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Historia

Sarah Farmer: Una vida de sacrificio por la paz

Radiance Talley | Abr 8, 2024

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Radiance Talley | Abr 8, 2024

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Recuerdo vívidamente todos mis viajes a Green Acre: Un centro bahá’í de aprendizaje.

Recuerdo ver ondear la bandera de la paz al viento y recuerdo rezar cada mañana en la habitación donde Abdu’l-Bahá, una de las figuras centrales de la fe bahá’í, se alojaba cuando nos visitaba. Mientras estaba allí, me venía a la mente el deseo que expresó para todos nosotros hace más de un siglo:

Deseo que seáis felices en Green Acre, que riáis, sonriáis y os regocijéis para que otros puedan ser felices a través vuestro. Oraré por vosotros.

Los primeros bahá’ís Horace Holley y Louise Boyle describieron Green Acre como «una extensión de unos doscientos acres, situada a orillas del río Piscataqua en Eliot, Maine, a solo cuatro millas del mar y frente a la histórica ciudad de Portsmouth, New Hampshire. En esta extensión, y también alrededor del campo, hay magníficos pinares; la combinación de río, mar, pinos y onduladas tierras de labranza barridas por el sol conforma un entorno de encanto y salubridad insuperables».

Cada vez que participaba en un evento en Green Acre, conocía a muchos bahá’ís de todo el país. Entonces, aún no conocía a la sacrificada visionaria a quien se debe la existencia del centro. Su nombre es Sarah Jane Farmer.

Una foto de Sarah Farmer, cortesía de la página oficial de noticias de la Comunidad Mundial bahá’í.

Familia y primeros años de vida de Sarah Farmer

Sarah Farmer nació el 21 de julio de 1847, de padres Moses Gerrish Farmer y Hannah Tobey Shapleigh Farmer.

Moses Gerrish Farmer

Su padre, Moisés, fue fabricante e inventor de más de 130 productos, entre ellos el primer vagón de ferrocarril eléctrico y el primer sistema eléctrico de alarma contra incendios. Su madre, Hannah, fue una destacada filántropa, abolicionista y feminista que fundó Rosemary Cottage en 1888, un refugio de verano en Eliot, Maine, para que las madres solteras y sus hijos pudieran recuperar la salud y sobreponerse a los efectos de la contaminación urbana.

Hannah Tobey Shapleigh Farmer

Moisés y Hannah dieron a su hija el gran ejemplo de ser el cambio que querían ver en el mundo. En una época en la que la esclavitud era legal en Estados Unidos, abrieron su casa como estación de paso del Ferrocarril Subterráneo. Sarah creció conociendo a influyentes escritoras, abolicionistas y activistas como Harriet Beecher Stowe, Sojourner Truth y Harriet Tubman, conexiones que ayudaron a Sarah a comprender la importancia de trabajar por la justicia social y la paz mundial.

Los comienzos de Green Acre: Un centro para la paz

En 1890, Sarah se asoció con cuatro empresarios para abrir una posada en Eliot. Su objetivo era proporcionar un refugio tranquilo para aquellos que buscaban escapar del ajetreo y el bullicio de la ciudad y relajarse en un ambiente sereno. Sin embargo, como Eliot estaba a seis millas del mar, no consiguieron atraer a los turistas que visitaban la cercana playa de York, y la empresa fracasó. Así que Sarah propuso que utilizaran la posada para dar conferencias y fundó las «Conferencias de Green Acre».

«Green Acre se estableció con el propósito de reunir a todos los que miraban seriamente hacia el Nuevo Día que parecía estar irrumpiendo en el mundo entero», declaró Sarah. «El motivo era encontrar la Verdad, la Realidad, subyacente a todas las formas religiosas, y establecer puntos de contacto para promover la unidad necesaria para el advenimiento del Día de Dios».

En la inauguración de las conferencias en 1894, Sarah izó la primera bandera de la paz conocida en el mundo, diciendo: «Al buscar un emblema, queríamos algo que fuera una llamada a todo el mundo y se adaptara a todo el mundo, y sentimos que el Mensaje que había sido traído al mundo por profeta tras profeta era el mensaje de ’Paz’. Así que hemos puesto una gran bandera sobre nuestras cabezas diciendo: PEACE».

Una foto de la actual bandera de la paz de Green Acre en 2015, Cortesía de Radiance Talley.

Aunque contaban con muchos oradores conocidos, como el Dr. George Washington Carver y el Dr. W.E.B. Du Bois, y las conferencias eran muy concurridas con gente de todo el mundo de diferentes orígenes culturales y religiosos, Sarah insistió en que los programas de Green Acre fueran gratuitos para todos y asumió la plena responsabilidad financiera de todo. Sus socios no estaban contentos con su negativa a convertir Green Acre en una empresa.

Ella escribió: «En el momento en que una corporación toma posesión, el Espíritu de Green Acre desaparece». Sus socios planeaban obligarla a vender la propiedad en su reunión de diciembre de 1899, pero se sorprendieron al enterarse de que Sarah se había ido de viaje.

Cómo Sarah Farmer conoció la fe bahá’í

En 1900, Sarah y su mejor amiga zarparon de Nueva York rumbo a Egipto. Conocieron a bordo a otros dos amigos que, según descubrieron, viajaban en secreto desde Egipto para reunirse con Abdu’l-Bahá, que estaba retenido como prisionero de conciencia en la colonia penal otomana de ’Akká, Palestina (actual Israel). Sarah pidió unirse a ellos, y cuando regresó a los Estados Unidos, estaba emocionada de compartir que era miembro de la fe bahá’í, una fe centrada en la unidad, un solo Dios, una sola raza humana y una sola revelación en desarrollo.

Años más tarde, después de que Abdu’l-Bahá fuera liberado, dio charlas en Green Acre y dijo:

Este es un lugar encantador, el paisaje es hermoso y una atmósfera de espiritualidad envuelve todo. En el futuro, Dios mediante, Green Acre se convertirá en un gran centro, en la causa de unidad del mundo de la humanidad, en causa de la unión de los corazones y la unión del Este y del Oeste. Esta es mi esperanza.

Más tarde compartió que el propósito de las Conferencias de Green Acre «debe ser el fomento de la paz universal, la investigación de la realidad, la hermandad universal, la tolerancia, la simpatía hacia toda la humanidad, el fomento de un mejor entendimiento entre las naciones del mundo, la eliminación de dogmas y superficialidades, la iluminación de los corazones con la luz de la verdad, la ayuda mutua y la cooperación, el servicio social, el estudio de los principios fundamentales de todas las religiones y su coordinación cotejada» [Traducción provisional de Oriana Vento, tomado de The Baha’i World, Vol II].

Las críticas que recibió Sarah Farmer

Lamentablemente, a algunas personas no les hizo ninguna gracia que Sarah se hiciera bahá’í y planeara construir una universidad y una segunda Casa de Adoración Bahá’í en Green Acre. Al parecer, a algunos familiares les molestaba que Sarah dejara sus propiedades a los bahá’ís en su testamento, y los grupos con intereses especiales temían que su nueva religión pudiera restringir su libertad en Green Acre.

La prensa de Nueva Inglaterra se volvió contra ella, y The Portsmouth Herald hizo declaraciones falsas y calumniosas sobre la fe bahá’í, refiriéndose a la religión mundial como «un culto persa» con el que Sarah estaba «obsesionada». En una época en la que las mujeres que expresaban emociones fuertes, como la exultación religiosa, solían ser tachadas de «histéricas» y sometidas a escrutinio y pruebas psicológicas, fue recluida en un sanatorio privado durante muchos años, basándose en la suposición de que había perdido la cordura.

Estuvo bajo el control del Dr. Edward S. Cowles, que drogaba, aislaba y administraba terapia de electroshock a sus pacientes, controlaba su correspondencia, prohibía las visitas de su familia y la mantenía encerrada entre rejas mientras se sucedían las batallas por el control de Sarah y sus propiedades.

En 1912, Abdu’l-Bahá se las arregló para concertar una visita con Sarah y llevarla de paseo a Green Acre bajo la atenta mirada del Dr. Cowles, quien se les unió en el automóvil. El Dr. Cowles se sentó en el asiento delantero del automóvil el martes 20 de agosto de 1912, vigilante contra cualquier intento de la multitud de Green Acre de liberar a la Srta. Farmer de su control. Un testigo presencial informó que Abdu’l-Bahá le dijo a Sarah: «Este es un terreno sagrado que se ha consagrado como tal gracias a tu visión y sacrificio» [Traducción provisional de Oriana Vento].

Una foto de Sarah Farmer con ’Abdu’l-Bahá en la carretera que pasa por encima de los terrenos de Green Acre el martes 20 de agosto de 1912.

Finalmente, los bahá’ís consiguieron una orden judicial para liberar a Sarah. Según el relato de otro testigo en el periódico local, «los agentes envolvieron a la Srta. Farmer en mantas y la bajaron por las escaleras. Cuando el Dr. Cowles volvió a cerrar la puerta y se guardó la llave, los agentes le inmovilizaron contra la pared. Cowles intentó entonces impedir que los agentes metieran a su paciente en un coche, pero fue de nuevo inmovilizado por la policía».

Tras ser rescatada de aquella traumática experiencia y poder regresar a casa, cuatro meses después sufrió un colapso mientras paseaba por el cementerio de su familia y falleció a los 69 años.

El legado de Green Acre

La posada que Sarah abrió en 1890 se llama ahora Sarah Farmer Inn, uno de los muchos edificios de Green Acre: Un centro bahá’í de aprendizaje.

En «The Bahá’í World Volume II», Horace Holley y Louise Boyle escribieron:

Green Acre existe enteramente para servir a estas almas que despiertan al nuevo día. Green Acre les servirá en primer lugar utilizando al máximo sus capacidades, encendidas por la visión de lo que queda por hacer en el lugar bendecido por la vida y la obra de la señorita Farmer. Green Acre les apartará de sí mismos, les enseñará las leyes y los principios de la unidad y les revelará fuentes ocultas de convicción y alegría. Por un día, por una semana, por una temporada, por toda la vida, Green Acre necesita trabajadores, pero Green Acre dará más de lo que reciba. [Traducción provisional de Oriana Vento, tomado de The Baha’i World, Vol II]

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