Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Al crecer, esperamos que nuestras familias sean una fuente de sustento, refugio y necesidades básicas, y que nos enseñen el amor, la identidad y cómo movernos en espacios distintos a la familia.
Aunque mis estudios de trabajo social se centraron a menudo en el papel que desempeña la familia en la formación de las experiencias de una persona, también empecé a preguntarme sobre los muchos papeles que esperamos que una comunidad más amplia cumpla por nosotros. Aunque no siempre podemos elegir nuestra comunidad, sí podemos elegir cómo relacionarnos con ella. Pero, ¿cuáles son los valores que conforman una buena comunidad?
Antes de empezar a abordar esta cuestión, me di cuenta de que tenía que reconocer que hay muchas formas diferentes de comunidad.
Todos formamos parte de comunidades geográficas en las que vivimos o pasamos la mayor parte de nuestro tiempo, pero también hay comunidades en las que encontramos educación -como escuelas o universidades- o en las que nos dedicamos a las artes. A medida que aumenta el papel de Internet, y debido a la pandemia del COVID-19, nuestras comunidades digitales son cada vez más importantes.
La Casa Universal de Justicia, el órgano de gobierno elegido democráticamente para la comunidad mundial bahá’í, explica que una comunidad es una entidad que es más que la suma de sus partes. Escriben que las comunidades asumen «una personalidad totalmente nueva como entidad en la que sus miembros se mezclan sin perder su singularidad individual»- [Traducción provisional].
Al igual que la familia, la comunidad desempeña un papel en la formación del estado de ánimo interno de sus individuos. Una comunidad puede imponer valores en torno al dinero, el aspecto físico e incluso el trabajo que debe elegir una persona. A menudo se encarga a las comunidades que cuiden de las personas que las componen, pero a veces estos encargos son irresponsables e injustos: por ejemplo, cuando se encarga a los ciudadanos negros que solucionen la violencia armada en las comunidades afroamericanas, cuando en realidad el problema tiene su origen en el racismo sistémico. Otras veces, las comunidades se desentienden de la vida de sus miembros.
Una de las funciones que más valoro en una comunidad es la responsabilidad. Al igual que los padres hacen responsables a sus hijos de sus promesas, su crecimiento y su desarrollo saludable, una comunidad puede hacernos responsables de nuestras acciones. Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, escribió:
“…en un mundo de pueblos y naciones interdependientes se favorece mejor a la parte favoreciendo al todo, y que ninguna de las partes componentes conseguirá resultado durable si los intereses generales de la entidad misma son desatendidos”.
Así pues, si una de las funciones de una comunidad es emprender un cambio tanto colectivo como personal, ¿qué hacemos cuando nos sentimos desconectados de la comunidad que nos rodea? ¿Qué hacemos cuando las comunidades a las que pertenecemos no nos empujan a crecer?
Aunque no podamos elegir todas las comunidades de las que formamos parte, podemos optar por establecer conexiones con grupos de personas que tienen cualidades que aspiramos a adoptar. Los escritos bahá’ís nos animan a elegir cuidadosamente a nuestros compañeros y a evitar a aquellos que nos impiden el crecimiento espiritual:
Atesora la compañía de los justos y elude toda asociación con los impíos.
Evitar activamente las cosas que nos impiden convertirnos en una mejor versión de nosotros mismos es oponerse continuamente a los hábitos insanos. La pregunta entonces es: ¿cómo podemos mantenernos abiertos y al mismo tiempo ser cautelosos con aquellos que podrían dañar nuestro bienestar espiritual?
En mi experiencia, esto requiere desprenderse de algunas de las características que tendemos a buscar en los demás, simplemente por su similitud con nosotros mismos. Entonces podemos conectar con la gente a un nivel más profundo y ver realmente las creencias y cualidades subyacentes de una persona. Los escritos bahá’ís dicen:
Purificad vuestros ojos para que no consideréis a ningún hombre como diferente a vosotros mismos. No veáis extraños; más bien, mirad a todos los hombres como amigos, pues el amor y la unidad difícilmente se originan cuando fijáis vuestra mirada en lo que es diferente.
Elegir una comunidad que te haga responsable es rodearte de personas que estén dispuestas a animarte con cariño a reevaluar tus acciones y tus suposiciones. Las comunidades que pueden apoyar la responsabilidad colectiva requieren diversidad, consulta y fuertes lazos de amistad. Mientras vivamos, siempre podremos beneficiarnos de la orientación de este tipo de comunidades.
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