Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Werner Heisenberg, padre de la física cuántica, cierta vez dijo: “El primer sorbo de la copa de la ciencia te vuelve ateo, pero en el fondo del vaso Dios te está esperando”. —Werner Heisenberg, citado en http://creyentesintelectuales.blogspot.com/2013/07/werner-heisenberg.html
Me encanta esta declaración profunda.
Digo, no soy científico físico, pero al haber aprendido un poco de la física cuántica, lo que aprendí me permitió entender las enseñanzas bahá’ís de una forma completamente nueva. Es más, parece que lo que descubrieron las grandes mentes científicas como Heisenberg, Bohr, Planck y Einstein está de acuerdo con las enseñanzas bahá’ís—y tal vez nos acerca lo más que se puede a alcanzar a entender y explicar científicamente nuestra verdadera realidad, la consciencia, Dios, la vida y la existencia de nuestra realidad espiritual.
Según la física cuántica, nada de lo que vemos y percibimos en el mundo material es de hecho “real”. Nuestros sentidos nos dicen que el mundo material parece sólido e inmutable—pero la mecánica cuántica describe que, aunque el mundo físico está compuesto de materia y energía o partículas y ondas, inherentemente es paradójico e incierto. Más bien, lo que vemos es una realidad holográfica. La física cuántica dice que la realidad de hecho no existe hasta que tratamos de medirla, observarla, o verla, al menos a la escala microscópica de los componentes de la materia.
Las enseñanzas bahá’ís describen la realidad del mundo de forma similar:
«El criterio de los sentidos no es confiable. Por ejemplo, considerad un espejo y las imágenes en él reflejadas. Estas imágenes no tienen existencia corporal real. Pero en el caso de que usted no haya visto nunca un espejo, insistirá firmemente y creerá que son reales. El ojo ve un espejismo sobre el desierto como si fuera un lago de agua, pero ello no es real. Cuando estamos sobre la cubierta de un vapor, parece que la costa se moviera, sin embargo, sabemos que la tierra está estacionaria y que nosotros nos movemos. Se creía que la tierra estaba fija y que el sol giraba alrededor de ella, pero, aunque así parezca, ahora es sabido que lo contrario es lo cierto. Una antorcha que gira hace que aparezca ante nuestra vista un círculo de fuego, pero sabemos que es sólo un punto de luz. Contemplamos la sombra moviéndose sobre la tierra, pero no tiene existencia material, no tiene sustancia. En los desiertos, los efectos atmosféricos en particular producen ilusiones que engañan a la vista. Una vez vi un espejismo en el cual se veía una caravana completa como si viajara en dirección al cielo. En el lejano Norte otros fenómenos ilusorios aparecen y desconciertan la visión humana. A veces se ven tres o cuatro soles, brillando al mismo tiempo, fenómeno llamado “parhelio” por los científicos; en tanto nosotros sabemos que el gran orbe solar es uno y que permanece fijo y único. En resumen, los sentidos son continuamente engañados y somos incapaces de separar lo que es realidad de lo que no lo es». – ‘Abdu’l-Bahá, La promulgación de la paz universal, páginas 44-45
Los bahá’ís creen que estar desprendido del mundo físico nos permite reconocer nuestro verdadero ser, entender nuestra realidad espiritual y avanzar firmemente hacia la existencia espiritual eterna. Los escritos bahá’ís nos recuerdan continuamente que debemos reconocer que todo lo físico al final se morirá y degradará; pero la realidad espiritual interior—el alma humana—nunca perece.
Bahá’u’lláh se refiere a este principio a menudo, pidiendo que cada uno considere el mundo material como “una apariencia, vana y vacía, una mera nada:”
«Con firme determinación, con todo el afecto de vuestro corazón, y con la plena fuerza de vuestras palabras, volveos hacia Él, y no andéis por los caminos de los necios. El mundo no es más que una apariencia, vana y vacía, una mera nada con semejanza de realidad. No pongáis vuestros afectos en él. No rompáis el vínculo que os une con vuestro Creador y no seáis de aquellos que han errado y se han desviado de Sus caminos. Ciertamente digo: El mundo es como el vapor en un desierto; el sediento sueña que es agua y lucha por alcanzarlo con todas sus fuerzas, hasta que cuando llega a él, encuentra que es sólo una mera ilusión. Más aún, puede compararse con la imagen sin vida de la amada, a quien el amante ha buscado y, al fin, después de larga búsqueda y para su mayor pesar, ha encontrado que es tal que no puede “apagar ni aquietar su hambre”. – Bahá’u’lláh, Pasajes de los escritos de Bahá’u’lláh, páginas 368-369
El estudio de la ciencia de la física cuántica nos puede enseñar más sobre nuestra existencia. Contiene claves científicas para los misterios de la vida después de la muerte, y nos acerca al reconocimiento de la unidad de la humanidad. La física cuántica nos enseña, como primer paso para entender nuestra verdadera realidad espiritual, que enfocarse en el espíritu humano, da como resultado una vida significativa.
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