Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
¿Cómo conocer la verdad?
Para encontrar el sentido de la experiencia, hacemos hipótesis sobre la realidad. Si operamos con supuestos inconscientes, los solemos llamar “sentido común”. Sabemos, por ejemplo, que si nos golpean con una pelota de futbol nos va a doler si anteriormente nos han golpeado objetos voladores.
Pero podemos saber esto sin poder citar ni un solo principio de aceleración o velocidad que “compruebe” que duele. Gran parte de lo que conocemos sobre nuestro mundo—físico, emocional, o intelectual—cabe en esta categoría. No clamamos pruebas científicas de que nuestros hijos o seres queridos nos aman, ni ofrecemos pruebas científicas de que sentimos amor por ellos y ellas. Consideramos su conducta para con nosotros y nuestros “sentimientos” por ellos suficiente evidencia de amor.
Esto puede traer a colación la pregunta: ¿es real el amor? ¿Es racional creer en el amor? (Esa es otra discusión).
El teórico lógico W.V. Quine escribió: “la ciencia es el sentido común que se ha vuelto autoconsciente”. En otras palabras, cuando nuestros supuestos se organizan de manera consciente, tenemos el inicio de la ciencia. A medida que vamos examinando y probando las relaciones lógicas entre nuestros supuestos y sus consecuencias, llegamos a un “conjunto de conocimientos” bien organizado que describe un modelo de la realidad. La colección de enunciados que conforman este cuerpo de conocimiento son los enunciados de la ciencia, que se modifican continuamente a la luz de nuevas experiencias, nuevos supuestos, y nuevas relaciones lógicas.
Entonces, para decirlo de manera sencilla: la ciencia es el conocimiento organizado. La adquisición y organización consciente y explícita del conocimiento es lo que lo hace científico. Para muestra un botón, volvamos a ver el enunciado: “La gata es negra”. Esto es:
- Conocimiento de sentido común.
- Entendido de manera inconsciente.
- Directamente observable.
La ciencia pregunta por qué el pelaje de la gata es lo que llamamos “negro”. Un enunciado sobre la realidad podría verse de esta manera: “El pelaje del gato absorbe todas las frecuencias de la luz visible”. Esto es:
- Conocimiento científico
- Entendido de manera consciente.
- No es directamente observable, sino que requiere de experimentación, razón y conocimientos sobre otros mecanismos.
La ciencia no es solo asunto de descubrir enunciados verdaderos. Todos sabemos una miríada de enunciados verdaderos y triviales: la gata es negra, el fuego quema, las pelotas de futbol son duras. Prueba, en términos científicos, significa el proceso total por medio del cual hacemos aceptable un enunciado por medio del criterio pragmático: “¿Será que funciona de la manera que se dice que funciona?”
Las enseñanzas bahá’ís dicen que la fe debería ser también pragmática:
El conocimiento científico es el más alto logro en el plano humano, pues la ciencia es la que describe las realidades. Es de dos clases: material y espiritual. La ciencia material es la investigación de los fenómenos naturales; la ciencia divina descubre las realidades espirituales. El mundo de la humanidad debe obtener ambas. El ave posee dos alas; no puede volar con una. La ciencia material y espiritual son las dos las de la elevación y el logro. Ambas son necesarias… — ‘Abdu’l-Bahá, La promulgación de la paz universal, p. 152 y 153.
Aquí sugiere ‘Abdu’l-Bahá que aplicar la observación y la razón es pertinente tanto para la investigación de fenómenos naturales como en el descubrimiento y el entendimiento de verdades espirituales.
El método científico es el uso sistemático, organizado, dirigido y consciente de nuestras variadas facultades mentales en un esfuerzo por alcanzar un modelo coherente del fenómeno que se esté investigando. — William S. Hatcher, La ciencia y la religión (traducción de cortesía)
Al aceptar como verdadero un concepto o principio, nuestras emociones se comienzan a organizar alrededor de este. Empezamos a depender de él. El concepto “deja de ser pura hipótesis o supuesto intelectual. Se vuelve parte de la forma que vivimos y esperamos que se comporten las cosas”. — Íbid.
Veamos un principio de “ciencia divina”: “El odio nunca se extingue por el odio en este mundo; solamente se apaga a través del amor”. – Buda, Dhammapada Sanscrito, 1:5.
Las enseñanzas bahá’ís ofrecen un postulado de ese principio: “Un pensamiento de odio debe ser destruido por uno más grande de amor.”– ‘Abdu’l-Bahá, La sabiduria de ‘Abdu’l-Bahá p. 38
En repetidas ocasiones, ‘Abdu’l-Bahá comprobó ese principio en el laboratorio de su vida, poniendo tanto principios como postulados en acción. Permíteme dar un ejemplo: Cuando se encontraba en la ciudad prisión de Akka, Palestina, ‘Abdu’l-Bahá se ocupó de cuidar de un hombre musulmán que tenía una enfermedad de emaciación. Los parientes y amigos lo habían abandonado, pero ‘Abdu’l-Bahá no. El hombre odiaba a ‘Abdu’l-Bahá. Lo consideraba apóstata—hereje. Le escupía, denigraba, vilipendiaba mientras que ‘Abdu’l-Bahá atendía sus necesidades. Esto sucedió por 24 años; tomó tanto tiempo para que el caballero musulmán finalmente aprendiera a amar a ‘Abdu’l-Bahá y considerarlo un amigo.
También he realizado “experimentos” personales con este principio de fe — que se encuentra en los escritos de casi todos/as las formas de religión revelada de alguna forma — y he descubierto que, de hecho, funciona. Generalmente funciona mucho menos que 24 años. Uno de mis mejores amigos de la universidad era alguien que había sido mi peor enemigo en el bachillerato, y el cambio ocurrió a través de actos de amabilidad intencionados, precipitados por mí, al tomar en serio las instrucciones de Jesús de cómo tratar a mis enemigos.
Ahora puedo suponer que estos principios se pueden poner en acción y que, si se ponen en acción, funcionarán.
William S. Hatcher se refiere a esto como “organizar nuestras emociones en torno a nuestros supuestos”.
Necesitamos una buena palabra para resumir este proceso de organizar nuestras emociones en torno a nuestros supuestos, y la religión nos ha proporcionado la palabra: fe. Podemos definir la fe del individuo como la totalidad de su orientación emocional y física que resulta del conjunto de supuestos sobre la realidad que ha hecho (de forma consciente o inconsciente). — Ciencia de Religión, p. 12.
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