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Historia

Siguiendo los pasos (reales) de Abdu’l-Bahá

Hussein Ahdieh | Abr 11, 2022

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Hussein Ahdieh | Abr 11, 2022

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Los bahá’ís siguen las enseñanzas del profeta y fundador de la fe bahá’í, Bahá’u’lláh, y también intentan seguir el ejemplo espiritual de Abdu’l-Bahá, hijo y sucesor de Bahá’u’lláh.

En la actualidad, la vida ejemplar de Abdu’l-Bahá, abnegada, altruista y enteramente dedicada a la paz mundial y a la unidad, inspira a millones de personas en todo el mundo. También tiene una resonancia especial para los bahá’ís de Norteamérica, ya que visitó los Estados Unidos y Canadá durante ocho meses en 1912.

Solo con el paso del tiempo podemos apreciar realmente la magnitud y la importancia histórica de la visita de Abdu’l-Bahá.

Después de una vida como exiliado y prisionero, Abdu’l-Bahá visitó el Occidente para difundir los principios bahá’ís de justicia, compasión y unidad. En conversaciones pequeñas y grandes, otorgó amor, guía, conocimiento y visión a cada alma que encontró.

Habló ante grandes audiencias en universidades como Columbia, Howard y Stanford. Se dirigió a las congregaciones de los más diversos lugares de culto. Concedió cientos de entrevistas a los medios de comunicación, respondiendo a preguntas sobre las enseñanzas de Bahá’u’lláh. Asesoró a grupos e individuos, desde los más ricos hasta los más pobres. En sus discursos, alocuciones y acciones ofreció una receta holística para el avance de la civilización humana, recomendando la armonía racial, el desarme y la solidaridad humana. En un discurso pronunciado en el Templo Masónico de Chicago, dijo:

Las diferencias existentes entre las naciones y los pueblos pronto serán anuladas, y los principios de las religiones divinas, los cuales no son otros que la unidad y solidaridad de la raza humana, se están estableciendo. Por miles de años la raza humana ha estado en guerra. Es suficiente. Ahora que la humanidad, al menos por un tiempo, se asocie en amistad y paz.

En ese viaje histórico, Abdu’l-Bahá sembró semillas espirituales, y los que vivimos hoy nos beneficiamos de los preciosos y poderosos árboles que plantó. Se reunió con personas de todos los orígenes y claramente, y sin embargo humildemente, impresionó a todos con su combinación de los atributos espirituales de Dios. Para los bahá’ís, representó el ejemplo perfecto de cómo vivir una vida espiritual, reflejando brillantemente la luz de la revelación de Bahá’u’lláh.

Durante este año del centenario del fallecimiento de Abdu’l-Bahá, la Casa Universal de Justicia, el órgano de administración de los bahá’ís del mundo, elegido democráticamente, hizo un llamamiento a una «profunda reflexión sobre la vida de Abdu’l-Bahá y la fuerza de la Alianza de la que fue el Centro». En todo el mundo, individuos, comunidades e instituciones respondieron a este llamamiento leyendo los escritos de Abdu’l-Bahá, recordando historias de su vida y examinando más profundamente cómo podemos intentar seguir sus pasos emulando su extraordinario ejemplo.

Dada la relación entre el mundo material y el espiritual, los que vivimos en ciudades y barrios que Abdu’l-Bahá visitó durante sus viajes a Occidente nos sentimos especialmente bendecidos, porque podemos visitar los lugares a los que él fue, podemos caminar, aunque solo sea temporalmente, sobre sus huellas reales.

Con la amorosa bendición y el estímulo de la Asamblea Espiritual Local de los bahá’ís de la ciudad de Nueva York, un grupo de bahá’ís organizó recientemente una serie de visitas a pie a siete de los lugares donde Abdu’l-Bahá visitó y habló durante sus días en Nueva York, a la que se refirió como «La Ciudad de la Alianza.» Durante octubre y diciembre de 2021 participaron cientos de personas.

Nuestra primera visita, el 17 de octubre de 2021, nos llevó a la Iglesia de la Ascensión, donde Abdu’l-Bahá habló. Junto con el sonido del famoso órgano de tubos de la Iglesia, el mismo que anunció la entrada de Abdu’l-Bahá el 14 de abril de 1912, el coro cantó «Jesús vive». Los administradores de la iglesia dieron una calurosa bienvenida a la comunidad bahá’í, y después nos dirigimos a la cercana casa de Juliet Thompson, una de las primeras artistas bahá’ís y autora de El diario de Juliet Thompson. Cerca de su casa en Greenwich Village, oramos y compartimos historias de los primeros discípulos del ’Maestro’, como se conocía a Abdu’l-Bahá.

Nuestra segunda visita tuvo lugar el 24 de octubre y rindió homenaje a la histórica participación de Abdu’l-Bahá en la Conferencia del Lago Mohonk sobre el Arbitraje Internacional, la reunión predecesora de la formación de la Sociedad de Naciones y de las Naciones Unidas. Allí, Abdu’l-Bahá dijo lo siguiente:

Todas las guerras que han tenido lugar desde el inicio de la historia de la humanidad han emanado de prejuicios religiosos, prejuicios raciales, prejuicios patrióticos o codicia e intereses políticos. Mientras estos prejuicios perduren, los cimientos de la humanidad temblarán. [Traducción provisional de Oriana Vento].

Conmemoramos este importante discurso de Abdu’l-Bahá en el Centro Bahá’í de Nueva York, en Manhattan, con un programa memorable de música, una lectura de la charla sobre la paz pronunciada por Abdu’l-Bahá en la Conferencia y postres persas.

El 31 de octubre visitamos la Universidad de Columbia y uno de los bahá’ís recitó la charla dada por Abdu’l-Bahá en ese lugar, donde dijo:

Dios ha creado a todos los seres humanos, y todos los países del mundo son partes del mismo globo. Todos somos sus siervos. Él es amable y justo con todos. ¿Por qué hemos de ser poco amables e injustos entre nosotros? Él provee a todos. ¿Por qué deberíamos privarnos unos a otros? Él protege y preserva a todos. ¿Por qué hemos de matar a nuestros semejantes? Si esta guerra y esta lucha son por causa de la religión, es evidente que violan el espíritu y la base de toda religión. Todas las Manifestaciones divinas han proclamado la unicidad de Dios y la unidad de la humanidad. [Traducción provisional].

Todos fuimos llevados a la época de ese evento histórico en el que Abdu’l-Bahá fue recibido en el Earl Hall de Columbia por un gran número de intelectuales y estudiantes.

El 7 de noviembre, en la Bowery Mission, bajo la inspiradora música de una banda de jazz, Lloyd Laurence leyó la charla que Abdu’l-Bahá dio allí sobre la pobreza y el desamparo, y todos escuchamos el cálido discurso del pastor Jason Storbakken dando la bienvenida a los bahá’ís.

El 14 de noviembre, los bahá’ís de Nueva York se unieron a los bahá’ís de Nueva Jersey para visitar y recorrer la cabaña bahá’í de Teaneck, recordando el picnic organizado allí por el propio Abdu’l-Bahá a finales de junio de 1912. Compartimos la charla que Abdu’l-Bahá dio ese día, junto con las oraciones y canciones de los niños, sus maestros y sus padres.

El 21 de noviembre, visitamos la biblioteca JP Morgan, aprendiendo más sobre la historia de la visita de Abdu’l-Bahá allí, que fue cubierta por el New York Times.

Nuestros recorridos a pie concluyeron el 5 de diciembre, cuando visitamos el muelle 62 del río Hudson, desde donde Abdu’l-Bahá zarpó de Norteamérica. Los niños disfrutaron creando barcos de papel para navegar por el río Hudson con coronas de flores que contenían oraciones por la ciudad de Nueva York y por América en pequeños frascos de cristal, con la esperanza de que algún día alguien las encuentre. Nos despedimos simbólicamente del Maestro, recordando sus profundas últimas palabras dirigidas a los bahá’ís desde el barco:

Esta es mi última reunión con vosotros, porque ahora estoy en el barco, listo a zarpar. Estas son mis últimas palabras de exhortación. Repetidamente os he convocado a la causa de la unidad del mundo de la humanidad, anunciándoos que todos los hombres son los siervos del mismo Dios, que Dios es el Creador de todos; Él es el Proveedor y el Vivificador; a todos Él ama por igual y todos son siervos Suyos y sobre ellos desciende Su merced y compasión. Por tanto, debéis manifestar la mayor amabilidad y amor hacia las naciones del mundo dejando a un lado el fanatismo y abandonando prejuicios religiosos, ancestrales y raciales. La tierra es un solo país natal, un hogar, y toda la humanidad es hija de un Padre…

Es mi esperanza que tengáis éxito en esta noble empresa, para que como lámparas brillantes podáis arrojar luz sobre el mundo de la humanidad y vivifiquéis y animéis al cuerpo de la existencia como si fuese un espíritu de vida. Esto es la gloria eterna. Esto es dicha sempiterna. Esto es vida inmortal. Esto es logro celestial. Esto es ser credo a imagen y semejanza de Dios. Y a esto os convoco, rogando a Dios para que os fortalezca y os bendiga.

La oportunidad de visitar estos lugares históricos fue un gran privilegio para cada uno de los que participaron, y nos inspiró a todos a tratar de seguir los pasos de Abdu’l-Bahá en los días y años venideros.

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