Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Imagine esto: Usted es un físico que está batallando con una importante teoría sobre el funcionamiento del universo y usted encuentra la respuesta en un sueño. Usted es un novelista en búsqueda de una gran idea original para su próximo libro y esta se le presenta a usted completamente realizada en su sueño. Usted es un inventor intentando hacer funcionar una nueva máquina una y otra vez sin éxito y, finalmente, ve la solución en un sueño. Usted es un científico que intenta desarrollar un experimento que demuestre cómo trasmite el cuerpo los impulsos nerviosos y un sueño le brinda la respuesta
¿Suena inverosímil? No del todo. Le ocurrió a Albert Einstein con su teoría de la relatividad; a Mary Shelley antes de escribir Frankenstein; y a Otto Loewi, quien ganó el Premio Nobel de medicina por su descubrimiento de la transmisión química y no eléctrica de los impulsos nerviosos. Todos ellos reflexionaron sobre sus ideas mientras estaban despiertos, solo que las respuestas las encontraron mientras dormían.
Probablemente miles de descubrimientos, inspiraciones creativas e invenciones se dieron de la misma manera. Sin embargo, las enseñanzas bahá’ís nos dicen que no todos los sueños serán tan productivos:
Algunas veces la mente y el pensamiento del hombre descubren las verdades, y de esta reflexión y descubrimientos se producen signos y resultados. Pues bien, tal reflexión tiene un fundamento. En cambio, muchas cosas que surgen en la mente del hombre son como las olas del mar de la imaginación, que no dan fruto ni producen resultado alguno. De la misma manera, el hombre, en el mundo del sueño tiene un día una visión que se verifica exactamente en la realidad; y otro día, concibe un sueño sin ninguna consecuencia. – ‘Abdu’l-Bahá, Contestación a Algunas Preguntas, página 307.
¿Cómo saber cuál es cual? La mayor parte de la ciencia sobre los sueños gira alrededor de una sólida base de trabajo de investigación que nos dice que definitivamente podemos derivar significado de nuestros sueños. Pero, ¿cómo podemos extraer ese significado? y ¿cómo podemos confiar en el? ¿Cómo diferenciar entre un sueño con significado de uno al azar? Las enseñanzas bahá’ís nos ofrecen algunas indicios fascinantes:
La otra manifestación de los poderes y de las actividades del espíritu se da sin intermedio de instrumento u órganos. Por ejemplo, en el estado de sueño, se consigue ver sin necesidad de ojos, oír sin oídos, hablar sin lengua, y correr sin pies. En resumen, esta clase de actividades cae fuera del alcance de los instrumentos y órganos. Cuán a menudo sucede que una persona estando dormida tiene un sueño cuyo significado se hace evidente dos años más tarde en circunstancias idénticas. De igual modo, cuántas veces sucede que un problema irresoluble en el estado de vigilia, se ve resuelto en el mundo de los sueños. En el estado de vigilia el ojo alcanza a ver a escasa distancia; pero en sueños quien se halla en el Oriente ve el Occidente. Cuando se está despierto, tan sólo se ve el presente; cuando se está dormido, se ve el futuro…
Al dormir el cuerpo permanece como si estuviera muerto; no ve, no oye, no siente, no tiene conciencia ni percepción. Las facultades del hombre se vuelven inactivas; pero el espíritu vive y subsiste. Es más, sus capacidades se vuelven más penetrantes, vuela más alto, su inteligencia es mayor. – ‘Abdu’l-Bahá, Contestación a Algunas Preguntas, páginas 276-277.
[Abdu’l-Bahá] explicó que existen tres tipos de sueños: sueños que provienen de algún trastorno físico, sueños simbólicos y aquellos en los que se nos predicen claramente futuros eventos. [El Maestro] decía que cuando el alma está en estado de perfecta pureza es capaz de recibir directamente la revelación de Dios. De otra manera la ve mediante símbolos. Juliet Thompson, The Diary of Juliet Thompson, páginas 178-179. [Traducción de cortesía]
El espíritu, en el mundo de la humanidad, es el descubridor de las realidades de la existencia. Todas las invenciones, todas las ciencias, todos los misterios ocultos son traídos a la luz mediante la actividad del espíritu en el plano de la vida. Viviendo en el oriente organiza asuntos en el occidente; viviendo en la tierra descubre constelaciones celestes. Estos ejemplos deberían mostrarles que el espíritu de vida es omnipotente, especialmente cuando establece comunicación con Dios y se torna receptor de la luz eterna; entonces se transforma en un rayo de la refulgencia del eterno sol.
Esta condición es la mayor de todas las condiciones, pues esta conexión del espíritu del hombre con Dios es semejante a un espejo, y el sol de la realidad se refleja en él. De este modo se convierte en el centro colectivo de todas las virtudes; su emanación es la dádiva que confiere el rey de los conferidores; sus irradiaciones son los múltiples esplendores del infinito luminar; su santidad proviene de la cumbre más alta de la esencia divina. Esta condición es la condición de la inspiración celestial, y se denomina condición de la gracia divina. Significa que los rayos del sol de la realidad resplandecen en el espejo, y que los atributos del sol de la realidad se reflejan en aquel. Este es el grado máximo de la perfección humana, tan anhelada por pensadores y filósofos de todos los tiempos y con la cual han soñado los poetas; es el misterio de los misterios y la luz de las luces, donde el espíritu se hace eterno, subsistente, perdurable. – ‘Abdu’l-Bahá, Divine Philosophy, página 166. [Traducción de cortesía]
En cuanto a los sueños verdaderos: ruego a Dios para que tu ojo interior esté tan abierto que seas capaz de diferenciar entre sueños verdaderos y los que no lo son. – ‘Abdu’l-Bahá, Tablets of ‘Abdu’l-Bahá, v1, p. 195. [Traducción de cortesía]
Estos pasajes de los escritos de ‘Abdu’l-Bahá comparan el espíritu humano consciente, vivo y bien desarrollado con un espejo pulido, capaz de reflejar la gloria del sol. ‘Abdu’l-Bahá lo llama “el estado de inspiración celestial”, sugiriendo que el espejo del alma humana tiene la facultad de absorber y reflejar con exactitud la luz de la verdad y guía espirituales, si limpiamos y pulimos continuamente el espejo.
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