Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Al abrir la caja de embalaje de un artículo que había comprado para un viaje, me encontré con que la mayor parte del espacio de la caja estaba ocupado por 11 manuales de instrucciones distintos, cada uno en un idioma diferente.
Y pensé: Vaya, ¡tanto papel, tanta traducción, tanta energía requerida por tantos idiomas!
Teniendo en cuenta que 11 ya me parecían demasiados para incluirlos, me pregunté cómo había decidido el fabricante cuáles excluir. ¿Cuántos idiomas existen en el mundo? No he podido encontrar una respuesta definitiva a esta pregunta, aunque la mayoría de las estimaciones aproximadas hablan de unas 7.000 lenguas en la actualidad. Las estimaciones se sitúan en torno a los miles, pero también hay incertidumbre sobre las variaciones, lo hablado frente a lo escrito, los dialectos, etc.
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Pero, ¿importa cuántas lenguas hay? Aunque sólo sean 11, son demasiadas si no tenemos una que todo el mundo conozca.
Los bahá’ís ven el valor de las lenguas como expresión cultural y apoyan el preservar las lenguas nativas de cada cultura. Con todo, las enseñanzas bahá’ís prevén un futuro en el que cada persona hable dos lenguas: una lengua nativa y una lengua auxiliar universal.
Esta lengua auxiliar universal, dicen las enseñanzas bahá’ís, serviría como medio de comunicación global de uso común, aprendido por todas las personas desde una edad temprana y utilizado en cualquier lugar y en todas partes.
Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, escribió:
Incumbe a todas las naciones designar a algunos hombres de entendimiento y erudición para que convoquen una reunión y, a través de la consulta conjunta, elijan un idioma de entre las diversas lenguas existentes, o bien creen uno nuevo, que sea enseñado a los niños en todas las escuelas del mundo.
Se acerca el día en que todos los pueblos de la tierra habrán adoptado un idioma universal y un alfabeto común. Cuando se haya logrado esto, a cualquier ciudad adonde un hombre viaje será como si estuviera entrando en su propio hogar.
Las enseñanzas bahá’ís no proponen el fin de los estudios de idiomas ya que cuando se conocen otras lenguas los viajes resultan más inmersivos, los negocios más avanzados y la literatura se enriquece. Pero imaginemos un mundo en el que todos pudiéramos hablar con todos, en el que pudiéramos llevar a cabo comunicaciones básicas sin necesidad de traducción. Imagine los efectos de una lengua auxiliar universal en el comercio, la amistad y la paz mundial.
A menudo se dice que el inglés es la lengua del comercio, el francés la del amor y el árabe la de los poetas. Aunque existen muchas variaciones sobre este tema, la idea de que algunas lenguas son más adecuadas que otras para usos específicos es válida. Pero reconocer las distinciones entre las lenguas es una cuestión distinta a la de buscar comunicaciones básicas a través de una única lengua común.
Las necesidades del mundo en general incluyen la diplomacia, el comercio, la política, las finanzas, la seguridad, la propiedad intelectual, los acuerdos comerciales, el intercambio cultural y muchas otras cosas. Con tantos problemas a los que se enfrenta la humanidad hoy en día –tanta división y problemas– los bahá’ís creen que estaríamos mejor si tuviéramos una lengua común.
Muchas personas, no sólo angloparlantes nativos, afirman que el inglés ya se está convirtiendo en una lengua universal. Con el inglés, puedo viajar por casi todo el mundo y encontrar gente que también sabe algo de inglés. Por otra parte, también he descubierto que viajar es más divertido si conozco aunque sea unas pocas frases de la lengua local. Puede que mi vocabulario sea limitado y mi acento terrible, pero la gente aprecia el hecho de que al menos lo haya intentado. También creo que sería más justo si la lengua universal resultara ser auxiliar, en el sentido de que sería una lengua adicional que todo el mundo tendría que aprender.
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Cuando se le preguntó por las características de una futura lengua auxiliar universal, Abdu’l-Bahá respondió:
Se regirá por las normas más simples y no admitirá excepciones; no habrá género, ni letras silentes… En las escuelas de cada nación se enseñará la lengua materna así como el idioma universal revisado. – Abdu’l-Bahá en Londres.
Y ya que hablamos de esto, las enseñanzas bahá’ís señalan que también necesitamos un sistema estandarizado de pesos y medidas, como se refleja en este consejo del libro de Shoghi Effendi «El orden mundial de Bahá’u’lláh»:
Una escritura mundial, una literatura mundial, un sistema monetario y de pesas y medidas uniforme y universal simplificarán y facilitarán el intercambio y el entendimiento entre las naciones y razas de la humanidad
Así ha sido durante décadas, pero cada vez es más molesta la falta de ella. La semana pasada intenté comparar precios de fruta en el supermercado. Una marca se vendía por kilos, otra por kilogramos y otra por litros, lo que dificultaba la comparación. Pedí ayuda a una dependienta, que encontró una balanza para pesar el cuarto de galón. Luego hice algunos cálculos para decidir qué comprar; fue demasiado trabajo para un racimo de uvas.
Algún día, cuando por fin tengamos una lengua que todo el mundo conozca además de la suya propia, nos será más fácil entablar amistad. Ya sea a través de viajes u otros encuentros, nos reuniremos más cómodamente. Entonces, más allá de nuestras palabras, veremos otros signos de unidad. Una sonrisa cálida, un acto de amabilidad, una mano amiga: todo puede ofrecerse con o sin palabras.
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