Las opiniones expresadas en nuestro contenido pertenecen al autor únicamente, y no representan puntos de vista de autoridad en la Fe Bahá’í.
Si miramos a nuestro alrededor con ojos perspicaces, podemos ver que están sucediendo muchas cosas buenas a nuestro alrededor. El progreso se produce, aunque a pequeños pasos graduales, incluso cuando la sociedad parece ser un caos.
Al mismo tiempo, en algunos espacios, el discurso social se ha reducido a gritos, y a menudo parece que nadie escucha. La división es tan profunda que los gritos de injusticia se escuchan en todos los rincones. En palabras de Bahá’u’lláh, el fundador y profeta de la fe bahá’í:
El mundo está siendo afligido diariamente con una nueva calamidad.
Esto plantea la pregunta: ¿Está el odio superando al amor?
El caos y la crisis que estamos viviendo demuestran la necesidad de reconocer la unidad de la humanidad. El Departamento de Justicia de los Estados Unidos informó que en 2019 hubo más de 8.000 víctimas de delitos de odio: más de la mitad se debieron a prejuicios de raza, etnia o ascendencia de alguien. Y un informe reciente del Centro para el Estudio del Odio y el Extremismo de la Universidad Estatal de California, en San Bernardino, reveló que en 2020 los crímenes de odio contra los asiático-americanos en las principales ciudades de Estados Unidos aumentaron un 146%, y es común escuchar incidentes de violencia en las noticias.
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Pero veamos el panorama general. Hace diez mil años, nuestros antepasados vivían en cuevas y su preocupación diaria era encontrar comida, evitar el peligro y procrear. Desde entonces, la humanidad ha pasado por glaciaciones, hambrunas, inundaciones, incendios, guerras, pandemias y muchas otras calamidades. Y sin embargo, hemos sobrevivido. El estilo de vida actual es muy diferente al de nuestros antepasados y avanza constantemente de una generación a otra.
Abdu’l-Bahá, el hijo de Bahá’u’lláh y la cabeza de la fe bahá’í tras el fallecimiento de su padre, explicó:
Indudablemente, a través de la manifestación del Poder Infinito en esta gloriosa era, aparecerán en el mundo signos maravillosos y se verán grandes cambios en el presente y en el futuro, pues la Palabra de Dios es semejante al Espíritu, y el mundo contingente es semejante al embrión en el vientre de la madre. A través del poder del Espíritu se manifiestan esos diversos cambios y metamorfosis, transformándolos de una forma a otra. [Traducción provisional por Oriana Vento]
En mi propia vida, he tenido que transformar la desesperación en acción muchas veces. Nací en la casta más baja de la sociedad hindú y esto me hizo sentirme inferior a los demás durante mucho tiempo. Cuando conocí las enseñanzas de la fe bahá’í sobre la justicia, la unidad de la humanidad, la igualdad de género y la eliminación de los prejuicios, me comprometí a cambiar el mundo para que fuera mejor. Pero primero tuve que analizar mis propios pensamientos y comportamientos y empezar a reprogramar mi subconsciente para eliminar los prejuicios, tanto hacia los demás como hacia mí mismo.
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Hace poco escuché la historia del canadiense Corey Fleischer, que es un excelente ejemplo de cómo hacer de nuestro mundo un lugar mejor. Fleischer es el fundador de Erradicando el Odio («Erasing Hate»), un proyecto de ámbito comunitario que elimina los grafitis racistas de los espacios públicos.
Un día, de camino al trabajo, Corey vio una esvástica pintada con spray en una esquina. Esta imagen le molestó tanto que reprogramó una cita para ver a un cliente de su empresa de limpieza eléctrica en Montreal y en lugar de ello volvió al lugar donde estaba el grafiti. Al borrar el símbolo del odio con la fuerza del spray, Corey se sintió eufórico. En una entrevista, dijo: «Me invadió este sentimiento que he estado buscando toda mi vida. Ahora necesitaba esa sensación de nuevo».
Orgulloso de su herencia judía y capaz de eliminar el símbolo antisemita con herramientas de su empresa de lavado a presión, Corey se comprometió a borrar los grafitis de odio de cualquier tipo, incluidos los mensajes de homofobia, islamofobia y calumnias contra las minorías visibles. Lo que hay en su corazón sale fácilmente. Dijo: «Se trata de ser una buena persona. Olvídate de los estereotipos, olvídate de la religión y olvídate de meter a la gente en grupos. Se trata de ser una buena persona y de hacer lo correcto».
Desde entonces, su trabajo ha acaparado la atención internacional, y cada día recibe peticiones de ayuda de lugares de todo el mundo. Si Fleischer no puede desplazarse físicamente a su localidad, se encargará de que otra persona le ayude. Un alma iluminada ve las dificultades como oportunidades y reacciona positivamente.
Todos queremos hacer el bien, ya sea para nosotros mismos o para nuestros seres queridos, el planeta o la sociedad en general. No importa lo grandes o pequeñas que sean, las buenas acciones tienen un doble efecto: causamos un impacto positivo y nos sentimos bien al mismo tiempo. Algunas de estas acciones pueden ser dedicar una parte de tus ingresos a obras de caridad, ayudar a un amigo que lo necesite, ahorrar electricidad desenchufando tus aparatos cuando no los uses, comprar un regalo para un ser querido, simplemente porque sí, permitir que un conductor se incorpore a tu carril, escribir una nota a alguien que no se lo espera, donar artículos innecesarios de tu casa a una organización benéfica o utilizar tu talento para beneficiar a otros, como hacer trucos de magia en un hospital infantil o tocar música en una residencia de ancianos.
Los escritos bahá’ís dicen:
El mejoramiento del mundo puede ser logrado por medio de hechos puros y hermosos, por medio de una conducta loable y correcta.
También puedes considerar compromisos más sistemáticos, como participar en actividades regulares de construcción de comunidad a nivel local, como los programas de capacitación para niños y jóvenes organizados por la fe bahá’í, o cualquier otra iniciativa que se lleve a cabo en tu barrio. También puedes comprometerte a realizar cambios a largo plazo para disminuir tu huella de carbono o reducir el uso de plástico. Puedes prestar tu voz a los movimientos de acción social, ya sean organizaciones existentes o que estén empezando -como hizo Corey- a abordar los prejuicios sistémicos y a construir la justicia y la armonía en tu comunidad.
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