bahá, página 82.
Esta conexión espiritual con nuestro inconsciente y con el mundo del alma nos puede beneficiar enormemente, si le prestamos atención.
En mi propia búsqueda por entender mis sueños luego de la guerra, aprendí que ensayar mis propias pesadillas puede tener un efecto positivo. De la siguiente manera: antes de irse a dormir, escriba el sueño recurrente, haciendo un breve resumen de lo que ocurre en la trama del sueño. Luego usted le cambia el final, escribiendo la forma en que a usted le gustaría que terminara el sueño. En mi pesadilla postraumática de guerra recurrente yo siempre me veía forzado a volver a la guerra para siempre, por lo tanto escribí un final alternativo: que la guerra había terminado y había llegado la paz.
Esta técnica no detuvo ni alteró las pesadillas inmediatamente, pero me parece que al cambiar de manera consciente el final eventualmente me ayudó junto con otras técnicas que aprendí en el camino. Más a este respecto en la siguiente entrega de esta serie.
Por lo tanto síganme mientras examinamos cuán aleatorios pueden ser los sueños y lo que cada persona puede hacer para entender mejor que pasa mientras duerme.
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