Una entidad única: Un consejo democrático de administración mundial

Imaginen esto: ¿qué pasaría si el mundo tuviera un consejo de gobierno universal, elegido democráticamente, cuyo único mandato fuera guiar a la humanidad hacia la unidad, la paz y la renovación mundial?

¿Qué pasaría si tal organismo, encargado de elevarse por encima del partidismo, de hecho por encima de las limitadas ventajas de los estados-nación individuales, considerara cuidadosamente las necesidades de todos los pueblos del mundo?

¿Y si los miembros de este consejo fueran elegidos exclusivamente por su capacidad de servicio, y no por su poder o fama o su deseo de ninguna de las dos cosas?

Espera, ¿qué tal esto? ¡Dejemos las candidaturas, cualquier tipo de ventaja para los ricos o la recaudación de fondos de cualquier tipo, grupos de base estrecha a los que un candidato debe favorecer, y todo el corrupto show político de promesas incumplidas, insultos, oponentes calumniados, y los «voten por mí»! ¿Qué opina usted? ¿Qué es más fuerte en su mente – el atractivo de esta fantasía, o su aparentemente utópica imposibilidad?

Tengo noticias: en verdad, no necesitas usar tu imaginación. Tal institución no es un mero sueño. ¿Sabías que actualmente existe una Casa Universal de Justicia en el mundo? La comunidad global bahá’í ha creado el primer órgano de gobierno planetario elegido democráticamente. Los escritos bahá’ís dicen:

¡Oh pueblo de Dios! Lo que educa al mundo es la Justicia, pues está sostenida por dos pilares: la recompensa y el castigo. Para el mundo, estos dos pilares son las fuentes de la vida. Y puesto que para cada día hay un nuevo problema, y para cada problema, una solución apropiada, tales asuntos han de ser remitidos a la Casa de Justicia, para que los miembros de ésta actúen de acuerdo con las necesidades y exigencias de la época.

La Casa Universal de la Justicia fue concebida originalmente y surgió de las enseñanzas de un persa noble del siglo XIX, Bahá’u’lláh, quien fue despojado de su posición social y exiliado lejos de su patria. ¿Por qué? Por defender la renovación de la religión, una nueva era de prosperidad humana, y la unidad de la humanidad. Si has oído hablar de la fe bahá’í y sus principios, entonces debes saber Bahá’u’lláh es su autor.

Después de un crecimiento mundial constante en número y capacidad, la comunidad mundial bahá’í eligió por primera vez su institución suprema, la Casa Universal de Justicia, en 1963. Esa notable elección, el primer proceso democrático mundial, se llevó a cabo completamente libre de campañas o ambiciones.

Los electores, escogidos en una serie de procedimientos concienzudos y de oración, votan en privado cada cinco años por aquellos que consideran que tienen la mejor capacidad y sabiduría para servir. No hay nominaciones. No hay campañas. No hay una lista de candidatos. Los que votan simple y silenciosamente eligen los nombres de nueve personas que creen que se ajustan mejor a los requisitos. Su selección se basa en la evaluación de la madurez, la capacidad de cooperación, la fuerza mental, la lealtad y la abnegación de un individuo. No en la fama. No un buen cabello. No grandes ambiciones. Ni riqueza, ni privilegio, ni lobby, ni sonrisa telegénica.

La diferencia entre este proceso y las elecciones políticas nacionales con las que estamos más familiarizados – que los escritos bahá’ís describen como «lamentablemente defectuosas» – es tan amplia como tu océano favorito. Dos cualidades particulares marcan la diferencia de la Casa Universal de Justicia con respecto a cualquier otro órgano de gobierno prominente del mundo. Una es que la mayoría de los bahá’ís del mundo, sospecho, ni siquiera podrían nombrar a un miembro de la Casa Universal de Justicia, tal es su carácter y la naturaleza de sus elecciones. (Creo que yo podría nombrar tres, como máximo.) En segundo lugar, y quizás lo más importante, no solo las comunidades bahá’ís de todo el mundo son sorprendentemente receptivas a sus peticiones, sino que también aman la institución de la Casa de Justicia. De modo que ahora saben un poco sobre este sistema de gobierno sin parangón, uno con el que he estado ligeramente obsesionado e inmoderadamente entusiasmado durante la mayor parte de mi vida. Ahora, si nunca has oído hablar de la Casa Universal de Justicia, o apenas lo has hecho ahora, no te sientas mal. Este cuerpo de gobierno no proclama ni pregona sus logros. Además, con algunas excepciones sorprendentes (como La promesa de la paz mundial, su carta de 1985 a los pueblos del mundo), la mayoría de sus comunicaciones se dirigen a la comunidad mundial de bahá’ís, y en un mar humano de más de siete mil millones de personas, hasta ahora los bahá’ís son solo uno de cada mil.