Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Piensa por un momento en todas las personas que admiras: tus héroes. Pueden ser tus padres, tus hijos, tu cónyuge, un amigo, un vecino, un profesor e incluso alguien que no conoces.
¿Qué es lo que crea el vínculo común en todas estas relaciones? Por lo general, admiramos a las personas por sus encomiables cualidades interiores.
Esa admiración crece con una conexión emocional y espiritual. Quieres saberlo todo sobre ellos: escuchas atentamente cada una de sus palabras; intentas ayudarles en las dificultades e incluso confías en ellos. La adoración por tus héroes es el resultado del amor que sientes por ellos. Esta atracción desinteresada hace que conocer y amar se vuelvan inseparables.
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El amor se manifiesta en todos los niveles de nuestra existencia. Incluso antes de tomar nuestro primer aliento, estamos inmersos en el amor de nuestros padres. El amor, como dice el viejo refrán, hace que el mundo gire. De hecho, las enseñanzas bahá’ís dicen que el amor manifiesta su realidad en todos los grados de la materia. Abdu’l-Bahá, en una charla que dio en Maine en 1912, dijo:
Cuando observamos el fenómeno del universo, reconocemos que el eje alrededor del cual gira la vida es el amor … Observemos el reino mineral. Aquí vemos que si no existiera la atracción entre los átomos, la sustancia compuesta de la materia no sería posible. Todo fenómeno existente está compuesto de elementos y partículas celulares. Esto es científicamente verdadero y correcto. Si no existiese la atracción entre los elementos y las partículas celulares, la composición de ese fenómeno nunca hubiera sido posible.
Cada átomo, molécula, célula y órgano obedece a esta ley de amor y cohesión para formar un todo. Nuestros cuerpos se mantienen cerca de la superficie de la Tierra por la atracción de la fuerza gravitatoria. Las interacciones humanas se rigen por el grado de amor que sentimos por los demás. La búsqueda del arte, la ciencia, los negocios y los pasatiempos están muy impulsados por la pasión.
Sin la fuerza del amor, la desintegración está asegurada. Después de la muerte, la atracción de los elementos cohesivos de nuestro cuerpo desaparece y la decadencia hace que todos los órganos y células se descompongan gradualmente en sus formas moleculares más simples. La falta de amor a nivel social conduce también a la ruptura de las amistades, las familias y las sociedades. Así que el amor no es solo una emoción, sino que proporciona la fuerza vital que mantiene todo unido.
¿Qué es el amor?
¿Cómo puede alguien definir lo invisible e inconmensurable? Aunque el amor ha sido discutido, examinado y glorificado en miles de libros y millones de canciones, nuestra capacidad humana para comprender esta emoción en todos sus aspectos es limitada. Sin embargo, una cosa está clara: la ternura del amor se siente en el corazón. Esto es cierto tanto si el amor es hacia una persona, una idea o el Creador. El amor es tan vasto y complicado como la propia creación; aunque millones de poetas lo han intentado, nadie puede limitarlo a palabras.
Sin embargo, consideremos el tema del amor, la causa de nuestra existencia. En el artículo anterior de esta serie nos ocupamos del conocimiento de Dios, pero nadie puede conocer verdaderamente a Dios sin amor. La Biblia dice: «El que no ama no conoce a Dios, porque Dios es amor».
Para entender mejor este poder tan esencial, ayuda saber que el amor es el tema central en todas las tradiciones religiosas. En el budismo, por ejemplo, el amor vive en el corazón de la sabiduría. El Óctuple Sendero, una de las principales enseñanzas de Buda sobre la iluminación, dice: «Ha desechado la mala voluntad; habita con un corazón libre de mala voluntad; abrigando amor y compasión hacia todos los seres vivos, limpia su corazón de mala voluntad».
En el judaísmo se dice: «Que todos los que te buscan se regocijen y se alegren en ti; y que los que aman tu salvación digan continuamente: ’Que Dios sea magnificado’«.
Jesucristo amplió el tema del amor hasta tal punto que se convirtió en uno de los principales pilares del cristianismo. Jesús explicó cómo el Invisible puede acercarse a nosotros a través del amor: «Nadie ha visto a Dios en ningún momento. Si nos amamos unos a otros, Dios habita en nosotros, y su amor se perfecciona en nosotros».
En el Corán, Muhammad dijo: «Sin embargo, hay algunos entre la humanidad que toman para sí a compañeros distintos de Dios; los aman como deberían amar a Dios, mientras que los creyentes aman más a Dios».
Los escritos bahá’ís constituyen un enorme acervo de conocimientos sobre el amor. En la Fe bahá’í, el concepto de amor brilla como un diamante con multitud de facetas, como se expresa aquí en una charla que Abdu’l-Bahá dio en Londres:
Es mi esperanza que mediante el celo y el ardor de los puros de corazón sea erradicada la oscuridad del odio y de los disensos, y que brille la luz del amor y de la unidad. Este mundo ha de convertirse en un nuevo mundo. Las cosas materiales se trocarán en espejos de lo divino; los corazones humanos confluirán en un mutuo abrazo; el mundo entero acabará convirtiéndose en una sola tierra natal y las diferentes razas se contarán como una sola.
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Las enseñanzas bahá’ís dicen que un individuo puede relacionarse con el amor de muchas maneras; que el conocimiento no puede adquirirse sin amor por el objeto de comprensión; que la fe está directamente ligada al amor; que la justicia no puede existir sin amor; y que la unidad de la humanidad, uno de los principios primordiales de la revelación bahá’í, solo se producirá con el amor a Dios y a nuestros semejantes.
Para los bahá’ís, la lámpara divina que se encuentra en cada alma no puede encenderse sin amor. El amor es la clave para la recuperación espiritual de un alma enferma. El trabajo solo se considera adoración si se realiza con amor. Los cambios duraderos a nivel individual o social no pueden tener lugar sin amor.
Estos pocos ejemplos apenas rasgan la superficie de un tema tan vasto y profundo como el universo. Las enseñanzas bahá’ís nos proporcionan un manantial que fluye con una comprensión ilimitada del amor.
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