Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Hace poco me hizo especial gracia una historia en la que el pianista Jeremy Denk escribía sobre su «error favorito»: intentar estudiar química y música a la vez.
Se había sentido atraído por ambas, pensando que serían complementarias y viendo en ellas, como él las describe, las virtudes de la consistencia, la repetibilidad, la serena precisión y el ritmo.
RELACIONADO: ¿Debería todo el mundo tener derecho a la ciencia?
Por desgracia, no le fue bien, ya que acabó en el último puesto de la clase de química. Parece que las diferencias entre ambas no le encajaban académicamente. Su mayor dificultad era el deseo de innovación e improvisación, lo que podía ser peligroso en un laboratorio de química, sobre todo en manos de un novato. Luego estaba la cuestión de los niveles de precisión: en la química, a menudo hay una sola respuesta correcta, mientras que en la música, él veía infinitas posibilidades.
Me encanta esta historia, porque ilustra maravillosamente el equilibrio entre ciencia y arte, que a su vez es similar al equilibrio entre ciencia y religión. El Sr. Denk acabó resolviendo por sí mismo la tensión entre ambas, igual que la mayoría de nosotros probablemente nos inclinamos más hacia un lado u otro. ¿Lo importante? No centrarse en una excluyendo la otra.
Al reflexionar sobre el énfasis bahá’í en perseguir tanto el arte como la ciencia, hice una búsqueda de palabras a través de una versión electrónica de los escritos bahá’ís y descubrí que a menudo la palabra «artes» apuntaba no sólo a esa palabra, sino también a la frase «artes y ciencia». Así que, aunque no seamos expertos en ambas, muchas de las cualidades de una reflejan y complementan las de la otra.
Leonardo da Vinci vio la conexión entre ambas. Se dice que dijo:
Principios para el desarrollo de una mente completa: Estudia la ciencia del arte. Estudia el arte de la ciencia. Desarrolla tus sentidos, sobre todo aprende a ver. Date cuenta de que todo está conectado con todo lo demás.
Este consejo también tiene un lado práctico. Los artistas, como los científicos, deben conocer sus materiales y suministros. Si los artistas quieren ser profesionales, deben practicar la autodisciplina y adoptar prácticas empresariales sólidas. Del mismo modo, un científico que quiera progresar profesionalmente querrá explorar e innovar. Teniendo en cuenta los atributos de una persona equilibrada, nos beneficiamos de dedicarnos al menos en cierta medida a ambas cosas: por ejemplo, un científico que toca un instrumento musical o un alfarero que colecciona y estudia fósiles.
En un nivel superior, las enseñanzas bahá’ís consideran el estudio de la ciencia y el arte como parte de los cimientos de la educación, y Abdu’l-Bahá dijo que el dominio de los mismos puede considerarse adoración:
Las ciencias y artes, la industria e inventiva 155 han sido reformadas. La ley y la ética han sido reconstruidas, reorganizadas. El mundo del pensamiento ha sido regenerado.
Las exigencias de la hora presente demandan nuevos métodos de solución; los problemas mundiales no tienen precedente. Las viejas ideas y formas de pensamiento se vuelven rápidamente obsoletas.
RELACIONADO: Reflexiones sobre el arte divino que nos rodea
No creo que sea casualidad que el siglo pasado haya sido testigo de una gran aceleración tanto de la ciencia como del arte. Tras haber recibido la inspiración necesaria para avanzar, vibran con nuevas posibilidades. Apenas pasa una semana sin que haya novedades sobre la ciencia, la medicina o la tecnología. Lo mismo ocurre con las artes, sobre todo si consideramos toda su gama y cómo se han potenciado gracias a la tecnología. De hecho, cada vez es más difícil diferenciar entre ambas.
La importancia de las artes y la ciencia también fue afirmada por las Naciones Unidas a través de esta declaración dentro de La Declaración Universal de los Derechos Humanos: «Toda persona tiene derecho a tomar parte libremente en la vida cultural de la comunidad, a gozar de las artes y a participar en el progreso científico y en los beneficios que de él resulten».
Cuando observo el mundo que me rodea y pienso en todo lo que puedo disfrutar de él gracias a la ciencia y las artes, me doy cuenta de lo afortunada que soy. La ciencia ha contribuido a que tenga una vida sana, y las artes también me enriquecen y me mantienen viva. Nuestro reto ahora es garantizar que ambas avancen de forma responsable, sigan siendo edificantes y sean universalmente accesibles.
Comentarios
Inicia sesión o Crea una Cuenta
Continuar con Googleo