Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Esta mañana, cuando he intentado pagar mi café, me han dicho que ya estaba pagado. La cajera me señaló a una mujer que estaba cerca de la salida y me dijo que a veces compraba café a desconocidos.
Wow, ¡me había convertido en la destinataria de un acto de bondad al azar!
Me acerqué a ella, le di las gracias y le dije que no solo me había dado una agradable sorpresa, sino que me había inspirado para hacer lo mismo por otra persona. Podríamos llamarlo «devolver el favor». No esperaba que la identificaran y le dieran las gracias personalmente; lo había hecho solo por el placer de dar.
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Este incidente me hizo feliz, como un ejemplo perfecto del dicho: «Son las pequeñas cosas de la vida las que cuentan».
Reflexionando sobre ello, creo que sus acciones indican que ella cree en el futuro y en el papel que todos podemos desempeñar en él. Mi vida no ha cambiado por una café gratis, pero recibir la amabilidad de un desconocido sí me reafirma en la vida. Como a mí me causó alegría, quiero hacer lo mismo por los demás. También me hizo reflexionar sobre mi relación con los desconocidos.
Abdu’l-Bahá escribió: «No veáis extraños; más bien, ved a todos los hombres como amigos, pues difícilmente se origina amor y unidad cuando fijáis la mirada en la otredad».
Estas palabras también nos recuerdan que podemos transformar al extraño en amigo y al enemigo en un verdadero hermano. Me dicen que si reconozco la bondad intrínseca de los demás, entonces querré ser amable, respetuosa y generosa con ellos.
Ser el destinatario aleatorio de un café gratis tiene otro aspecto. Mi benefactora no tenía forma de saber de antemano quién recibiría el café y si esa persona lo merecería. Parecía suponer que todo el mundo es digno de recibirlo. Así que la cuestión no es tanto el café sino la naturaleza anónima y amable del acto en sí, y su reconocimiento inherente de la unidad y la nobleza de la humanidad.
Una de las enseñanzas fundamentales de la fe bahá’í es la camaradería, tanto con extraños como con amigos. Esto significa no solo ser considerado y amable, sino también confiar en que los demás merecen respeto y amor. Muchos de los problemas del mundo están causados por rencores antiguos, peleas sin sentido y animosidad arraigada. Los actos de amor, grandes y pequeños, ayudan a contrarrestar estas fuentes de discordia.
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Abdu’l-Bahá explicó lo que se requiere para lograr el cambio:
…hace falta un poder que esté por encima y más allá de los poderes de la naturaleza para convertir esta tenebrosa oscuridad en luz y transformar estos odios y resentimientos, estos rencores y despechos, estos interminables enfrentamientos y guerras en confraternidad y amor entre todos los pueblos de la tierra. Este poder no es otro que los hálitos del Espíritu Santo y la gran influencia de la Palabra de Dios.
Soy consciente de que las palabras y las ideas nobles por sí solas no prometen una transformación inmediata, y que un pequeño gesto como un café no basta para lograr el perdón, el amor universal o la paz mundial. Pero su generosidad y amabilidad hicieron que mi jornada laboral empezara de forma edificante.
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