Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Para mí, una de las declaraciones más profundas del profeta y fundador de la fe bahá’í, Bahá’u’lláh, es: «Te hice noble, ¿por qué te degradas a ti mismo?»
En esta afirmación encontramos tanto una gran estación como el concepto de libre albedrío. Bahá’u’lláh escribe que la nobleza no está reservada únicamente para los ricos o los eruditos, sino que es una cualidad inherente a todo ser humano. Esta nobleza es de naturaleza espiritual -no material- y es una estación que podemos rechazar o esforzarnos por alcanzar.
Los desafíos de hoy exigen de todos nosotros una nobleza espiritual: la capacidad de trascender los deseos egoístas, dedicarnos a servir al bien común y dejar atrás nuestros prejuicios para que la humanidad pueda por fin unificarse.
Reconocer la unicidad de la humanidad tiene que ver con la unidad, la armonía, la paz, la justicia, la igualdad, etc., y mientras nos esforzamos por alcanzar este objetivo, puede ser útil reconocer las gemas que hay entre nosotros. Todos nos enfrentamos a retos en la vida, pero algunas personas se elevan por encima de lo ordinario para superarlos. Son una inspiración para todos nosotros.
Una de esas personas es Terry Fox, quien, con su ejemplo, nos anima a descubrir la nobleza que todos llevamos dentro.
El 12 de abril de 1980, Terry Fox, un canadiense enfermo de cáncer óseo, se embarcó en un reto único: comenzó su «Maratón de la Esperanza» sumergiendo su pie artificial en el océano Atlántico. Con una pierna fuerte y una prótesis cojeando por el camino, se propuso cruzar el vasto continente norteamericano de costa a costa para recaudar veinticuatro millones de dólares.
En promedio, Terry caminaba unos cuarenta y ocho kilómetros al día. Su hermano, que le acompañaba, estaba asombrado por su determinación. Terry sufría un dolor constante, pero seguía avanzando, impulsado por su espíritu de esperanza y fe en encontrar una cura para el cáncer.
Cuando le preguntaron por qué quería recaudar dinero para la investigación, Terry dijo: «Había sentimientos de negación de esperanza y sentimientos de desesperación. Mi búsqueda no sería egoísta. No podía irme sabiendo que estas caras y sentimientos seguirían existiendo, aunque yo me liberara de los míos. En algún lugar el dolor debe detenerse… y estaba decidido a llevarme al límite por esta causa».
Después de 3.339 millas, a mitad de su viaje, el cáncer se extendió a sus pulmones, truncando su vida y su objetivo. Su espíritu, sin embargo, se quedó para siempre. La gente ha conmemorado la heroica perseverancia de Terry a través de numerosos premios, becas de investigación y una carrera anual en su nombre para recaudar fondos que se celebra en sesenta países. Su corta vida, llena de sacrificio, valor y actitud positiva, fue una inspiración para millones de personas. Con el amor por los demás y la fe en sí mismo, inició un camino de esperanza.
Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh y su sucesor designado, escribió:
Sé paciente en tiempos de aflicciones y pruebas, soporta todas las dificultades y penurias con un corazón grande, un espíritu atraído y una lengua elocuente en recuerdo del Misericordioso. En verdad, esta es la vida de la satisfacción, de la existencia espiritual, del reposo celestial, de la bendición divina y de la mesa celestial. [Traducción provisional por Oriana Vento]
En septiembre de 2013, el Dr. Jay Wunder, especialista en sarcomas del Hospital Mount Sinai de Toronto, señaló que las tasas de supervivencia del osteosarcoma han aumentado drásticamente desde la muerte de Fox. Afirmó que la mayoría de los pacientes «se someten a una cirugía de preservación de la extremidad o de reconstrucción de la misma. Ahora la tasa de curación es casi del 80% en pacientes jóvenes. En los pacientes de más edad es más bien del 70%… Así que es un cambio bastante grande en un par de décadas». Estos avances en el tratamiento podrían atribuirse en parte a los fondos recaudados por la Fundación Terry Fox. Hasta enero de 2018, se habían recaudado más de 750 millones de dólares en su nombre.
Terry Fox es un gran ejemplo de cómo, cuando nos mueve el espíritu, ni siquiera el dolor y el sufrimiento físico pueden impedirnos alcanzar logros extraordinarios. Sus acciones hablaron más fuerte que sus palabras. Terry Fox se recreó a sí mismo, transformando a un hombre con una enfermedad mortal en una visión de esperanza para los demás.
Dada la pandemia a la que se enfrenta el mundo actualmente, esta nobleza puesta en acción se siente especialmente apta y necesaria. El pensamiento de que «nadie está a salvo hasta que todo el mundo esté vacunado» resuena en las mentes y los corazones, y estamos empezando a darnos cuenta de que lo mismo ocurre con los muchos otros peligros a los que nos enfrentamos, como la guerra, el hambre y la injusticia racial. Que todos trabajemos tan duro como Terry Fox para alcanzar nuestra nobleza espiritual inherente mientras nos esforzamos por construir un mundo mejor.
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