Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Al mirar por la ventanilla del avión, lo único que podía ver eran nubes blancas. Me pareció curiosamente hermoso, porque nos rodeaba por completo.
Sin puntos de referencia ni horizonte más allá de lo blanco, nada me conectaba visualmente con la tierra o el mar. Al regresar a tierra una hora más tarde, me pregunté qué más cosas no puedo ver, incluso estando firmemente en la Tierra.
Para empezar, no puedo ver los pensamientos de los demás. Puedo oír sus palabras si hablan, leerlas si escriben y observar sus acciones si estoy presente. Pero su estado interior, sus motivos, sus deseos y anhelos son invisibles para mí.
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Sin embargo, las personas pueden influirse mutuamente, y de hecho lo hacen, ya sea directa o indirectamente. Reconociendo que se trata de una relación recíproca, me preocupo por los demás y los tengo en cuenta en mis decisiones y acciones. Como soy responsable de mis propios pensamientos y actos, no debo pensar ni hablar mal de los demás. Incluso en mis pensamientos privados, no debo juzgarlos. Como escribió Abdu’l-Bahá: “Que vuestros pensamientos se refieran a vuestro propio desarrollo espiritual y cerréis vuestros ojos a las deficiencias de otras almas”.
No puedo ver más allá del mundo físico del presente. Puedo recordar y aprender del pasado, e intentar imaginar el futuro. Pero sólo puedo conocer y sentir directamente el presente. No poder ver el futuro no significa que desconfíe de él. Al contrario, como bahá’í soy optimista y creo que las enormes dificultades actuales de la humanidad nos llevarán en última instancia a tiempos inimaginablemente mejores. Puedo prepararme para desempeñar mi papel, por pequeño que sea, a través de la superación personal, el aprendizaje permanente, la comunicación honesta, el servicio a los demás y el trabajo significativo.
Puedo mostrar gratitud por la bondad de mi vida siguiendo el ejemplo de los mensajeros de Dios: un ejemplo de amor, bondad y respeto por todos. Esto es válido para los seguidores de todas las religiones.
Puedo tener presentes estas palabras esperanzadoras de Abdu’l-Bahá, que nos dicen que tengamos fe al considerar el futuro: ¡Elevad vuestros corazones más allá del presente y con – templad el futuro con fe!
No puedo ver ni conocer directamente la naturaleza de Dios, pero puedo estudiar las palabras y las vidas de Sus profetas y mensajeros. Puesto que creo que Bahá’u’lláh es el más reciente de esos mensajeros divinos, considero que su mensaje es relevante para nuestros tiempos y aplicable a nivel práctico.
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En un día soleado, puedo ir a la cima de una colina o a la orilla del mar; la experiencia de ver a lo lejos regocija mis ojos y mi mente. En cambio, si miro a través de las nubes o de la niebla, no veo gran cosa. Sin embargo, tengo fe en que el mundo sigue ahí, aunque no pueda verlo, como dijo Abdu’l-Bahá:
Que el mundo no sea un obstáculo que oculte la verdad a vuestros ojos … Que podáis recibir la clara visión del Espíritu Santo, para que vuestros corazones puedan ser iluminados y seáis capaces de reconocer el Sol de la Verdad brillando a través de todas las nubes materiales, y su esplendor inundando el universo.
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