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Las piedras angulares de las escrituras cristianas

Maya Bohnhoff | Abr 6, 2024

PARTE 3 IN SERIES Preguntas de un testigo de Jehova

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Maya Bohnhoff | Abr 6, 2024

PARTE 3 IN SERIES Preguntas de un testigo de Jehova

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Mi amigo Epi, testigo de Jehová, no sabía qué hacer con nuestro diálogo sobre las escrituras. Insistía en que cualquiera que no fuera Jesús de Nazaret era un falso profeta. Como bahá’í, no estaba de acuerdo.

Las enseñanzas bahá’ís dicen claramente que los profetas de Dios, los fundadores de las grandes religiones del mundo, están vinculados en una gran cadena de revelación progresiva, una secuencia sucesiva de mensajeros divinos que funcionan como una facultad de educadores para toda la raza humana. Bahá’u’lláh, el profeta y fundador de la fe bahá’í, escribió:

Contempla con tu vista interior la cadena de Revelaciones sucesivas… Atestiguo ante Dios que cada una de estas Manifestaciones ha sido enviada por la acción de la Voluntad y Propósito divinos, que cada una ha sido portadora de un Mensaje determinado, que a cada una se le ha confiado un Libro divinamente revelado y cada una ha sido comisionada para descifrar los misterios de una poderosa Tabla. La medida de la Revelación con la cual cada una de ellas ha sido identificada, había sido definitivamente preordinada. Esto es, en verdad, una muestra de Nuestro favor para con ellos, ojalá fuerais de aquellos que comprenden esta verdad…

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Además, mi amigo Epi se opuso a que utilizara cierto pasaje para exponer mi punto de vista sobre cómo leemos e interpretamos las escrituras. Aquí está el pasaje, de Juan 5:38-40: «Escudriñad las Escrituras; porque a vosotros os parece que en ellas tenéis la vida eterna; y ellas son las que dan testimonio de mí; y no queréis venir a mí para que tengáis vida».

Epi respondió: Juan 5:38-40 se refiere a la actitud al estudiar las escrituras. ¿Las estás estudiando para obtener tu propia voluntad, o las estás estudiando para aprender los caminos de Dios? Él (Jesús) estaba hablando a los fariseos.

Estaba de acuerdo en que se trata de actitud, la actitud que tomas hacia tu propio entendimiento de las escrituras. Creo que esto se puede ver claramente en el contexto de los versículos 46 y 47, donde Cristo les dice a los fariseos:

«Porque si creyeseis a Moisés, me creeríais a mí, porque de mí escribió él. Pero si no creéis a sus escritos, ¿cómo creeréis a mis palabras?»

Aquí, Cristo dice explícitamente que si realmente entendieran sus propias escrituras, verían que Moisés estaba hablando de Jesucristo, él mismo. El pasaje específico al que Cristo se refiere es este de Deuteronomio 18:15, donde Moisés dice: «Profeta de en medio de ti, de tus hermanos, como yo, te levantará Jehová tu Dios; a él oiréis». Los fariseos se perdieron el advenimiento de Cristo por la forma en que interpretaban sus propias escrituras.

En el contexto de mi vida, durante mi propia búsqueda espiritual, estaba dispuesta a rechazar a Bahá’u’lláh por la misma razón que los fariseos rechazaron a Cristo.

Epi me preguntó entonces ¿Por qué buscas en la Biblia? ¿Cuál es tu propósito?

Como todos los bahá’ís, creo que los libros de la Biblia, especialmente las enseñanzas de Cristo, forman parte de la revelación de Dios a la humanidad. De niña estudié la Biblia como me enseñaron mis padres y pastores. Memorizaba pasajes y escuchaba sermones basados en ellos. Cuando me encontré con Bahá’u’lláh, volví a estudiarla, utilizándola como patrón en mi intento de probar o refutar las enseñanzas bahá’ís. A medida que mi búsqueda avanzaba, empecé a entender la Biblia como parte del registro escritural de toda la raza humana, más no como si fuera la única. Como escribe Pablo: «Pero ahora sabemos en parte…».

Ahora estudio la Biblia porque ilumina y es iluminada por otras escrituras. La estudio porque en ella encuentro evidencias de un Dios eterno y amoroso que ha alimentado, vestido y educado espiritualmente a la humanidad en todas las épocas. La estudio porque habla de Cristo, Moisés y Bahá’u’lláh, y a través de ellos, de Jehová, a quien amo.

Pero creo, Epi, que parte de tu pregunta es cómo leo las escrituras y qué me ha llevado a conclusiones con las que discrepas vehementemente. En todas las escrituras hay pasajes clave que iluminan el resto. Estos pasajes, en mi opinión, son «piedras angulares» a las que hay que remitirse siempre que surja una pregunta sobre el significado o la aplicación. En el Evangelio, algunos de estos pasajes son:

  • Mateo 7: 7-13, en el que Jesús revela lo que llamamos la Regla de Oro y dice que es la suma de la Ley y los Profetas.
  • Mateo 22: 37-40, en el que Cristo reafirma los dos mandamientos más grandes e inseparables que resumen la Ley y los Profetas: amar a Dios y amar a los demás como a nosotros mismos (aquí, Jesús está reafirmando las palabras de Moisés).
  • Juan 15, donde Cristo recuerda a los discípulos que no pueden dar fruto si no permanecen en su amor, y luego les dice que la única manera de hacerlo es obedecer su mandamiento de amarse los unos a los otros como Él los ha amado. Es lo último que Cristo les dice antes de ir a la cruz, y lo repite varias veces.
  • Lucas 10:25-37, en el que un estudioso de la ley judía plantea a Cristo una pregunta fundacional de la fe: «¿Qué debo hacer para heredar la vida eterna?». Cristo establece los dos Grandes Mandamientos, de nuevo, como respuesta.  «Haz esto y vivirás», dice Cristo, y luego ilustra lo que esto significa contando la Parábola del Buen Samaritano. Estoy segura de que conoces el significado de ese ejemplo: un hombre judío es rescatado por un samaritano, a pesar de que estos dos grupos han estado encerrados en un odio milenario basado en sus diferencias religiosas.

Por la forma en que Jesucristo repite y enfatiza estas enseñanzas en particular, porque eligió estas enseñanzas para enfatizarlas la noche en que se enfrentó a la muerte, y porque hace hincapié en su primacía, no me queda otro recurso que reconocer su importancia suprema.

Son piedras angulares: las demás escrituras deben leerse a la luz de éstas. Si parece haber conflicto entre versículos diferentes, estas palabras de Cristo me dirán cómo deben entenderse esos versículos. Además, si una interpretación humana de un versículo de la escritura viola estas enseñanzas, entonces no puede ser correcta.

Analicemos la idea de que Dios ha dejado a miles de millones de almas en la ignorancia, y peor aún, ha dejado que sean engañadas por falsos profetas que vinieron con las mismas enseñanzas esenciales que Cristo trajo. Aquí están las palabras de Krishna, del Bhagavad Gita 8:22, sobre la importancia de obedecer el mandamiento de amar: «Este Espíritu Supremo… es alcanzado por un amor siempre vivo. En Él todas las cosas tienen su vida, y de Él han venido todas las cosas».

Recordemos que, en Mateo 7, Jesús nos enseña cómo debemos comportarnos con los demás: utiliza el comportamiento de Dios como modelo. Dice que si alguien pide pan, Dios no le dará una piedra. Dudo que se refiera al pan físico, sino al Pan de Vida, que es mucho más importante. Después de afirmar estas cosas, Jesús dice «Pues si vosotros, siendo malos, sabéis dar buenas dádivas a vuestros hijos, ¿cuánto más vuestro Padre que está en los cielos dará buenas cosas a los que le pidan?».

Veamos de nuevo esta piedra angular, porque vale la pena repetirla: Si un padre humano alimentara, vistiera y educara a un hijo y dejara a los demás hambrientos, desnudos e ignorantes, lo consideraríamos un comportamiento criminal. Ningún padre amoroso trataría así a sus hijos. ¿Cómo podemos creer que Dios lo haría? ¿Podemos creer que el Dios de Cristo haya elegido a un «hijo predilecto» para guiarlo y haya descuidado por completo a sus otros hijos, permitiéndoles ser víctimas de astutos estafadores?

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Lo creí una vez, lo admito. Pero me di cuenta de que mis creencias entraban en conflicto con las claras piedras angulares de las enseñanzas de Cristo. Sabía que yo (y muchos otros) habíamos malinterpretado las escrituras bíblicas de un modo que «nos hacía cosquillas en los oídos», como dijo Jesús. La salvación de este estado infeliz estaba en las palabras de Cristo mismo, tan brillantes como el sol. Cuando por fin leí la Biblia a la luz de aquellas enseñanzas que el propio Cristo subrayó sin ambigüedades, todo el conflicto quedó resuelto.

Trato de leer todas las escrituras en el contexto de esas enseñanzas clave, aquellas en las que Cristo, Buda, Moisés y Bahá’u’lláh hicieron especial hincapié, no las de los seres humanos.

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