Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Cuando la medicina alcance la perfección: ¿hemos alcanzado ya esta evasiva meta?
Hemos hecho un gran progreso en la ciencia y en la medicina, pero ¿hemos llegado a la perfección? ¿Será alguna vez perfecta?
Todos admiramos y respetamos a los médicos heroicos en sus mandiles blancos: inteligentes, trabajadores, con el poder de tomar decisiones de vida o muerte.
Toda mi vida consideré el modelo de la medicina occidental moderna como la “verdadera” medicina. Todo el resto lo consideraba cuestionable.
Wayne Dyer dijo: “La forma más alta de ignorancia es cuando rechazas algo de lo que no sabes nada”.
Bueno, éste era yo. No conocía mucho de la medicina occidental moderna, pero muchos de mis parientes eran médicos o estaban casados con uno. Yo misma terminé casándome con uno. Tampoco sabía mucho sobre otras formas de tratar enfermedades, como la medicina holística o naturopática, que tenía gran aceptación en Alemania donde crecí. Solamente aceptaba el modo académico occidental de tratamiento de enfermedades, sobre todo porque la consideraba “ciencia”. Para empeorar las cosas, veía a los médicos alternativos o holísticos con un poco de desaprobación y prejuicio.
Pero Dios tiene caminos misteriosos para enseñarnos lecciones. Diez años después me he convertido en médico en medicina natural y escribo este artículo, a sabiendas de que puedo enfrentar el mismo prejuicio que yo tenía antes hacia los médicos holísticos.
Para resumir la historia, debido a ciertas circunstancias empecé a darme cuenta para muchas enfermedades. Especialmente las crónicas, nuestra sistema actual de medicina ofrece escasamente algo más que una banda adhesiva, y solo suprime los síntomas mediante medicamentos sin abordar las causas reales ni la cura de la enfermedad.
En la medida que aprendía más y experimentaba más, estaba menos impresionada con la medicina moderna y dejaba de confiar y seguir ciegamente las “indicaciones del médico”. Por el contrario, empecé a informarme sobre la salud, las enfermedades y sus curas. Empecé a leer los escritos bahá’ís sobre medicina, salud y curación y lentamente me fui dando cuenta de que está surgiendo un nuevo tipo de medicina:
Por lo tanto, es evidente que es posible curar mediante comidas, alimentos y frutos; pero dado que la ciencia médica es imperfecta, este hecho aún no es totalmente entendido. Cuando la ciencia de la medicina alcance la perfección, sus tratamientos serán mediante alimentos, frutos con aroma y vegetales. – ‘Abdu’l-Bahá, Contestación a Unas Preguntas, página 311.
La primera vez que lo leí me impresionó mucho y me quedé perpleja. En la era de vacunas, antibióticos, estatinas y medicamentos para la presión arterial, ¿‘Abdu’l-Bahá dice que cuando la medicina alcance la perfección el tratamiento será mediante comidas? En un comienzo eso me sonaba más a un retroceso que a un progreso.
Pero pronto me di cuenta y entendí que en realidad estamos retrocediendo, volviendo a lo natural, para perfeccionar la medicina.
Por ejemplo, en un momento dado del desarrollo de la medicina los antibióticos constituían el mayor descubrimiento. Pero debido a que han sido recetados en exceso hemos creado los super-microbios que son ahora resistentes a los antibióticos.
Sin embargo, hemos empezado a desarrollar suficiente conocimiento científico para entender los efectos de la nutrición. Dado que las compañías farmacéuticas no pueden patentar la naturaleza, resulta más difícil obtener financiamiento de estudios científicos de los efectos saludables de frutos y hierbas. Sin embargo, llegaremos a estudiar qué alimentos curan qué enfermedades y empezaremos a entender cuánto de cierto alimento, en sinergia con otros alimentos, tratan la enfermedad y producen salud.
Esta tendencia ya está emergiendo bajo los términos medicina funcional, natural o integrativa. La medicina occidental ha empezado a reconocer los efectos positivos que tales prácticas pueden tener y se está dando lentamente una fusión gradual de ambos abordajes.
En la medida que fui estudiando estas tendencias y empecé a entenderlas, realmente empecé a apreciar el significado del principio bahá’í de la armonía entre la ciencia y la religión.
En el pasado, siempre pensé que la religión socavaba el progreso de la ciencia. Nunca se me ocurrió que la ciencia que aplicábamos en ese momento estaba basada en un método reduccionista y materialista que no va más allá de lo que nuestros sentidos pueden percibir y, por lo tanto, no tiene en cuenta los poderes del espíritu y de la mente. Esta es la razón por la cual la ciencia no puede explicar la curación espontánea o el bien estudiado efecto placebo. Con el descubrimiento de la física cuántica ahora podemos acercarnos a una explicación científica de esos fenómenos.
Por su puesto siempre habrá charlatanes que intentarán vendernos aceite de culebra y curas milagrosas, y también hay médicos licenciados altamente capacitados que indican procedimientos quirúrgicos innecesarios y otros que recetan regímenes de drogas también innecesarios. A fin de cuentas, encontrar un médico competente se reduce a encontrar en el profesional médico excelencia más integridad, humildad y compasión.
Al confrontar una enfermedad aguda o cuando emerge una condición, los escritos bahá’ís aconsejan consultar con un médico competente educado por nuestra medicina actual, moderna y técnicamente avanzada. Pero cuando se trata de prevenir la enfermedad, de curar las condiciones crónicas y enfrentar enfermedades que requieren un abordaje espiritual, usted podría consultar a un médico holístico o naturapático que tiene en cuenta el cuerpo, la mente y el alma conjuntamente.
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