Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Llega un momento en que, como seres humanos, nos vemos impotentes para resolver algunos de nuestros problemas. La cuestión es cómo queremos afrontarlos. Al haber visto a mis seres queridos pasar por un cáncer, las palabras «luchar contra el cáncer» me han tocado la fibra sensible.
Cuando hablamos de acabar con las injusticias del mundo -la pobreza, el racismo y el sexismo-, solemos utilizar el mismo lenguaje. A menudo decimos que estamos «luchando» contra estas cosas. Y sin duda debemos hacer todo lo posible para acabar con estos males sociales y espirituales y asegurar la unidad, la paz y la prosperidad de la humanidad. De hecho, los escritos bahá’ís nos dicen: “Lo más amado de todo ante Mi vista es la Justicia”.
La pregunta que me hago es: ¿es «luchar» la única manera de afrontar los problemas que se nos plantean?
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Comprendo que la ira puede ser la primera reacción para captar la realidad de lo que ha sucedido, y es natural reaccionar con rabia durante un breve tiempo. Pero las investigaciones científicas demuestran que dejar que esta emoción domine durante mucho tiempo tiene un efecto negativo en el cuerpo.
El sentido común y la ley del karma (para los que creen en ella) nos animan a vivir con una visión positiva, ya que cualquier energía que pongamos en el universo acabará volviendo a nosotros. Uno es lo que piensa. Luchar necesita de ira, y cuando estamos enfermos, necesitamos la paz más que la ira porque hay muchas cosas que necesitan nuestra atención. Los escritos bahá’ís nos dicen: “Que nada te apene y no te enfades con nadie”. Pero eso, por supuesto, no significa ser pasivo ante la enfermedad o la injusticia.
Me pregunto si hay otras formas de enfocar estas situaciones en lugar de afrontarlas con tanta ira, sobre todo porque la ira y la alta ansiedad son lo último que necesitan el cuerpo y el alma.
Cuando una de mis amigas más queridas enfermó de cáncer, le dieron pocas posibilidades de sobrevivir. Ella utilizó deliberadamente la palabra “lidiar” en lugar de “luchar” al hablar de su enfermedad.
La humanidad ha tenido que enfrentarse a muchas dificultades a lo largo de los tiempos, como luchar contra grandes animales en la Edad de Piedra o contra enemigos durante las grandes guerras de nuestra historia. Necesitábamos una mentalidad de lucha que nos diera la motivación o la fuerza para superar las situaciones adversas.
Ahora vivimos en un mundo diferente, y nuestra conciencia ha mejorado drásticamente, y sabemos lo que nuestro cuerpo y nuestra alma necesitan para obtener la fuerza necesaria para superar o afrontar las situaciones difíciles de la vida.
Sabemos que la paz mental a través de la meditación y las oraciones es una herramienta esencial para resolver los problemas que amenazan la vida. Nos orientan y nos dan fuerza para empoderarnos y seguir una dieta saludable de alimentos y ejercicio e investigar otros tratamientos médicos que nos ayuden a superar la enfermedad. Hay una gran cantidad de escritos que nos guían a la hora de abordar las pruebas y enfrentarnos a ellas.
Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, nos dice que veamos las tragedias de la vida con una mirada espiritual. Escribió: “Mi calamidad es Mi providencia, aparentemente es fuego y venganza, pero por dentro es luz y misericordia”.
Conozco a muchos supervivientes de cáncer (incluida mi querida amiga) y a supervivientes de accidentes y otras tragedias. Cuando se les pregunta qué les ha ayudado, la mayoría mencionan la oración y los buenos deseos de sus familiares y amigos, que les han dado la fuerza necesaria para afrontar esos retos.
Esta lógica me ayuda a ver la situación con un mejor marco mental y espiritual para afrontar los retos que siempre formarán parte de nuestras vidas. A veces nuestro lenguaje refleja nuestra mentalidad. Cuando queremos luchar, estamos enfadados. Cuando queremos hacer lo mejor que podemos, puede reflejar un cierto sentido de serenidad y aceptación.
También podemos considerar la “voluntad de Dios” y si debemos conocerla. Creo que es un enfoque crítico que algunos han encontrado útil para ayudarles a hacer las cosas que están dentro de sus posibilidades y desprenderse del resultado. Seguir esta práctica ha creado una gran satisfacción en mí, ya que me siento satisfecho de haber cumplido mi parte y de reconocer que mis esfuerzos no son el único factor decisivo. Esto puede permitirnos continuar nuestros esfuerzos para servir a la humanidad confiando en la ayuda de un poder superior. Como escribió Bahá’u’lláh:
Si consideraras este mundo y te dieras cuenta de cuán fugaces son las cosas que pertenecen a él, no escogerías hollar ningún sendero excepto el sendero del servicio a la Causa de tu Señor. Nadie tendría poder para impedirte celebrar su alabanza, aunque todos los hombres se levantaran para oponerse a ti.
Espero que seamos más conscientes de nuestros limitados poderes y los utilicemos sabiamente con un enfoque más maduro y pacífico. El mundo está lleno de guerras y puede prescindir de mi declaración de guerra a una enfermedad o ideología. Necesitamos una nueva raza de hombres y mujeres que hagan todo lo posible por lograr la justicia y la unidad y gasten esas energías en educarse a sí mismos y a los demás.
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