Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Algunos países están levantando gradualmente las restricciones del COVID-19, y pronto, esperamos, la vida volverá a la normalidad – pero ¿cómo será esa nueva «normalidad»?
Por muy dolorosa y difícil que sea la pandemia, ha puesto en primer plano muchas cuestiones sobre las que la humanidad debe reflexionar y resolver. Evidentemente, no hemos abordado adecuadamente esas cuestiones en el pasado. Pero mientras la gente habla de volver a la «normalidad» cuando podamos dejar de temer al COVID-19, me preocupa que las lecciones que trajo la pandemia se olviden pronto.
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La fragilidad humana y nuestra resiliencia espiritual
La crisis del COVID nos ha demostrado que no somos invencibles. Por muchos inventos y descubrimientos que hagamos o por muchos artilugios que creemos para hacernos la vida más cómoda, no podremos protegernos de futuras pandemias que matarán a millones de personas si no nos unimos y superamos nuestras diferencias. Ahora sabemos que un pequeño virus puede poner en peligro la supervivencia de la humanidad. Este hecho tan crudo ha supuesto un duro despertar para muchos.
Sin embargo, la pandemia también demostró el ingenio y la capacidad de recuperación del espíritu humano que nos regaló Dios, ya que nos apresuramos a curar a los enfermos, a crear y distribuir vacunas, y a apoyarnos mutuamente durante una crisis económica mundial.
Esta resiliencia ha ayudado a la humanidad a progresar desde el principio de nuestra especie, cuando nos enfrentamos a animales feroces, sobrevivimos a hambrunas y soportamos guerras. El espíritu humano puede resolver los problemas por difíciles y complejos que sean. Abdu’l-Bahá, hijo y sucesor del profeta y fundador de la fe bahá’í, Bahá’u’lláh, escribió:
No os fijéis en el principio de los asuntos; apegad vuestros corazones a los fines y resultados. El período actual es como el tiempo de la siembra. Indudablemente está impregnado de peligros y dificultades, pero en el futuro se recogerá una gran cosecha y los beneficios y resultados se harán evidentes. Cuando uno considera el asunto y el final, brotará una alegría y una felicidad sin límites. [Traducción provisional de Oriana Vento]
La belleza y la ternura de la humanidad
Dábamos por sentadas muchas cosas hasta que la pandemia nos recordó lo vitales que son para nuestro bienestar emocional y fisiológico.
Para mí, la mayor pérdida fueron las sonrisas. Me encanta sonreír, y bromeaba sobre cómo mis sonrisas se desperdiciaban ya que nadie las veía bajo mi tapabocas. Fue una tragedia no tocar ni abrazar a nuestros seres queridos, y espero que nunca olvidemos lo esencial que es eso para nuestra felicidad.
Cuando nos dimos cuenta de que hay otras cosas en la vida, el dinero pasó a ser menos importante. Nos preocupamos menos por las apariencias físicas. Fue interesante para mí ver a tantos cantantes que admiraba cantar en conciertos virtuales sin todas las herramientas para mejorar la calidad de sus voces. Podía escuchar sus voces naturales y apreciarlas más que las versiones producidas profesionalmente. Espero que este tiempo nos haya ayudado a aceptarnos a nosotros mismos y a los demás tal y como somos.
La importancia de la naturaleza
Esta lección fue interesante por dos razones: una, afirmó los beneficios de los poderes curativos de la naturaleza para la psique y la felicidad de los humanos; dos, nos recordó el poder de la naturaleza para curarse a sí misma. Durante la pandemia, la naturaleza se recuperó notablemente, demostrando que podemos resolver nuestra crisis medioambiental si tomamos medidas para reducir nuestra huella de carbono.
Espero que ver estos cambios nos haya hecho más sensibles a las necesidades de la naturaleza y nos haya motivado a intentar proteger nuestro medio ambiente antes de que sea demasiado tarde. Los escritos bahá’ís dicen:
Los elementos y organismos inferiores están sincronizados en el gran plan de la vida. ¿Será el hombre, que en grado se halla infinitamente por encima de ellos, un oponente y destructor de esa perfección?
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«Estamos juntos en esto»
La gente común y los políticos repetían esta frase una y otra vez. Algunos la utilizaron como eslogan sin comprender del todo sus implicaciones.
La pandemia puso de manifiesto en mayor medida las disparidades en cuanto a oportunidades, atención médica y seguridad económica entre las comunidades de diferentes razas y géneros en la población trabajadora. Las personas de color sufrieron una mayor tasa de infección y la mayor devastación económica, además de una nueva ola de violencia por motivos raciales en Estados Unidos, mientras que las mujeres se vieron obligadas a abandonar la actividad laboral en mayor proporción que los hombres. Aunque deberíamos estar todos juntos en esto, muchos se encontraron en desventaja. Los partidarios del cambio transmiten que el tiempo de hablar ha pasado, y que tenemos que actuar para corregir los errores del pasado.
También aprendimos que no podemos depender de las fronteras nacionales para resolver el problema de la pandemia. Aunque pongamos restricciones a la movilidad, éstas existen porque todos sabemos que mientras no se vacune todo el mundo, el problema no se resolverá.
Hemos perdido mucho durante esta pandemia. Se han truncado millones de vidas. Se han gastado miles de millones de dólares, y se gastarán más para la recuperación económica. Hay cicatrices emocionales que curar. Sería aún más trágico que todo el sufrimiento fuera en vano y que las lecciones se olvidaran.
La importancia de la oración y la meditación
Durante los momentos más duros de la pandemia, muchos de nosotros encontramos consuelo en la oración y reconectamos con nuestras rutinas de meditación. Muchos adoptaron la meditación en su vida diaria o sintieron fuertemente la necesidad de orar por su salud espiritual, incluso aquellos que no habían considerado antes la oración como una opción para su salud espiritual.
Para mí, la meditación y la oración se convirtieron en una parte esencial de mi rutina diaria. Estas palabras de Abdu’l-Bahá me tranquilizaron y me ayudaron a ver la luz al final del túnel mientras me esforzaba por mantener una actitud positiva:
La oscuridad de esta noche sombría pasará. De nuevo el Sol de la Realidad amanecerá en el horizonte de los corazones. Tened paciencia, esperad pero no os sentéis ociosos; trabajad mientras esperáis; sonreíd cuando estéis cansados de la monotonía; sed firmes mientras todo lo que os rodea se tambalea; sed alegres mientras la fea cara de la desesperación os sonríe; hablad en voz alta mientras las fuerzas malévolas del mundo inferior intentan aplastar vuestra mente; sed valientes y audaces mientras los hombres a vuestro alrededor se encogen de miedo y cobardía… Continuad vuestro viaje hasta el final. El día luminoso se acerca. [Traducción provisional por Oriana Vento]
Lo repentino de la pandemia y la rapidez con la que se extendió nos hizo darnos cuenta de lo incierta que es la vida y de cómo, en poco tiempo, nuestro mundo puede cambiar drásticamente. Nos ha dado una pista de los problemas que podrían surgir si los países no trabajan juntos para resolver los problemas, dejando atrás la codicia política y financiera, y nos ha mostrado cómo podríamos prepararnos para tales acontecimientos en el futuro.
Espero que, aunque volvamos pronto a la «normalidad», podamos llevar estas lecciones con nosotros para evitar la tragedia y crear un mundo más pacífico y unificado.
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