Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
En 1891, cerca del final de sus 40 años de ministerio, Bahá’u’lláh reveló su «última eminente tabla» – la «Epístola al Hijo del Lobo» – que puede ser considerada como la revelación suprema de Bahá’u’lláh.
Al igual que una corona, este libro tiene varias joyas incrustadas en ella – no solo pruebas de la validez de su Causa, sino también una serie de tablas previamente reveladas que Bahá’u’lláh retomó y «volvió a revelar» en esta gran obra.
En ese sentido, la «Epístola al Hijo del Lobo» representa un resumen final de la revolucionaria fe de Bahá’u’lláh.
La «Epístola al Hijo del Lobo» representa la propia selección de Bahá’u’lláh de algunas de las gemas más selectas de entre sus obras previamente reveladas, en estas grandes dimensiones: una proclamación pública del advenimiento de Bahá’u’lláh; la declaración de su misión y propósito; una narración autobiográfica de experiencias personales clave; su presentación de los principales preceptos éticos y morales bahá’ís; explicaciones de las profecías y sus significados simbólicos y espirituales; resplandecientes tributos a los mártires bahá’ís; y aspectos destacados de otros elementos clave de la historia y las enseñanzas bahá’ís.
Shoghi Effendi, en «Dios pasa», describió este notable trabajo de la siguiente manera:
Finalmente, debe mencionarse Su Epístola dirigida a ay Mu ammad-Taqí, conocido como Ibn-ii’b («Hijo del Lobo»), la última Tabla sobresaliente revelada por la pluma de Bahá’u’lláh, en la que emplaza a aquel sacerdote rapaz a arrepentirse de sus actos, cita algunos de los pasajes más característicos y célebres de Sus propios escritos y aduce pruebas que establecen la validez de Su Causa.
Con este libro, revelado cerca de un año antes de Su ascensión, vino prácticamente a concluir Su prodigioso logro como autor de cien volúmenes, repositorios de las perlas inestimables de Su Revelación, volúmenes llenos de exhortaciones incontables, principios revolucionarios, leyes y disposiciones capaces de modelar el mundo, avisos espantosos y profecías portentosas, junto con oraciones y meditaciones que elevan el alma, comentarios e interpretaciones luminosos, homilías y discursos apasionados, todo ello cuajado de acusaciones y referencias a reyes, emperadores o ministros, tanto de Oriente como de Occidente, a eclesiásticos de varias denominaciones y a adalides de los círculos intelectuales, políticos, literarios, místicos, mercantiles y humanitarios.
En este ensayo, examinemos cómo Bahá’u’lláh se involucró en los discursos públicos de la sociedad en su época a través de su libro «Epístola al Hijo del Lobo», y cómo su ejemplo espiritual puede servir de modelo para involucrarse en los discursos públicos de la sociedad actual.
De manera fascinante, la «Epístola al Hijo del Lobo» nos ofrece un valioso recurso para los vitales temas de interés público y de preocupación contemporánea como la guerra y la paz, las relaciones internacionales y la mejora de las comunicaciones. Estos temas son apropiados para conversaciones significativas con amigos, colegas y compañeros de trabajo, como una forma profunda de participar en los discursos importantes de la sociedad. Este, de hecho, ofrece a los lectores una visión general de la revelación de Bahá’u’lláh.
La «Epístola al Hijo del Lobo» tiene también una importante dimensión ética. Las enseñanzas éticas se han centrado tradicionalmente en el comportamiento individual. El siguiente pasaje puede servir como una brújula moral para todos y cada uno de nosotros. Aquí, Bahá’u’lláh personificó su «Más Sublime Pluma», la cual metafóricamente se dirige a Bahá’u’lláh con una «voz aguda», instándole a dar al Shaykh – el «Hijo del Lobo» – el mismo consejo que Bahá’u’lláh había dado una vez a uno de sus hijos:
En este momento, la estridente voz de la Más Sublime Pluma se ha elevado y se ha dirigido a Mí, diciendo: «Amonesta al Shaykh tal y como has amonestado a una de Tus Ramas (hijos), que quizá las brisas de Tu expresión puedan atraerlo y acercarlo a Dios, el Señor de los mundos».
«Sé generoso en la prosperidad y agradecido en la adversidad. Sé digno de la confianza de tu prójimo y mírale con rostro resplandeciente y amistoso. Sé un tesoro para el pobre, un amonestador para el rico; sé uno que responde a la llamada del necesitado, un preservador de la santidad de tu promesa. Sé recto en tu juicio y moderado en tu palabra. No seas injusto con nadie y muestra mansedumbre a todos. Sé como una lámpara para quienes andan en las tinieblas, una alegría para los apenados, un mar para los sedientos, un asilo para los afligidos, un sostenedor y defensor de la víctima de la opresión. Que la integridad y la rectitud distingan todos tus actos. Sé un hogar para el forastero, un bálsamo para el que padece, un baluarte para el fugitivo. Sé como ojos para el ciego y una luz de guía a los pies de los que yerran. Sé un ornamento para el semblante de la verdad, una corona sobre la frente de la fidelidad, un pilar del templo de la rectitud, un hálito de vida para el cuerpo de la humanidad, una insignia de las huestes de la justicia, un lucero sobre el horizonte de la virtud, un rocío para la tierra del corazón humano, un arca en el océano del conocimiento, un sol en el cielo de la generosidad, una gema en la diadema de la sabiduría, una luz refulgente en el firmamento de tu generación, un fruto del árbol de la humildad. Rogamos a Dios que te proteja del calor de los celos y del frío del odio. Él verdaderamente está cerca, preparado para contestar». Así ha hablado Mi lengua a una de Mis Ramas (hijos), y lo hemos mencionado a aquellos de Nuestros amados que han desechado sus ociosas fantasías y se han adherido a lo que les ha sido prescrito en el día en que el Sol de la Certeza ha brillado sobre el horizonte de la voluntad de Dios, el Señor de los mundos.
Pero los principios éticos también tienen una dimensión social, de ahí el término «ética social». Las enseñanzas de Bahá’u’lláh incluyen la ética social, y también los principios socio-morales que sirven como orientación para el buen gobierno, las consultas colectivas, las relaciones ideales entre las naciones, religiones y razas, y una serie de otros principios sociales. He aquí un ejemplo:
Imploramos a Dios –exaltada sea Su gloria– y abrigamos la esperanza de que Él asista misericordiosamente a las manifestaciones de riqueza y poder, a las auroras de soberanía y gloria, los reyes de la tierra –que Dios les ayude mediante Su gracia fortalecedora– a establecer la Paz Menor. Este es, en verdad, el medio más grande de asegurar la tranquilidad de las naciones. Incumbe a los Soberanos del mundo – quiera Dios asistirles– aferrarse unánimemente a esta Paz, que es el principal instrumento para la protección de toda la humanidad. Es Nuestra esperanza que ellos se levantarán para alcanzar lo que conducirá al bienestar del hombre. Es su deber convocar una asamblea omnímoda a la que asistan ellos mismos o sus ministros, y poner en vigor cualquier medida requerida para el establecimiento de la unidad y concordia entre los hombres. Deben abandonar las armas de guerra y adoptar los instrumentos de la reconstrucción universal.
El 22 de octubre de 2020, comenzó el curso del Instituto Wilmette sobre la «Epístola al Hijo del Lobo» de Bahá’u’lláh, su «última Tabla sobresaliente». Este curso en línea está abierto al público, y cualquiera que esté interesado puede inscribirse por una pequeña cuota de matrícula (hay becas disponibles).
Al leer este sobresaliente y convincente obra de Bahá’u’lláh, se animará a cada participante del curso del Instituto Wilmette a identificar aquellos temas que ayuden a los individuos a participar en los discursos de la sociedad.
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