Cómo trascender este reino materialista

Todos somos humanos, así que de vez en cuando nos desesperamos, perdemos el optimismo y la esperanza. Incluso los mensajeros de Dios sintieron desesperación, como nos recuerda Shoghi Effendi en esta carta escrita en su nombre:

No sólo debemos ser pacientes con los demás, ¡infinitamente pacientes!, sino también con nosotros mismos, ¡recordando que incluso los Profetas de Dios a veces se cansaban y gritaban desesperados!  –  [Traducción provisiona de Oriana Vento]

Entonces, ¿cómo puede la Fe bahá’í ayudar con estos sentimientos de profunda desesperación?

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Las enseñanzas bahá’ís animan a todos, sean bahá’ís o no, a cultivar su vida espiritual a través de la oración diaria, la meditación y el estudio de los textos sagrados. Esta base espiritual puede proporcionar un sentido de propósito y paz interior, que ayuda a contrarrestar la desesperación causada por las búsquedas principalmente materialistas de nuestra cultura.

Por ejemplo, he aquí una oración de Abdu’l-Bahá que me gusta recitar:

En la lúgubre noche de la desesperación, mi mirada expectante y llena de esperanza se vuelve hacia la aurora de Tu ilimitado favor, y a la hora del amanecer mi alma lánguida se reanima y fortalece con el recuerdo de Tu belleza y perfección.

La Fe bahá’í hace especial énfasis en la importancia del servicio desinteresado a los demás y en el mejoramiento de la sociedad, centrándose en la construcción de comunidad e incluso de la civilización. Encontrar el tiempo y la energía para participar en tales actos de servicio también puede ayudarnos a trascender los valores materialistas al reorientar nuestra atención hacia el bienestar de los demás. Este cambio fomenta un sentido de realización y propósito.

Cada bahá’í forma parte de una comunidad global bahá’í que valora la unidad y la inclusividad. Formar parte de esa comunidad unificada proporciona un sentido de pertenencia y apoyo, contrarrestando el aislamiento a menudo asociado con el materialismo. Los bahá’ís pueden ir a cualquier parte del mundo y participar en las mismas actividades básicas: reuniones devocionales, círculos de estudio, programas para jóvenes o clases para niños, todas ellas con el mismo plan de estudios. La participación en actos comunitarios programados con regularidad, como la Fiesta Bahá’í de los 19 Días y los Días Sagrados Bahá’ís, puede fomentar amistades profundas y significativas con otras personas. 

Las enseñanzas bahá’ís fomentan la satisfacción y la moderación en todos los aspectos de la vida, incluida la riqueza material. Se insta a los bahá’ís a desprenderse de los deseos materiales excesivos y a encontrar satisfacción en estilos de vida más sencillos y menos centrados en la posesión. Este enfoque mitiga el impacto negativo del materialismo y promueve una vida equilibrada y plena. Abdu’l-Bahá dijo: «¡Conténtate con poco de los bienes de este mundo!».

Siempre me ha gustado esta historia, relatada por Shoghi Effendi, el Guardián de la Fe bahá’í, en su libro Dios Pasa:

«Yo mismo junto con otros dos», relata [Nabil, un historiador Bahá’í], «vivía en una habitación desprovista de muebles. Bahá’u’lláh entró en ella cierto día y, mirando a su alrededor, observó: “Su vacío Me agrada. En mi estima es preferible a muchos palacios espaciosos, por cuanto los amados de Dios están ocupados en ella con el recuerdo del Amigo Incomparable, con corazones que están enteramente vacíos del moho de este mundo”». Su propia vida [de Bahá’u’lláh] estaba caracterizada por esa misma austeridad y evidenciaba esa misma simplicidad que marcaba la vida de Sus compañeros Bienamados. «Hubo un tiempo en Irak», afirma Él mismo, en una de Sus Tablas, «cuando la Antigua Belleza [uno de los títulos de Bahá’u’lláh] […] carecía de muda. La única túnica que poseía era lavada, secada y vuelta a vestir de nuevo».

«Muchas noches», prosigue Nabíl, en su descripción de la vida de aquellos compañeros olvidados de sí mismos, «no menos de diez personas subsistían con poco más de un puñado de dátiles. Nadie sabía de hecho a quién pertenecían los zapatos, capas o vestidos que se hallaban en sus casas. Cualquiera que fuese al bazar podía reclamar que los zapatos que calzaba eran los suyos y quienquiera que entraba en presencia de Bahá’u’lláh podía afirmar que la capa o vestido que entonces llevaba le pertenecían. Sus propios nombres habían sido olvidados, sus corazones estaban vacíos de todo menos de la adoración de su Bienamado […] ¡Ah cuánta la dicha de aquellos días, y cuánta la felicidad y maravilla de aquellas horas!».

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Creo que cuando los bahá’ís permitimos que nuestros principios éticos y morales guíen nuestra vida diaria, estamos ayudando a introducir el nuevo orden mundial previsto por Bahá’u’lláh. Vivir de acuerdo con estos principios nos ayuda a mantener nuestra integridad y nuestros valores en una cultura materialista, al tiempo que reduce el riesgo de desesperación moral.

La relación entre desesperación y materialismo es innegable. Al abrazar las enseñanzas bahá’ís y confiar en la gracia de Dios, creo que podemos liberarnos de las cadenas del materialismo y encontrar la felicidad duradera y la plenitud dentro de una vida centrada en los valores espirituales y las conexiones significativas con los demás. Por ello, ¡estoy agradecida!