Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Como físico, sé que el mundo es más de lo que su superficie visible podría sugerir, por lo que desde muy pronto me interesé por las ideas de los científicos que conscientemente observan más allá de los límites de sus respectivas disciplinas.
Entre ellos está el físico alemán y Premio Nobel, Max Planck. Siendo uno de los padres de la física cuántica, que ha hecho posible la vida moderna, una vez dijo:
No importa dónde y cuán lejos miremos, en ninguna parte encontramos una contradicción entre la religión y la ciencia natural… La religión y la ciencia natural no se excluyen mutuamente, como muchos contemporáneos nuestros creerían o temerían; se complementan y condicionan mutuamente.
Planck abordó aquí un importante principio conocido en la Fe bahá’í como la «unidad de ciencia y religión». Los bahá’ís creen que sólo puede surgir una visión del mundo madura y realista cuando consideramos por igual las ideas esenciales tanto de la ciencia como de la religión. En un discurso que ofreció en Nueva York en 1912, Abdu’l- Bahá dijo:
… la religión está en armonía con la ciencia. Los principios fundamentales de los Profetas son científicos, pero las formas e imitaciones que han aparecido están opuestas a la ciencia. Si la religión no está de acuerdo con la ciencia es superstición e ignorancia, porque Dios ha dotado al hombre con la razón para que pueda percibir la Realidad. Los fundamentos de la religión son razonables. Dios nos ha creado con inteligencia para percibirlos. – La promulgación de la paz universal.
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Como lo expresó el biólogo inglés John B. S. Haldane: «El hombre sabio regula su conducta por las teorías tanto de la religión como de la ciencia». Pero, ¿cómo podemos reconocer que lo que se nos ofrece como conocimiento se corresponde realmente con la realidad? O dicho de otro modo: ¿Cómo podemos acceder a un conocimiento fiable tanto en la ciencia como en la fe?
El núcleo de la metodología científica
En la ciencia, no existe EL método científico, en el sentido de un protocolo de investigación concreto parecido a una receta. Sin embargo, existen elementos metodológicos fundamentales cuya aplicación ha hecho posible el éxito de la ciencia. Entre ellos se incluye, en particular, el «triple paso científico», en el que la investigación de un fenómeno se lleva a cabo en tres pasos que se repiten:
- Construir una explicación para el problema dado (modelo)
- Deducción de consecuencias lógicas a partir del modelo (predicciones)
- Comprobación crítica de las predicciones teóricas (experimento)
Mientras las consecuencias lógicas (paso 2) del modelo científico (paso 1) puedan observarse en la realidad (paso 3), el modelo se acepta y se mantiene hasta nuevo aviso. Sin embargo, si surgen contradicciones durante la prueba de la teoría, hay que encontrar una explicación nueva y mejor.
Así pues, el núcleo de la investigación científica, en este sentido, implica un proceso sistemático de ensayo y error que conduce a modelos cada vez más acertados de la realidad a lo largo del tiempo. Como puede ver, no importa cómo surgió una buena teoría: lo que importa es únicamente que el modelo pueda probarse, basándose en las consecuencias lógicas resultantes, y demostrar su validez de forma consistente.
La Fe de la Ciencia
Por supuesto, la ciencia no es tan sencilla como parece en esta breve descripción. Especialmente cuando se trata de fenómenos complejos, no siempre está claro si las contradicciones encontradas en los experimentos se deben a fallos del modelo o a que no se cumplen las condiciones exigidas por la teoría. Por lo tanto, no es razonable descartar inmediatamente una teoría bien demostrada si se produce una supuesta contradicción o anomalía.
Esto es evidente en la revisión histórica de las prácticas de investigación: las teorías científicas siempre se inscriben en un marco que va más allá del ámbito de la propia ciencia. Este marco -denominado comúnmente en la filosofía de la ciencia como paradigma, pero también conocido como tradición investigadora- constituye el conocimiento de fondo «tradicional» de los científicos y orienta significativamente la investigación. Además de los modelos fundamentales confirmados, un paradigma siempre incluye supuestos «extracientíficos», no sólo principios metodológicos (por ejemplo, la navaja de Occam), sino también las tesis de visión del mundo (por ejemplo, el supuesto de que la naturaleza se atiene a un conjunto de leyes lógicas).
Dos niveles de progreso científico
La mayor parte del progreso científico se produce de forma lenta y constante mediante la elaboración de los conocimientos ocultos en la tradición investigadora, el denominado tríptico científico. Durante siglos, por ejemplo, el paradigma de la física clásica ha servido bien para explicar diversos fenómenos, desde la caída de objetos hasta los movimientos planetarios.
Sin embargo, el progreso científico también puede producirse de forma abrupta y revolucionaria. Esto ocurre cuando no sólo se mejoran las teorías individuales sino que, debido a un «cambio de paradigma», cambia todo el conocimiento científico de base. Esto suele venir acompañado de una perspectiva completamente renovada de la realidad.
Auge y declive de los paradigmas científicos
Un cambio de paradigma se anuncia con una «crisis» científica cuando se acumulan las deficiencias y anomalías de la tradición investigadora establecida. Entonces, cada vez más científicos rompen con el marco conocido y probado, buscando modelos explicativos totalmente distintos. La crisis se resuelve cuando aparece un nuevo paradigma que reproduce el poder explicativo de su predecesor y explica simultáneamente nuevos fenómenos.
Por ejemplo, a principios del siglo XX, el fracaso de la física clásica para describir los fenómenos atómicos o las partículas de alta velocidad condujo al desarrollo de la física cuántica y la teoría de la relatividad. Ambas teorías marcaron el fin de la física clásica y son componentes esenciales del paradigma de la física moderna actual, sugiriendo una comprensión completamente nueva y no materialista de la naturaleza de la realidad. Aún hoy, los científicos se afanan en elaborar los tesoros que encierra este paradigma. Pero sin duda llegará el día en que este poderoso paradigma alcance sus límites y sea sustituido por una visión aún más completa de la realidad.
La ciencia de la religión
El estudio de los escritos bahá’ís revela asombrosos paralelismos con las ideas de la filosofía moderna de la ciencia. Confirman que el conocimiento humano, con su carácter modélico y relativo, evoluciona continuamente, lo que explica por qué todo lo que sabemos debe seguir siendo, en última instancia, incompleto y provisional.
También demuestran que el enfoque de la investigación científica se basa en principios generales. Según los escritos bahá’ís, sólo hay cuatro formas de adquirir conocimiento, concretamente a través de:
- Los sentidos
- La razón
- La intuición
- La tradición
Cualquiera que haya experimentado una ilusión óptica sabe que no siempre podemos fiarnos de nuestros sentidos. Lo mismo ocurre con la razón, la intuición y lo que nos dictan las tradiciones. Dado que los cuatro canales de conocimiento son propensos al error cuando se utilizan por separado, su combinación adecuada, según los escritos bahá’ís, se convierte en una necesidad metodológica:
… un planteo expuesto a la mente acompañado de pruebas que los sentidos pueden percibir como correctas, que la razón acepta, que está de acuerdo con la autoridad tradicional y es aprobada por la inspiración del corazón, puede sin duda ser aceptada y considerada perfectamente correcta, pues ha sido examinada y comprobada por todas las normas de juicio y es encontrada cabal. – La promulgación de la paz universal.
Revelación y paradigmas
En lo que respecta al conocimiento religioso, las enseñanzas de su propia religión constituyen el conocimiento de fondo aceptado por la mayoría de los creyentes. Esas creencias, en el mejor de los casos tras un examen exhaustivo, se convierten entonces en tradiciones incuestionables. Así pues, las revelaciones de los grandes fundadores religiosos pueden entenderse como paradigmas que orientan de forma significativa la cosmovisión religiosa y los estilos de vida de los creyentes. Para interpretar correctamente y aplicar cada vez más las enseñanzas individuales en beneficio de todos, los creyentes necesitan ahora los otros tres canales del conocimiento: los sentidos, la razón y la intuición.
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En consecuencia, no debe considerarse verdadero nada que la ciencia y la razón hayan demostrado que es imposible.
Con el tiempo, se comprenden y aplican cada vez más facetas de los principios contenidos en las enseñanzas de una religión, creando nuevos niveles de cultura humana. Sin embargo, estos logros no deben ocultar el hecho de que con el tiempo no sólo aumenta la capacidad de las personas, sino que también cambian las circunstancias externas. En consecuencia, toda religión, en algún momento, pierde naturalmente su poder vigorizante. Los escritos bahá’ís abordan este fenómeno natural diciendo: “La religión de Dios es una sola religión, mas debe ser siempre renovada”.
Este importante principio de renovación se denomina «revelación progresiva» dentro de los escritos bahá’ís. Con ello se completa el círculo: al igual que sólo existe una ciencia que evoluciona continuamente, en última instancia, también sólo existe una religión, que se manifiesta progresivamente en revelaciones diversas y cada vez más completas.
Es notable, pues, que tanto el conocimiento científico como el religioso se desarrollen según principios metodológicos similares. Sorprendentemente, para algunos, la ciencia seria implica una buena dosis de «fe», mientras que, a la inversa, la fe moderna tiene un método científico.
En ambos casos, un paradigma o tradición general constituye la perspectiva decisiva que nos permite contemplar el mundo con conocimiento de causa. Una vez establecido dicho paradigma, no se cuestiona de momento y guía de forma significativa el pensamiento y las acciones de investigadores y creyentes por igual. En religión, el paradigma corresponde a la revelación respectiva. A partir de ella, se crea el conocimiento concreto mediante la aplicación combinada de los otros tres canales humanos de conocimiento: los sentidos, la razón y la intuición. En la ciencia, éstos se sistematizan en la forma tripartita de modelos (intuición), predicciones (razón) y experimentos (sentidos). Al igual que todo paradigma científico debe ser sustituido algún día por otro más poderoso, toda revelación religiosa pierde su vitalidad con el paso de los siglos y debe ser renovada.
Una versión anterior de este artículo apareció por primera vez en Perspektivenwechsel-Blog:
Die Wissenschaft der Religion — die Sicht eines Bahai und Physikers (perspektivenwechsel-blog.de)
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