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El derecho humano a la libertad: Día de los Derechos Humanos de la ONU 2022

David Langness | Dic 10, 2022

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David Langness | Dic 10, 2022

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Puede que a algunas personas les sorprenda saber que la idea de los derechos humanos y las libertades inherentes es un concepto relativamente nuevo en la historia del mundo.

Durante milenios –en realidad, hasta hace unos 175 años– muy pocos grupos o gobiernos reconocían el concepto de libertades y derechos humanos innatos y universales. Por lo general, durante gran parte de la historia del mundo, las personas nacían en una clase, casta o país que determinaba si tendrían algún derecho o libertad. Solo en la historia reciente ha empezado a cambiar esta dinámica.

En uno de los hitos más significativos hacia los derechos y libertades universales, casi un año antes de que Estados Unidos se involucrara en la Segunda Guerra Mundial, en enero de 1941, el Presidente de Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt pronunció un histórico discurso sobre el Estado de la Unión que ofrecía una visión clara de un futuro global mejor para todas las personas.

Denominado discurso de las Cuatro Libertades, Roosevelt combinó dos de las garantías constitucionales estadounidenses reconocidas –libertad de expresión y libertad religiosa– con dos nuevos conceptos, que denominó «libertad frente a la miseria» y «libertad frente al miedo».

En esas dos categorías, Roosevelt incluyó varios conceptos claramente bahá’ís: cooperación económica, interdependencia entre naciones y una reducción mundial del armamento para evitar la agresión nacional. Esas dos «libertades» reflejaban directamente las enseñanzas de Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la Fe bahá’í, quien escribió:

¡Oh reyes de la tierra! Vemos que aumentáis cada año vuestros gastos y los cargáis sobre vuestros súbditos. Esto, en verdad, es total y evidentemente injusto. Temed los suspiros y lágrimas de este Agraviado, y no impongáis cargas excesivas a vuestros pueblos. No les robéis para construir palacios para vosotros mismos; más bien elegid para ellos lo que elegís para vosotros. Así revelamos a vuestros ojos lo que os aprovecha, si lo percibierais…

¡Oh gobernantes de la tierra! Reconciliaos unos con otros, para que no necesitéis más armamentos, salvo los necesarios para proteger vuestros territorios y dominios. Cuidado, no sea que desatendáis el consejo del Omnisciente, el Fiel.

 Uníos, oh reyes de la tierra, pues de este modo se acallará entre vosotros la tormenta de la discordia, y vuestra gente hallará descanso, si sois de los que comprenden. Si alguno de vosotros tomara las armas para atacar a otro, levantaos todos contra él, pues esto no es sino justicia manifiesta.

En su discurso, el Presidente Roosevelt dijo:

En los días futuros, que tratamos de hacer seguros, esperamos un mundo fundado en cuatro libertades humanas esenciales.

La primera es la libertad de expresión en todo el mundo.

La segunda es la libertad de cada persona para adorar a Dios a su manera, en todo el mundo.

La tercera es la libertad frente a la miseria, que, traducida a términos mundiales, significa un entendimiento económico que garantice a cada nación una vida saludable en tiempos de paz para sus habitantes, en cualquier parte del mundo.

La cuarta es la libertad frente al miedo, que, traducida en términos mundiales, significa una reducción mundial de los armamentos hasta tal punto y de forma tan completa que ninguna nación esté en condiciones de cometer un acto de agresión física contra ningún vecino, en ningún lugar del mundo.

No se trata de una visión de un milenio lejano. Es una base definitiva para un tipo de mundo alcanzable en nuestro propio tiempo y generación. Ese tipo de mundo es la antítesis misma del llamado nuevo orden de tiranía que los dictadores pretenden crear con el estallido de una bomba.

Estas cuatro libertades –gracias en parte a la diligente labor de la Primera Dama Eleanor Roosevelt tras el fallecimiento de su marido– pasaron a formar parte del Preámbulo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos, adoptada por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948:

Considerando que el desconocimiento y el menosprecio de los derechos humanos han originado actos de barbarie que han ultrajado la conciencia de la humanidad, y que se ha proclamado, como la aspiración más elevada del hombre, el advenimiento de un mundo en que los seres humanos, liberados del temor y de la miseria, disfruten de la libertad de palabra y de la libertad de creencias ….

Por ello, cada 10 de diciembre se celebra en todo el mundo el Día Internacional de los Derechos Humanos para conmemorar la firma de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Probablemente hayas oído hablar de la DUDH, pero ¿has oído hablar de la Carta Internacional de Derechos Humanos?

Durante este próximo año, la comunidad mundial de naciones y pueblos marcará más hitos en materia de derechos humanos con el aniversario de los dos Pactos Internacionales de Derechos Humanos posteriores: el Pacto Internacional de Derechos Económicos, Sociales y Culturales y el Pacto Internacional de Derechos Civiles y Políticos, adoptados por la Asamblea General de las Naciones Unidas el 16 de diciembre de 1966. La declaración oficial de la ONU dice

Estos dos Pactos, junto con la Declaración Universal de Derechos Humanos, forman la Carta Internacional de Derechos Humanos, que establece los derechos civiles, políticos, culturales, económicos y sociales que son el derecho de nacimiento de todos los seres humanos.

Por eso, cuando celebramos la Carta Internacional de Derechos Humanos, nuestro reconocimiento gira en torno al tema de las cuatro libertades básicas: libertad de expresión, libertad de culto, libertad frente a la miseria y libertad frente al miedo. Los bahá’ís creen que la revelación de Bahá’u’lláh nos ha traído estas libertades a todos, como expone este mensaje de 1986 de la Casa Universal de Justicia:

El espíritu de libertad que en las últimas décadas ha recorrido el planeta con tan tempestuosa fuerza es una manifestación de la vitalidad de la Revelación traída por Bahá’u’lláh. Sus propias palabras lo confirman. «La Antigua Belleza», escribió en un comentario conmovedor sobre Sus sufrimientos, «ha consentido ser atada con cadenas para que la humanidad pueda ser liberada de su esclavitud, y ha aceptado ser hecha prisionera dentro de esta poderosísima Fortaleza para que toda la tierra pueda alcanzar la verdadera libertad».

¿No podría concluirse razonablemente, entonces, que la «verdadera libertad» es el regalo de amor [de Bahá’u’lláh] a la raza humana? Considere lo que Bahá’u’lláh ha hecho: Reveló leyes y principios para guiar a los libres, estableció un Orden para canalizar las acciones de los libres, proclamó una Alianza para garantizar la unidad de los libres.

Así pues, nos atenemos a esta perspectiva suprema: Bahá’u’lláh vino a liberar a la humanidad. Su Revelación es, de hecho, una invitación a la libertad –libertad de la necesidad, libertad de la guerra, libertad para unirse, libertad para progresar, libertad en paz y alegría. [Traducción Provisional de Oriana Vento]

Hoy, mientras vives tu vida en una sociedad libre, o limitado en una cultura sin estas libertades esenciales, puedes agradecer que la Revelación bahá’í haya «venido a liberar a la humanidad».

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