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La unión de las naciones en un sistema federal

David Langness | Ene 13, 2022

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David Langness | Ene 13, 2022

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La semana pasada crucé una frontera en coche y no vi ningún puesto de control. No fue necesario ningún pasaporte. Nadie me preguntó mi destino ni el propósito de mi viaje. Ni siquiera reduje la velocidad.

Esa frontera abierta, entre mi estado natal de California y el estado vecino de Nevada, solo tiene una pequeña señal que indica la línea divisoria entre las dos jurisdicciones. Mientras pasaba por allí, pensé: «¿Y si todo el mundo fuera así?».

En algunos lugares, ya lo es. La Unión Europea, una entidad política y económica federalizada formada por 27 países distintos, existe desde 1993. Diecinueve de esos países miembros utilizan una moneda: el euro. Los ciudadanos de la UE de cualquier país miembro pueden desplazarse libremente entre los demás para vivir, trabajar, viajar, ir de vacaciones, estudiar o jubilarse. Las fronteras entre los países de la UE se han atenuado, y en algunos casos son tan fáciles de atravesar como la que yo crucé la semana pasada.

La UE, primer ejemplo exitoso de cooperación y unidad multi-estatal, lleva el concepto estadounidense de federalismo de 50 estados un paso más allá, reuniendo a 27 naciones por primera vez en la historia de la humanidad.

RELACIONADO: Una entidad única: Un consejo democrático de administración mundial

¿Qué es el federalismo?

Cualquiera que esté familiarizado con la Constitución de Estados Unidos, adoptada por primera vez en 1789, probablemente tenga una buena idea de la definición de la palabra federal:

feˑdeˑral adj. <Del latín foedus, pacto o alianza> 1. una unión de estados en la que cada miembro subordina su poder a una autoridad central.

El federalismo, al menos en la forma en que lo practican actualmente Estados Unidos y docenas de otros países, describe un modo de gobierno mixto con un componente central o «federal» que coordina y supervisa a los gobiernos regionales en un sistema único. En Estados Unidos, estos modos tienen una división de poderes basada en la paridad.

La mayoría de los grandes países desarrollados y democratizados del mundo utilizan actualmente alguna versión del federalismo: Alemania, Argentina, Australia, Brasil, Bélgica, Canadá, Etiopía, India, Malasia, México, Nigeria, Noruega, Rusia, Suecia, Suiza, etc. Los ciudadanos de sistemas políticos federalizados representan ahora el 40% de la población mundial.

¿Podemos federalizar el mundo entero?

En 1912, durante la estancia de ocho meses de Abdu’l-Bahá en Norteamérica, un congresista estadounidense le preguntó: «¿Cómo puedo servir mejor a mi país?».

La sorprendente respuesta que recibió el congresista, relatada aquí por Shoghi Effendi, el Guardián de la fe bahá’í, en su libro El Advenimiento de la Justicia Divina, puede aplicarse a todos nosotros:

Nos viene a la mente con una propiedad y fuerzas especiales el consejo de ’Abdu’l-Bahá a un alto oficial de su gobierno: «Puedes servir a tu país en la mejor forma si te esfuerzas en tu capacidad como ciudadano del mundo, a ayudar en la aplicación eventual del principio del federalismo, fundamental en el gobierno de tu propio país, a las relaciones actualmente existentes entre los pueblos y naciones del mundo».

El establecimiento de una unión federada de todas las naciones del mundo en una mancomunidad global democrática representa el principal objetivo social de las enseñanzas bahá’ís, tal y como las proclamó aquí Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í:

Estad unidos, oh reyes de la tierra, pues así será apaciguada la tempestad de la discordia entre vosotros y vuestros pueblos hallarán descanso, ojalá fuerais de los que comprenden. Si alguno de vosotros se levantara en armas contra otro, levantaos todos contra él, porque esto no es sino justicia manifiesta… Si alguien busca refugio en vosotros, brindadle vuestra protección y no lo traicionéis. Así os aconseja la Pluma del Altísimo, como lo ordena Aquel que es el Omnisciente, el Informado de Todo.

Abdu’l-Bahá, afirmando la visión de Bahá’u’lláh de un mundo unificado y previendo claramente su eventual establecimiento, dijo:

La gente del futuro no dirá: “Pertenezco a la nación inglesa, francesa o persa”, pues todos ellos serán ciudadanos de una nacionalidad universal – la única familia, el único país, el único mundo de la humanidad – y estas guerras, odios y contiendas desaparecerán.

Cuando Abdu’l-Bahá dio su consejo sobre el federalismo al congresista, solo un puñado de gobiernos del mundo empleaba un sistema federal. Pero hoy, más de un siglo después, muchas, si no la mayoría, de las grandes estructuras gubernamentales más estables y exitosas del mundo han adoptado el federalismo como modelo.

Los bahá’ís quieren que esta tendencia se extienda a todo el mundo y creen que un nuevo sistema de naciones federadas reunidas en la unidad mundial puede poner fin a las guerras, detener el gasto de enormes sumas en armas y ejércitos, aumentar la prosperidad del mundo, reducir los impuestos y salvar las vidas de millones de personas que mueren de hambre, de falta de atención sanitaria adecuada, de pobreza y de conflictos armados.

Bahá’u’lláh escribió: «Si los eruditos y sabios de buena voluntad orientasen al pueblo, la tierra entera sería considerada como un solo país». Abdu’l-Bahá describió lo que eso podría significar para todos nosotros:

…pues las épocas de oscuridad han pasado, y el siglo de luz ha llegado. Los prejuicios ignorantes están siendo disipados, y la luz de la unidad está brillando. Las diferencias existentes entre las naciones y los pueblos pronto serán anuladas, y los principios de las religiones divinas, los cuales no son otros que la unidad y solidaridad de la raza humana, se están estableciendo. Por miles de años la raza humana ha estado en guerra. Es suficiente. Ahora que la humanidad, al menos por un tiempo, se asocie en amistad y paz. La enemistad y el odio han reinado. Que el mundo ejercite por un período el amor. Por miles de años las naciones se han negado unas a otras, considerándose mutuamente como infieles e inferiores. Es suficiente. Ahora debemos comprender que somos los siervos del único Dios, que nos volvemos hacia un único Padre benevolente, vivimos bajo una única ley divina, buscamos una realidad y tenemos un único deseo. Así podremos vivir en amistad y amor supremos, y en cambio nos rodearán los favores y generosidades de Dios; el mundo de la humanidad será reformado; la raza humana gozará de una nueva vida; la luz eterna iluminará, y la moral celestial se hará manifiesta.

La política divina gobernará al mundo, porque ella es la unidad de la humanidad.

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